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La activista que soñó con un país libre

“Mi preocupación es que la juventud crea que son ellos los dueños ahora de estos cambios y que por tanto ellos son los que tienen que estar todos en todos los poderes del Estado".

Su contextura es rellenita, de piel morena, su cara redonda y sonriente, de cabello largo agarrado, su trato es muy maternal, su habla es franca, coloquial y conserva modismos del campo. Luz nació hace 63 años. Tiene tres hijas y un hijo, es abuela de un adolescente y de una niña. Es de una comarca rural en el departamento de Matagalpa, en el norte de Nicaragua, pero vive en Managua, la vida la trasladó para acá. Pareciera que la conozco desde hace años, pero no, apenas hemos intercambiado mensajes de texto y hasta ahora nos encontramos por primera vez en su oficina, donde están preparando la celebración del orgullo gay y logramos conversar entre explosiones de chimbombas y la jaladera de sillas que sirven de escalera.

Luz trabajó toda la década de los ochenta en AMNLAE (Asociación de Mujeres Nicaragüenses Luisa Amanda Espinoza). A raíz de la crisis sociopolítica del 2018 ella igual que yo se pregunta: ¿Qué es lo que pasó?, ¿por qué no entendimos un montón de cosas?, ¿por qué ahora sí estoy entendiendo varias cosas? La veo frente a mí y por dentro -sin que ella lo sepa- le hago una reverencia. Su esencia reposada puede llevarme a hacer ese recorrido al pasado de mi país. Entonces le hago preguntas abiertas y la dejo hablar. Acá comparto fragmentos de sus memorias:

“Yo tendría unos 17 años en esa época. Cuando me integré lo único que hice fue trasladar municiones de un lado a otro y divulgar la Radio Sandino, en aquel entonces era importante escucharla para saber cómo iba la lucha sandinista y cómo iban derrocando poco a poco a la dictadura somocista…Vos escuchabas la Radio Sandino en las comunidades y nadie te perseguía…vos la ibas a escuchar donde le encontrabas señal, y nunca nos golpearon, nunca nos siguieron. Es más, sabían que un montón de gente de mi comunidad íbamos a escuchar la radio a ver qué decían, teníamos una casa hoy y otra mañana… No había esa crueldad que hay de los sandinistas actuales…”

Le pido a Luz que me hable sobre una inquietud profunda que tengo: quiero saber cómo y por qué se llegó a la idealización de los líderes, lo que desde mi punto de vista cultivó en poco tiempo el fanatismo hacia Daniel Ortega -que comenzó en los años ochenta-. Me preocupa mucho ese tema porque creo que es una de las raíces del problema que nos lleva como sociedad a elegir reiteradamente “caudillos”: los Somoza, Ortega y me atrevo a incluir a Arnoldo Alemán. Todos con temperamentos y estilos diferentes pero dotados de un poder sobrenatural para “resolver” los problemas del pueblo. Los Somoza elegantes y autoritarios, Alemán campechano y alegre, y en el caso de Ortega rodeado de un misticismo mediático.

Encantamiento

Luz prosigue: “En los años 80 se elabora la Constitución Política, ahí aparecíamos las mujeres y salieron unos conceptos muy importantes para los derechos de las mujeres, que para nosotras eran nuevos, eso crea un encantamiento. Salieron todos aquellos trabajos en conjunto con hombres y mujeres en que vos dejabas a tus hijos, muchas veces con el hombre y tenías que ir con otros a cortar café o a cortar algodón o a limpiar los cauces y todo ese asunto, eso también era un encantamiento. ¿Entonces dónde podías colocar al señor? Como le dicen muchos, lo tenías que colocar en un altar y no solo a él, sino a los nueve (*). Yo creo que la intencionalidad de alguna manera no estaba mal… y otra cosa era ese asunto laboral que aunque no supieras te ponían en un empleo y bueno, el empleo es dignidad, el empleo es independencia… todo eso fue encantador…”

“Yo creo que el ensalzamiento que hubo a esos líderes tuvo que ver también en resumen con esos encantamientos que yo estoy planteando, fue una cosa tan increíble, es decir, aunque nos negara el derecho a abortar, -porque sí nos negó el derecho a abortar en 1986-, ¡ni lo vimos las mujeres!, algunas feministas hablaron, abrieron su boca, pero fueron calladas rápidamente…”

“Siempre ha habido, la idealización de los líderes, y yo que trabajé en AMLAE me acuerdo de muchas cosas de esas. Por ejemplo, vos podías redactar una hoja de qué es lo que había pasado en tu comunidad durante ese mes o esos quince días y quien leía ese informe era el reconocido o la reconocida que el Frente desde arriba asignaba… entonces había una cierta ideologización y privilegio de quien tenía que hacer esas cosas, y esos privilegios se volvían casi que, nada podía salir ni nada podía entrar ni nada podías hacer si vos no consultabas, es más, así tranquilamente algunos te decían: pero mejor hay que consultarle a Pedro, porque él tiene muchos años, él es el que sabe todo, él es el hombre aquí, hay que consultarle. Es igual como vieron los líderes de las bases a Daniel Ortega por años, él era el hombre, él era EL GRAN HOMBRE, ÉL, EL DIOS, y eso sigue en el imaginario y en la práctica…”

