Cultura
“Cuando hubo una Miss Nicaragua que era de la Costa la gente estaba atacada de que hubiera una negra representando al país, ¿qué es eso, si no racismo?”
Juliet Hooker recuerda su vida en Bluefields, cabecera departamental del Caribe sur de Nicaragua, como un ensueño. Un pueblo pequeño, de arquitectura caribeña, donde la comunidad era muy unida y la relaciones entre las familias muy cercanas. Tanto así, que los niños caminaban solos hacia la escuela de la Iglesia Morava, una de las denominaciones religiosas más importantes de la zona.
“Era una comunidad muy sociable, muy estrecha. Ahora cuando vuelvo, todo me parece distinto, las casas distintas, el espacio muy distinto, sobre todo después del huracán Juana de 1988”, recuerda Hooker.
Para cursar la secundaria, Juliet se trasladó a Managua, pero regresaba frecuentemente al Caribe. A finales de los años 80, se mudó a Estados Unidos a estudiar Ciencias Políticas en Williams College y posteriormente en la Universidad de Cornell. En la Universidad de Texas, en Austin, inició su carrera como investigadora académica, enfocada en los avances políticos en la Costa Caribe en Nicaragua, a propósito de la aprobación de la Ley 28, Ley de Autonomía.
Dicha ley conformó las Regiones Autónomas del Caribe Norte y Sur, y les brindó un régimen político- administrativo muy particular, en el que se «respetarían» sus formas de organización ancestrales, entre otros derechos.
Para Hooker, recientemente incorporada como profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de Brown, 30 años después de la aprobación de la Ley de Autonomía los derechos estipulados «siguen en el papel y no se han vuelto efectivos».
La académica nicaragüense, autora de varias investigaciones sobre teoría política comparada y teoría crítica de la raza, tiene también entre sus principales intereses de investigación el pensamiento político negro, el pensamiento político latinoamericano, la política afrodescendiente e indígena y los derechos multiculturales en América Latina.
Es la autora de Raza y las políticas de la solidaridad (Oxford University Press, 2009), y La raza teórica en las Américas (Oxford University Press 2017), obras en las que yuxtapone los relatos de raza formulados por destacados académicos en Estados Unidos de los Siglos XIX y XX, y pensadores afroamericanos y latinoamericanos.
Para ella, ha sido particularmente importante analizar cómo los pueblos afrodescendientes e indígenas de la Costa Caribe fueron incorporados a Nicaragua como nación, y qué implicaciones tuvo esa «anexión» a nivel social, político, humano y legal.
“Tenía que entender el nacionalismo nicaragüense, y ver cuál es el discurso oficial sobre qué es Nicaragua y cómo se imagina la Costa como parte de esa Nicaragua”, expresó la investigadora.
En esta entrevista con Niú, Hooker analiza el contexto social y político del país, en el que sigue prevaleciendo el racismo y olvido a la Costa Caribe, aún 30 años después de la aprobación de Ley de Autonomía.
¿Cómo se construye socialmente el racismo?
El racismo en Nicaragua hay que pensarlo de dos maneras. Una es una forma social, interpersonal, muy cotidiana, en que se ven cosas como que la gente dice frases ofensivas acerca de los “negros” y prefiere tener cabello liso y no cabello murruco. Se piensa que la gente que es más blanca es más atractiva. Cosas como muy cotidianas.
También el racismo se da de una manera estructural, en Nicaragua se da en base a las regiones e imaginarios, por ejemplo, que en el Pacífico no hay gente de descendencia africana, y que todos los negros y todos los indígenas están en el Caribe. Por otro lado, hay un patrón en que los recursos del Estado y el Estado en sí se centran en el Pacífico y no en la Costa.
Otro elemento son los estereotipos acerca de los costeños. Cuando se habla de problemas del tráfico de la droga, que se da en todo el país, la imagen del narcotraficante casi siempre es un negro costeño. O cuando conocés a alguien de Managua y se dan cuenta que sos de la Costa, lo primero que te preguntan es que si sabés bailar palo de mayo, no piensan en que podés ser una intelectual, por ejemplo.
¿Por qué creés que la conversación sobre la raza sigue siendo un tabú en Nicaragua?
