En pantalla
La novedad de la película del Joker de Todd Phillips reside en su contraste marcado contra los homogéneos productos de Marvel.
Puedo medir mi vida en Guasones. Ya llevo seis: George Romero, en la serie de TV (1966-1968) que veía de niño a finales de los 70; Jack Nicholson en “Batman” (Tim Burton, 1989); Heath Ledger en “The Dark Knight” (Christopher Nolan, 2008); Cameron Monaghan en la serie “Gotham” (2015-2019); Jared Leto en “Suicide Squad” (David Ayers, 2016); y ahora, Joaquín Phoenix en la película de Todd Phillips. A este paso, creo que viviré para ver cuatro o cinco más.
El mundo le pertenece a Marvel. DC Comics solo vive en él, y a duras penas. “Joker” supone un parteaguas. Si su rival ganó en la taquilla, DC va por el prestigio. El casting de Joaquín Phoenix anuncia la seriedad de sus intenciones. Ganar el León de Oro en el Festival de Venecia ratifica su credibilidad crítica. La maquinaria promocional ya empieza a trabajar para que el Óscar ponga atención.
Estamos ante una “historia de origen” como larga y oscura exploración de la condición humana. Arthur Fleck (Joaquín Phoenix) es, literalmente, un payaso triste. Su carrera de comediante no va a ninguna parte. Se siente alienado del resto del mundo. La terapia y las medicinas que recibe por beneficencia estatal están a punto de terminarse. Su último reducto de alegría reside en cuidar de su anciana madre (Frances Conroy), obsesionada con que su exempleador, el millonario Thomas Wayne (Brett Cullen), conteste sus cartas. Todo cambia cuando la crueldad casual de las personas empuja a Arthur a extremos violentos.
Algunas particularidades cambian, pero todos conocemos la esencia del Guasón. La novedad de la película de Todd Phillips reside en su contraste marcado contra los homogéneos productos de Marvel. También marca un nuevo registro en las erráticas variaciones de tono y estilo de las películas de DC Comics. “Joker” tiene pretensiones artísticas inusuales en el género. Tiende puentes temáticos con filmes más ambiciosos. Pero fuera de los confines de este marco de referencia, no pasa de ser una pálida sombra de sus referentes.
Esta versión de Ciudad Gótica se parece al Nueva York de principios de los ochenta. La decadencia urbana coincide con la fecha, confirmada por los títulos de películas que anuncian las marquesinas de cine: “Zorro the Gay Blade”, “Blow Out” y “Wolfen”, todas de verdad, estrenadas en 1981. Phillips invoca el espíritu de Martin Scorsese, no solo al asumir como propia su ciudad emblemática, sino en tomar elementos explícitos de sus películas. Como “Taxi Driver” (1976), Arthur se confronta a sí mismo, jugando con una pistola frente al espejo. Su obsesión con un presentador de programa de variedades nocturno viene de “The King of Comedy” (1982). Las anécdotas sobre la pérdida de peso recuerdan la transformación de Robert De Niro en “Raging Bull” (1980). Que De Niro tenga un papel, corto, pero crucial, es un reconocimiento tácito de esta deuda.
Sabemos que la sociedad da a luz a sus propios monstruos. La idea ya ha sido invocada con este personaje en el pasado. La principal novedad del guion es su caracterización de Thomas Wayne como figura trumpiana: un millonario brusco y condescendiente, que usa su riqueza como credencial para gobernar. Ya no es simplemente el santo padre de Batman. El giro es más producto del oportunismo que de la ideología. Las credenciales progresistas de la película son cuestionables. Después de todo, el levantamiento social frente a un sistema injusto es producto de las manipulaciones de un psicópata. El presunto afán de crear empatía hacia las personas que padecen enfermedades mentales, se corrompe cuando el arco narrativo confirma los peores estereotipos. “Joker” derrocha nihilismo juvenil. Todo apesta. Y si estamos a merced de un monstruo, es porque nos los merecemos.
Para el director, los elementos más visibles son los que convierten el cine en arte. La fotografía de Alan Sher, la música de Hildur Guðnadóttir, el diseño de Mark Friedberg, incluso la vistosa actuación de Phoenix, se convierten en simples accesorios que anuncian “calidad”. Arthur sueña con ser un buen cómico, pero no tiene el talento para hacerlo. Phillips enfrenta un predicamento parecido. Su solución es usar los emblemas del cine-arte como si fueran un disfraz. Pero en el fondo, sigue siendo el hombre que hizo la franquicia “¿Qué pasó ayer?” (2009-2013).
“Guasón”: (Joker)
Dirección: Todd Phillips
Duración: 2 horas, 2 minutos aprox.
Clasificación: (Regular)