 Miedo

“Yo creo que le hemos tenido miedo a este Frente Sandinista desde el comienzo…. ellos hicieron una guerra armada y en esa guerra armada se voló moros y cristianos como decimos popularmente… En eso de defender la Revolución es también no dejar a nadie que piense distinto. Probablemente la mortandad fue mucho más porque el miedo fue profundo (y las personas prefirieron el silencio). No fuimos solo nosotras las que le tuvimos miedo, igual se fue desbarrancando la Central Sandinista de Trabajadores, se fue desbarrancando ANDEN (Asociación Nacional de Educadores de Nicaragua)… un montón de gente comenzó a decir: hasta ahora,  ya no más…eso sucede a fines de los ochenta”.

«Cuando pierde Daniel Ortega hay un alivio generalizado de los y las sandinistas, sentido por mí y sentido por un montón, aunque llorara había alivio, porque había alivio de paz, de libertad y de autonomía». (Luz)

“¿Qué hacíamos en AMNLAE? Por los derechos de las mujeres no trabajábamos, absolutamente nada, éramos activistas del Frente Sandinista en cada uno de los barrios o comunidades rurales, llevábamos todos esos mensajes, todas esas orientaciones y líneas que no han terminado, que siguen, el modelo sigue igual, ese modelo de que te mandan a llamar, te dan todas las instrucciones, te dan el documento, vas a la comunidad, lees el documento, reunís a la gente, cuentan lo que está pasando y les cuentan y les dicen cómo se tienen que comportar cuando llegue alguien que quiere derrumbar la Revolución. Yo creo que esa es una estrategia que el Frente Sandinista ha mantenido minuto a minuto…”

Desencantamiento

“Entonces creo yo que el desencantamiento para mi viene después del Servicio Militar Patriótico en términos sociales, en términos de derechos humanos el desencanto viene en 85. Viene ese desencanto de las mujeres hacia la posibilidad que la Revolución las tomara en sus estrategias políticas, porque ya lo tenía en la Constitución, -hablaba de una emancipación y hablaba de discriminación y de la igualdad de género-…. pero en realidad las mujeres lo fuimos viendo de una manera distinta porque comenzamos a verlo en la práctica. Ajá pues, estos tienen todo el poder, ya han hecho un montón de cosas, toda esta vaina del Servicio Militar ha dejado cantidad de muertos y mujeres sin su compañero, sin su hijo, aquí el sufrimiento es grave; ajá y para colmo de males no hay manera que la violencia contra las mujeres -que ni la lográbamos identificar tanto-, porque era sutil, era sumamente íntima…ese era más o menos la barbarie que las mujeres estábamos viviendo en esos entonces y yo soy de esas, personalmente, con experiencia en violencia, con experiencia en esas atrocidades del machismo… toditito lo viví yo en carne propia. Es decir, las mujeres no servíamos más que para ser mujeres de ellos, amantes de ellos… Ese encantamiento se fue desvaneciendo”.

“Mirá yo tuve un aborto en 1984 y el aborto ya había sucedido, ni si quiera había sido en el momento y me llamaron a una reunión en el DRI (Departamento de Relaciones Internacionales). Me llamaron como dos meses después, pero no solo me llamaron para saber si me había hecho el aborto si no que llamaron a mi compañero para decirle que me había hecho el aborto… Ellos hicieron como un castigo, ellos llaman a mi compañero en la mala intencionalidad, si él no lo sabía, si tenía más de dos meses, ¿Por qué lo llamaron a él?, además llamaron al abortista, porque también estaba en las filas del Frente y también le llamaron la atención, y le llamaron la atención a otra que me siguió a mí…. ahí te salen algunos desencantamientos…”

“Nosotras en 1989 fuimos a una asamblea de AMNLAE muy grande que presidía por supuesto unos cuantos de la Dirección Nacional. En ese entonces nosotras nos juntamos cinco mujeres de AMNLAE para plantearle en la Asamblea Nacional… que no queremos separarnos, pero si queremos autonomía de AMNLAE…  ya nosotros habíamos hecho algunas investigaciones pequeñas que tenían que ver con los niveles de violencia que hacía la militancia sandinista, la gran militancia a sus compañeras, entonces nosotras dijimos, si no nos apartamos como estructura del Frente no vamos a poder tener libertad para hacer muchas cosas, aunque personalmente seamos del Frente…esa fue una primera historia sobre el tema de la autonomía que nosotros planteamos alrededor de una asamblea de mil mujeres aproximadamente… después de eso, ellos nos escucharon porque no había paronde, pero después de eso hubo una guerra bárbara contra las que habíamos hablado, contra las cinco. Después también nosotros hicimos un cabildeo con las que más nos allegábamos y el aumento de la necesidad de tener autonomía en AMNLAE fue creciendo bastante, al extremo que en 1989, ya casi por perder la Revolución, nosotras comenzamos una pelea más política, con más información de lo que significaba el Frente Sandinista para las mujeres y ahí nosotros presentamos una obra de teatro y yo estaba en la obra de teatro…”