Hay falta de conocimiento acerca de nuestra historia y existe negación de que hay racismo en Nicaragua. La construcción oficial de Nicaragua, es un poco esta idea de que todos somos mestizos, todos somos mezclados, y eso es cierto hasta cierto punto. Pero bajo ese discurso te dicen que no hay racismo, que no hacen diferencias entre una u otra persona. Pero eso hace difícil que haya una conversación, una plática franca y honesta de porqué sí es que no hay racismo, ¿por qué la gente que es de ‘elite’ es la gente que es más “blanca»? ¿Es coincidencia?
El enfoque común cuando se habla del tema de la raza es casi siempre hablar de oportunidades, acceso a los colegios, el acceso a los trabajos, pero ahí se queda, pareciera que se estancó ahí….
Tenemos una idea cerrada de lo que es el racismo, pensamos que el racismo es negarle a la persona la oportunidad de participar en ciertos espacios, o de ir a ciertos colegios, pero se manifiesta en maneras mucho más cotidianas y mucho más expansivas. Por ejemplo, cuando hubo una Miss Nicaragua que era de la Costa la gente estaba atacada de que hubiera una negra representando al país, ¿qué es eso, si no racismo? Pensamos que el nicaragüense es otra cosa, no pensamos que el nicaragüense puede ser negro.
Yo creo que pensamos que el racismo está solo cuando se le niegan los derechos a la gente, y no pensamos en las formas más sutiles en que se manifiesta.
Hablemos de esos ejemplos puntuales. En qué situaciones tangibles encontramos racismo en Nicaragua, ejemplos cotidianos…
Yo creo que lo vemos en las preferencias más básicas, de quién pensamos que es atractivo, la gente piensa que tiene que estar con alguien más blanco, por ejemplo.
O a veces si ven a un “negro” piensan que no es nicaragüense, piensan que es extranjero porque, según ellos, en Nicaragua no hay negros. La gente no sabe nada de la Costa Atlántica, de que hay culturas muy diferentes a las de otras partes del país.
Otra cosa es el tema del lenguaje. Yo soy ‘creol’, y nosotros crecimos hablando inglés creol, el hecho de que nosotros como creoles no podamos usar nuestro lenguaje en nuestro trabajo, en nuestras escuelas, en la universidades, es de cierta manera racismo. Aunque la ley dice que podemos, el hecho es que todo es en español, los estudiantes no solo están en desventaja porque no pueden utilizar su lengua materna, si no también es peligroso porque se pierde el lenguaje.
¿Cuáles son las raíces del racismo en Nicaragua? ¿De dónde provienen y por qué siguen estando tan vigentes?
Yo creo que el racismo se origina en el momento de despojo contra indígenas, cuando empieza la colonización. Con los negros inicia cuando son traídos como esclavos. Eso creó una historia en que estas son poblaciones que ya vienen marginadas y con una enorme deuda histórica.
Aunque esto pueda parecer que es algo como muy lejano, tiene consecuencias que se ven en la actualidad. La explotación de la mano de obra negra esclavizada crea recursos que no van a esas comunidades, van a enriquecer a otras, esto va creando inequidades que se van reproduciendo, aun cuando deja de existir la esclavitud.
En Nicaragua, también se da cuando se incorpora la Costa Atlántica en 1894 de una manera militar, forzada. Se experimenta una anexión en contra de la voluntad de los costeños, y pasa en el Siglo XX por un período en que somos parte de Nicaragua, pero no hay inversión, no hay atención a la Costa. El Caribe es tratado como una región olvidada, como una región que nada más se explota y de la que se sacan recursos. Yo creo que hay un legado de tratar a la Costa como una región semicolonial, que es algo que impacta las relaciones entre la región y el Estado nacional.
¿Cómo desmitificar algunos conceptos errados que se escuchan en las calles cómo: “también hay racismo a la inversa”, “los negros también son racistas con los blancos”?
Yo creo esto es algo muy interesante, esto del racismo a la inversa está muy de moda en los Estados Unidos ahorita y los blancos se sienten que están siendo discriminados. Pero hay que identificar el privilegio racial, que si uno es el grupo dominante, nunca tiene que pensar en su lugar.
