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En Nicaragua, debemos de defender como el tesoro más preciado, nuestra libertad.
El tabú parece ser el rufián responsable de dejarnos ese aliento de mudo, esa telaraña en la boca, donde todas nuestras palabras más valiosas, que se destilan del mero ethos nicaragüense, se quedan enmarañadas y dejan esa costra insalubre en el cielo de nuestras bocas.
Pero, ¿será el tabú, per se? ¿o será nuestra cosmovisión (la manera en como vemos el mundo) que nos impide expresar nuestro más profundo y bello sentir?
Los neurocientíficos han explicado y comprobado que, para formar la manera de ver y entender al mundo, se debe trabajar con el ser humano en su etapa de vida de los cero a siete años.
Todo lo que se le enseñe al niño en esa etapa, es lo que este depositará en su córtex y se convertirá en sus verdades desarraigables durante su vida adulta.
No es por nada que nos cuesta hablar de sexo, vicios, fantasías, equidad de género, y otros temas que son considerados controversiales por nuestra sociedad.
¿Y cuánto problema causa eso? Más de lo que te imaginas, mi querido amigo.
El problema de la falta de libre expresión ha trastocado todas las sociedades a nivel mundial.
Encuentra sus raíces desde la Segunda Guerra mundial donde naciones como Estados Unidos, empezaron a promover la liberta de expresión.
Campañas masivas contrastando la diferencia entre un pueblo Libre y un régimen como el nazismo se llevaban a cabo para reforzar la importancia de la libre expresión.
Esto fue la antítesis de lo que sucedió en nuestra hermosa soberana Nicaragua.
Fuimos un pueblo enmudecido donde se nos enseñó a bajar la cabeza cuando nuestros superiores, sean abuelos, padres, servidores públicos, o gobernantes hablaban o compartían una idea.
Nuestros padres y maestros se encargaron sistemáticamente de reforzar este mensaje cuando vos y yo éramos niños, o más específico, en nuestro espacio de vida de los cero a siete años.
Las consecuencias son catastróficas cuando una nación completa no puede expresarse ni cuestionar nada. Ya lo vivimos desde abril 2018.
Desde que los sandinistas empezaron a hacer fiesta en el país hace 30 años, han hecho y desecho. Bayardo Arce, el rufiancito, gallito de pelea siempre estaba comiéndose a los periodistas, decía lo que quería, pero nosotros solamente callábamos. No lo cuestionábamos, bajábamos la cabeza, porque uuuuuh, es controversial llevarle la contraria a alguien del Gobierno.
Vos y yo debemos de ser nicaragüenses libres, cartas perfumadas y abiertas, transparentes, hablar nuestro sentir, y no enmudecer por tabús sociales o paradigmas enfermizos que el tercer mundo nos ha contagiado.
En Nicaragua, debemos de defender como el tesoro más preciado, nuestra libertad. Este debe ser uno de los fundamentos grabado en piedra en todas las instalaciones de los edificios gubernamentales, en nuestras casas, y espacios públicos.
Debemos de tener ese recordatorio como frontal en nuestros ojos que no vamos a regresar a Egipto, ya salimos de la esclavitud, y nada ni nadie va volver a arrebatarnos nuestra libertad.
Pero, a donde encontramos el punto de equilibrio entre expresarnos libremente o sentirnos ofendidos, amenazados, por alguien que se expresa libremente?
Todo radica en el cambio de paradigmas. En desaprender todas esas verdades depositadas en el córtex de tu cerebro, y abrazar ideas nuevas, positivas, de cambio, de transformación personal.
Nadie es culpable que vos y yo nos incomodemos por una expresión “controversial” para nosotros. Somos responsables de nuestras propias reacciones.
A mi me choca escuchar a alguien con tendencias machistas o feministas…pero puedo decidir no encontrarme chocado al escuchar a personas bajo esa línea.
El poder de decisión está en vos y en mí.
Una vez que entendamos ese poder de decisión, vaciemos todas las verdades de nuestro cerebro que nos atan, que no nos dejan expresarnos, y entendamos que expresarse libremente no es ser un malcriado o un maleducado, entonces vamos a generar un cambio social en Nicaragua como nunca antes.
Nos veremos con menos corrupción por que tendremos la valentía de denunciar a cualquier líder corrupto, así como el personaje de Tom Cruise se agarró los pantalones y denunció al Comandante de Base y Coronel Nathan Jessup en la película A Few Good Men.
La libre expresión nos protegerá de la manipulación y lavado de cerebro de este régimen.
La libre expresión nos llevará a ser una sociedad colaboradora, compartiendo ideas los unos con los otros y edificándonos mutuamente.
Nos ayuda a ser más productivos en todas las esferas de la vida por que nos sentimos plenos, no nos sentimos reprimidos ni cohibidos. Desarrollamos nuestro pleno potencial.
Se propaga el conocimiento a la velocidad del rayo y crea más potencial y despierta el interés y cambia la perspectiva de algunos que quizás vayan por el camino equivocado.
Crea resiliencia, la capacidad de responder eficientemente ante un desastre social, o bien ante un argumento o debate político.
La libertad de expresión es un derecho nicaragüense…y si se ve amenazo, o nos es quitado, vamos a gritarlo no a los cuatro…si no a los 70 mil vientos.
¡Intentar callarnos, es hacernos hablar!