Si algo ha puesto de manifiesto el coronavirus en nuestras vidas es que el futuro de las familias es inevitable que sea digital. Teletrabajo, videollamadas familiares o las clases en línea son ya algo cotidiano para muchas familias.
Y aunque se volverá a la vida social una vez superada la pandemia, hay aspectos que permanecerán con nosotros en mayor o menor grado.
Por eso debemos reflexionar sobre qué papel tiene la tecnología en los hogares en una mundo pospandemia, especialmente si los niños son pequeños, y qué nos dice la ciencia sobre esto.
El tiempo que pasan los menores con pantallas ha copado la agenda investigadora y el debate social en los últimos años. Cuánto tiempo de conexión era el apropiado era la gran pregunta y las limitaciones a su uso una de las principales respuestas.
Estos planteamientos se muestran ahora ineficaces y dejan de lado aspectos importantes como qué hacen los niños con las pantallas y qué tipo de conexiones realizan. Además, la obsesión por el tiempo ha generado estrés y ansiedad en toda una generación de padres y madres, tanto los que rechazaban frontalmente la tecnología en el hogar como los que pretendían equilibrar su uso.
Y es que todos los padres y madres presentan su propio tipo de esperanzas o miedos ante el futuro de sus hijos/as y el papel de la tecnología en él.
Los progenitores ya pasaban mucho tiempo con pantallas antes de la pandemia (9 horas de media, y 3 de ellas con el móvil). Ahora, ese uso se ha trasladado en mayor medida a los hogares. En 2020 se aumentó también el número de horas de visionado audiovisual en casa y el teletrabajo ha hecho que los padres y madres estén más tiempo con los hijos/as, pero también más conectados a las pantallas con los menores delante.
Estudios demuestran que los niños de entre 0 a 6 años pasan una media de casi 2 horas con teléfono móvil o tableta, principalmente viendo vídeos de Youtube o de plataformas audiovisuales como Netflix. ¿Qué aporta esto a la crianza de los hijos/as? ¿Facilita o dificulta la labor?
Tecnología que ayuda
La tecnología ofrece valores positivos en la crianza.
Los padres y madres utilizan la tecnología para desestresarse cuando están mucho tiempo en casa con los hijos/as y sin contacto con otros adultos. Pueden leer las noticias o charlar con amigos.
Hay estudios que observan un efecto positivo del uso de la tecnología en las madres, en particular en las primerizas, que utilizan páginas especializadas y comunidades en línea para resolver dudas sobre la salud de sus hijos y sentirse arropadas en el desarrollo de su maternidad.
Por otro lado, durante la pandemia hemos visto que la socialización y educación de los niños pequeños ha sido en línea. Ellos/as han hablado con familiares, educadores y amigos/as a través de videoconferencias, aumentando su conexión emocional en los largos tiempos que han estado encerrados.
En este sentido, se ha demostrado que incluso los menores de dos años aprenden de las personas que aparecen en un videochat cuando responde a una necesidad social de conexión. Hasta en la lectura de libros virtuales a niños pequeños, una técnica habitual en momentos de confinamiento.
Cuando es una interferencia
Sin embargo, la tecnología también puede dificultar la crianza. La omnipresencia de los dispositivos móviles en el hogar durante este tiempo ha hecho que muchas de estas conexiones de los adultos con las pantallas sean inconscientes en forma de small burst, en ráfagas de incluso cuatro segundos de duración.
Esto crea un hábito de conexión digital constante en los padres y madres que aumenta las posibilidades de interferencia mientras se realizan actividades diarias como, por ejemplo, jugar, comer o simplemente hablar con los niños/as. Es lo que los expertos llaman technoreference.
Al no existir horarios estrictos, se puede contestar un mensaje desde el móvil mientras jugamos con los hijos/as y puede empezar entonces un círculo vicioso: a mayor estrés de los padres, más uso de la tecnología en pequeños momentos y mayor posibilidad de interferencia. Esto acarrea que los niños/as se porten peor y aparezcan con más frecuencias conductas negativas como las rabietas en los menores de seis años e incluso ansiedad a corto plazo.
Algunas ideas para equilibrar
En definitiva, la tecnología puede aportarnos mucho en la crianza si se busca un equilibrio con naturalidad y conciencia y se evitan las interferencias.
Los padres y madres deberían reflexionar sobre qué valores les aporta el uso de la tecnología en su casa (educación, entretenimiento, relax…) e intentar articularlos con su propio ritmo y rutina. Los niños/as necesitan interacción para er plenos, por eso es bueno fomentar la creación de momentos valiosos en familia con la tecnología, como ver una película juntos o bailar con un vídeo de Youtube.
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Se trata de crear momentos en los que tenemos toda su atención. Sería bueno intentar que no inunde ni todo nuestro tiempo ni todos nuestros espacios. Por ejemplo, aparcar el móvil o el ordenador cuando no sea la actividad principal que estamos realizando o evitar tener la tele puesta si no la está viendo nadie, ya que dificulta otro tipo de actividades que podamos estar realizando con los hijos/as.
*Este artículo fue republicado de The Conversation bajo licencia Creative Commons. Lea el artículo original. María del Mar Grandío Pérez, Profesora Titular de Universidad, Universidad de Murcia