El mejor restaurante de ‘hot dogs’ de Estados Unidos surgió de un imprevisto. El nicaragüense Víctor Ruiz tenía listo el capital para montar un lavadero de carros, pero siguiendo los consejos de uno de sus socios decidió no hacerlo, preocupado porque ese negocio no tuviera éxito.
Sin embargo, una locura (como el mismo lo llama) rondaba por su cabeza. La idea de hacer un restaurante de ‘hot dogs’ en Miami, que compitiera con los ya reconocidos en otras ciudades de Estados Unidos como Nueva York y Chicago, siempre se mantenía latente. Con el dinero semilla ya listo, solo faltó el empujón de un amigo chef y voilá!, así nació Sweet Dogs, ubicado en el puesto número doce entre los mejores 50 restaurantes del país en 2015 según el ranking de Yelp.
La lista se construye a través de las recomendaciones que dejan los usuarios cada vez que visitan el local. Compitió con lujosos restaurantes de todo el país (en el suyo un plato cuesta apenas $10 dólares) y sobre todo con la tradición de ‘hot dogs’ de ciudades del norte de Estados Unidos.
“Fue una cosa increíble, yo nunca he trabajado en una cocina ni nada de eso, y que dijeran eso fue bien bonito. Me da mucho orgullo. Quiere decir que tener una idea y querer hacer las cosas bien, tiene sus frutos. Mucha gente te dice –eso no va a dar, aquí en Miami nadie come perro caliente–. Ahora esa gente viene a comer aquí”, cuenta Víctor.
Y es que si se piensa en gastronomía representativa de Norteamérica lo primero que se viene a la cabeza es un hot dog o una hamburguesa. Por décadas, estos platillos han simbolizado la comida callejera por excelencia de las grandes metrópolis del este estadounidense.
En el restaurante de Ruiz, los ‘hot dogs’ (o perros calientes) tienen un toque eminentemente latino. “Somos los primeros en ponerle plátano maduro o salsa de barbacoa con guayaba, al menos los primeros aquí en Miami”, asegura el empresario.
“El que es nica, es nica hasta en la China”
Víctor Ruiz nació en Managua en 1977. No tiene muchos recuerdos de su infancia en Nicaragua, solo recuerda que vivían en el barrio capitalino de Bello Horizonte. A los cinco años, su familia emigró a Miami, en Florida. Ahí estudió toda su primaria y secundaria, aunque por la cercanía con la cultura latina nunca olvidó sus raíces nicaragüenses.
“Mis padres son nicas, no importa si uno está en Costa Rica o en la China el que es nicaragüense es nicaragüense. A pesar que no voy a Nicaragua desde hace 10 años siempre mantengo mis raíces”, expresó el emprendedor.
Y es que en Miami el 64 por ciento de la población es de origen latino. En la Florida viven unos 130 mil nicaragüenses, además de miles de cubanos, colombianos y venezolanos.
El arte de limpiar autos
Al salir de la secundaria, Víctor no tenía claro qué quería hacer con su vida. Trabajó por algunos años en empresas pero no se sentía cómodo dependiendo de un jefe. Con solo 22 años fundó un negocio de limpieza de automóviles, que funciona de manera portátil.
Tres camionetas se dividen la ciudad de Miami y llegan a domicilio a limpiar los carros de varias compañías, entre ellas la del ron Bacardi y la empresa de productos frutales Del Monte. Fue así que Ruiz, comenzó a acrecentar su capital, siempre con miras a expandirse.
“Comenzamos muy pequeño y luego fuimos creciendo. Yo mismo me he metido a aprender todo desde como empastar, hacer la pulida y eso se lo he transmitido a mi gente”, manifiesta el empresario.
Hace seis años le surgió la oportunidad de diversificarse cuando su barbero le comentó que iba a cerrar su negocio por falta de dinero. “Él se estaba yendo de Miami y me dijo que lo ayudara, hasta que aposté. Ya llevamos varios años y nos ha ido muy bien”, relata Ruiz.
El paso hacia la gastronomía
En 2012, el negocio de los ‘vans’ que lavaban carros seguía creciendo y Víctor decidió que era hora de poner un local fijo para que otros clientes pudieran llevar sus vehículos. Comenzó los trámites, pero una de las personas con quien negociaba en ese entonces le aconsejó que no lo hiciera.
Decepcionado y con casi todo montado, maquinaba opciones para poder invertir ese dinero. Luego recordó lo mucho que le gustaban los ‘hot dogs’. En cada oportunidad que tenía de visitar otra ciudad buscaba los puestos donde los vendían para comerse uno. En Nueva York, en Baltimore, en Boston y en Chicago. Cada uno tenía su propio toque.
En Miami, sin embargo, los ‘hot dogs’, no son una comida que tradicionalmente a la gente le guste tanto en esa ciudad. “Aquí no había y yo siempre desde muy joven me fijé en eso, pero yo quería hacer algo diferente, algo nuevo”, planteó el emprendedor.
Sin saber absolutamente nada de cocina y solamente siendo un buen comensal, encontró un local en la Calle 8 de Miami, uno de los centros turísticos y culturales de la ciudad. Montó su negocio junto un chef cubano que cocinaba para la Bacardí, al que había conocido gracias a su negocio de lavado de autos.
En Sweet Dogs, todos los detalles están muy bien seleccionados. Cada receta de ‘hot dog’ fue bautizada con el nombre de equipos de deportes locales. Así que ahí puede comerse un Miami Heat o un Dolphin, a su gusto.
Según Víctor, el secreto del éxito de su restaurante radica en que han intentado que cada ingrediente sea totalmente especial y que además el servicio al cliente sea de la máxima calidad posible.
“Tenés un buen producto, tratás bien a la gente, el precio no es nada del otro mundo, esa es la combinación. Además que nuestro pan es delicioso, hecho especial para nosotros, y le pasamos una brochetita con mantequilla de manera que quede un poco húmedo, la salchicha es 100 por ciento carne y las salsas muy buenas, no se trata solo de ponerle salsa de tomate y mayonesa nada más”, explica el nicaragüense.
Emprendedor multifacético
Contactar a Víctor no es tarea fácil, divide su tiempo entre el negocio de los lava carros, la barbería y Sweet Dogs. No tiene determinado a cuál le pone más dedicación y dice que por ello tiene mucha confianza en los administradores que ha dispuesto en cada local.
Sus planes de expansión para el próximo año consisten en abrir un segundo restaurante en Miami, así como continuar creciendo en la limpieza de autos. En su mira están grandes contratos con el aeropuerto y empresas que venden carros de lujo. Así que si estos últimos años fueron muy ocupados para Víctor, seguro el próximo estará más atareado.
“Paso mucho al teléfono, tengo a mis ‘managers’ en cada local y ellos me llaman cualquier imprevisto, cualquier cosa. Paso moviéndome de un sitio a otro todo el tiempo. Es como un juego y eso es lo que me gusta”, concluye el empresario.