“En la obra de teatro planteábamos la violencia solapada que se vivía en el Frente Sandinista y como la Policía actuaba cuando las mujeres llegaban a hacer una denuncia… nos juntamos como dos mil personas, presidió Daniel Ortega y la Rosario Murillo… y la Doris Tijerino que era la jefa de la Policía… lo que ellos no saben es qué contenido trae el teatro. Claro, el teatro era desenmascarar a la Policía de su actuación, desenmascarar a los militantes del Frente como golpeaban a sus compañeras de vida en sus propias casas, desenmascarar la violencia que se vivía escondida del Frente Sandinista… pasó que después nos llamó la comandante Doris Tijerino para que nos retractáramos y me acuerdo bien que nos comenzamos a ver las caras pero ¿cómo te retractas de una obra de teatro? entonces le dijimos: no, eso no se puede hacer… por lo menos tienen que ir a hablar a la radio que no fue eso lo que quisieron decir, tampoco vamos ir, no vamos ir, ahí estábamos rebelde total, no fuimos. Ahí comenzó una pelea de correr a las de AMLAE, ahí nos corrieron a muchas…”

Reclutamientos

“Entonces en ese Servicio Militar, tanto madres que dieron voluntariamente a sus hijos y que vinieron en cajas, como madres que se opusieron y se los metieron dentro de sus naguas y se los sacaron y algunos también que los mataron porque se pusieron tan rebeldes que nunca fueron y se escondieron y cuando los encontraron los mataron. Todo eso por un lado, alguna gente tenía cierto encantamiento puesto que era verdad que había que defender la Revolución, era verdad que a lo mejor su hijo se hacía como más hombre -dicen en ese vocabulario sexista que hay-, pero otras decían no quiero que mi hijo vaya tampoco a morir, tampoco quiero que me quiten a mi hijo. A algunas madres se los quitaron y eran sus únicos hijos, y ahí fue donde hubo los 50 000 muertos y ahí es donde hubo los errores más grandes”.

“Yo en ese tiempo trabajé exactamente en eso, en irle a avisar a las madres que ahí traíamos el muerto, en llevar la bolsa de pan, llevar los cinco mil pesos, en llevar la camioneta a la orden, en llevar las sillas, las cien sillas y la bandera roja y negra, en todo eso, trabajé yo.  Es lo mismo que ellos quisieron hacer con nuestros muertos (actualmente)”.

Abril del 2018

“Yo sinceramente, mis respetos para esas juventudes, yo creo que eso explotó. Y yo creo que las juventudes estaban ahogadas también en este sistema. “Me identifico totalmente, mis respetos para ellos…”

“Nosotros en esta etapa estamos hablando de una democracia distinta, de una democracia más participativa … que todos estemos insertos en esa democracia. Eso es distinto, no se hablaba de democracia en aquellos años, se hablaba de Revolución, Revolución Sandinista, Revolución solidaria, comunismo o socialismo…. otras diferencias que hay ahora en esta nueva lucha es que estamos hablando del respeto a los derechos humanos de las personas; otro de los cambios es que probablemente el fundamentalismo religioso tendrá que sentarse con aquellos actores y actoras que cuestionamos al fundamentalismo religioso porque condena los cuerpos de las mujeres… pero lo importante para nosotros es que hablemos del cambio y que no nos maten, que gritemos en las calles y no nos persigan, que nos den entrada en la Asamblea y no nos busquen después para matarnos. Este es el cambio que creo, soñamos, que puede haber”.

“Mi preocupación es que la juventud crea que son ellos los dueños ahora de estos cambios y que por tanto ellos son los que tienen que estar todos en todos los poderes del Estado y que la gente adulta o las organizaciones viejas que están aquí pues que no jueguen porque los que dieron la vida fueron los jóvenes, este sí que es un miedo mío siempre también…. A mí me parece que lo que hay que respetar son los marcos jurídicos que existen en cada país…”

Notas

(*) Las imágenes de los afiches, son tomadas del libro La Revolución es un Libro y un Hombre Libre, publicado por el Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (IHNCA) de la Universidad Centroamericana UCA.

(*) Los nueve son los comandantes de la Revolución: Tomás Borge, Jaime Wheelock, Víctor Tirado, Bayardo Arce, Daniel Ortega, Humberto Ortega, Luis Carrión, Carlos Nuñez y Henry Ruiz.

(Este testimonio es parte de una serie de entrevistas que abren la ventana a los recuerdos relacionados con la Revolución Sandinista de los años ochenta, así como sobre los sucesos vividos en Nicaragua en el año 2018. El único objetivo es agitar las memorias personales para aprender del pasado a través del  ejercicio de soltar “lo que no se ha dicho”  y de reflexionar a partir de la experiencia individual y colectiva. Usted está invitado, invitada, a sacar sus propias conclusiones / Las entrevistas se realizaron como parte del trabajo final presentado en el diplomado Memoria y Comunicación impartido por la Universidad Centroamericana (UCA) en 2019.