La historia siempre se centra sobre la historia de tu grupo, las telenovelas, las noticias, todo, siempre tienen gente que se ve como vos, vos nunca tenés que pensar si podés entrar a un lugar, porque quien lo controla es gente que se ve como vos. Eso lo que crea es que si uno es parte del grupo dominante, uno nunca piensa cómo es ser parte de ese espacio, pero no ser parte del grupo dominante. ¿Cómo es la experiencia de estar en ese espacio para alguien que es parte de un grupo marginado?
Esta idea del racismo al reverso se da porque la gente no está consciente de esos privilegios y entonces dice: ah no pero todos somos iguales, tal vez yo me quise sentar con alguien y me trató mal, y eso es racismo o algo así, pero no es lo mismo. La otra cosa que hay que ver es quién tiene acceso a los recursos. Si uno ve la Costa Atlántica es la región más pobre del país, no es simplemente una cuestión de trato interpersonal sino también de porqué hay menos inversión en la Costa, porque hay menos acceso a la educación, al agua potable, a todas estas cosas que provee el Estado y eso sigue reproduciéndose al correr el tiempo.
¿Creés que el tema de la raza, las nuevas generaciones y los niños lo ven de manera distinta? ¿Han cambiado las cosas o siguen iguales?
Yo creo que sí hay cambios, pero van a haber más cambios mientras más conscientes seamos de nuestra historia, para que haya ese cambio generacional no se va a dar simplemente él solo: los padres tienen que hablar con sus hijos, tenemos que enseñar la historia del país incluyendo la de la Costa Atlántica, tenemos que entender cómo se ha imaginado Nicaragua hasta ahora y en qué papel han puesto a la Costa.
No solo este gobierno, sino también los gobiernos anteriores han hablado de “avances” y «progreso» en la Costa Caribe, ¿Qué tan tangibles son?
En el marco legal y jurídico hay avances, el hecho de que se promulgara la Ley de Autonomía (1987) en la que hay un reconocimiento constitucional de afrodescendientes e indígenas en la Costa, ese es un avance. Después cuando se pasa la Ley 445, y se reconocen los territorios comunales, también.
Hay una gran diferencia entre lo que existe en la ley y el marco jurídico, y en lo efectivo, lo que se ve en la realidad.
El problema es que no han podido hacerse efectivos esos derechos estipulados en la Ley de Autonomía. Hay unos derechos muy lindos en papel pero que no son efectivos. Hay invasión a las tierras comunales, no hay manera de ejercer el autogobierno, que era la visión, que era lo que supuestamente se quería con la Ley de Autonomía.
Pero la Ley de Autonomía se aprobó hace 30 años… ¿Qué debería hacer el gobierno para garantizar que se cumpla eso que ya debería estar funcionando desde hace años?
Yo creo que el problema es de fondo. El gobierno nacional, no importa de qué tipo sea, no tiene interés en esto. El gobierno nacional siempre va tener una visión nacional, su enfoque nunca va a ser qué es lo que quieren o lo que necesitan los costeños. Hay una contradicción que siempre se va a dar, entre los intereses de los costeños y los gobiernos nacionales.
Y por eso es que muchos costeños dicen: “tal vez no hay que depender del gobierno nacional, para que resuelva o que sea el que haga realmente la autonomía”.
¿Qué significa realmente la autonomía en el ideal y cómo protege a la gente de la Costa Caribe?
La idea es que los pueblos que históricamente han habitado la Costa Atlántica van a tener el poder de organizarse en base a sus tradiciones y a tener control sobre el espacio de la Costa.
El marco que se crea con la autonomía, sin embargo, hace eso muy difícil porque da iguales derechos a afrodescendientes, indígenas y mestizos, que en muchos casos han llegado más recientemente a la región. Ahora los mestizos son la mayoría.
En un marco legal en el que lo que pesa es el número demográfico, siempre van a tener más peso político ellos (los mestizos), y eso crea una situación muy difícil. Es muy difícil dentro de ese marco que las aspiraciones de los costeños, de realmente controlar sus territorios ancestrales, puedan ser realidad.
¿Creés que alguna vez vamos a lograr ser esa nación multicultural, que está en el papel, en la Constitución y en las leyes?
Siempre tenemos que trabajar por llegar ahí, aunque no lleguemos en mi vida, o en la tuya, pero siempre tenemos que trabajar para avanzar hacia ahí.
Pueden seguir el trabajo de la investigadora en su cuenta de twitter: https://twitter.com/creoleprof