En pantalla

“La Balada de Buster Scruggs”: seis variaciones sobre la comedia de la muerte

El manejo de varias historias independientes le permite a los Coen explotar uno de sus talentos más especiales: crear personajes memorables

     

La noticia de que los hermanos Joel y Ethan Coen habían firmado con Netflix para producir una serie antológica fue un pequeño terremoto en círculos cinéfilos. Con el tiempo, el proyecto se reconfiguró como una sola película.  “La Balada de Buster Scruggs” ya está disponible en todos los territorios cubiertos por el servicio de streaming. Es tan buena, que no importa que nunca la veamos en la pantalla gigante del cine. Es una de las mejores películas del año. Y quizás sea más poderosa por llegarnos en la intimidad de nuestros hogares.

La película se introduce, literalmente, como un libro de historias, empastado en cuero y con letras doradas. Este recurso solía señalar a las películas como adaptaciones literarias, infundiéndoles cierto prestigio y cachet artístico. Claro, los Coen han escrito el guion, y estas historias solo existen como guiones y ahora, películas.

“La Balada de Buster Scruggs” es apenas la primera parte. Tim Blake Nelson es un pistolero cantor, a punto de descubrir a un contrincante digno de su puntería. En “Cerca de Algodones”, un ladrón de bancos (James Franco) enfrenta complicaciones inesperadas en su último golpe. En “Vale de Comida”, un empresario artístico (Liam Neeson) y su estrella (Harry Meling) buscan una solución a su popularidad menguante. En “Un Cañón de puro Oro”, un buscador de oro (Tom Waits) encuentra la veta de su vida en un paraíso natural. En “La Niña que se puso nerviosa”, una joven soltera (Zoe Kazan) encuentra amor y tragedia en una caravana camino a Oregon.  “Los Restos Mortales” nos encierra en una diligencia donde un tahúr francés (Saúl Rubinek), una piadosa mujer (Tyne Daly) y un cazador furtivo (Chelcie Ross) entablan una siniestra conversación con dos hombres (Jonjo O’Neil y Brendan Gleeson), que llevan el cuerpo sin vida de un forajido entre su equipaje.

La ambición por pasar más tiempo en el universo creativo de los Coen me hace lamentar la ausencia de una serie de TV, pero “La Balada…” es un brillante ejercicio narrativo, cuyo poder depende, precisamente, de presentar sus seis cuentos como un conjunto. La muerte es el gran tema unificador, pero las variaciones de tono y estilo dialogan entre sí, con una elocuencia que se perdería en el impredecible flujo de consumo de una serie.  El cine es un arte que dispone del tiempo como si fuera una de sus materias primas, y los deliberados contrastes en ritmo también juegan parte en esta sinfonía fúnebre. La primera historia es una abrupta comedia musical. La segunda, una picaresca de fina ironía. La tercera historia supone un cambio de registro importante, desplegando una profunda meditación sobre el ejercicio del arte, el comercio, y cómo afectan los vaivenes de la popularidad. La cuarta historia es lenta y contemplativa. La quinta, tiene profundidad novelesca, tan rica, que en menos de media hora se expande ante nuestros ojos como si fuera un largometraje. La historia final va a fondo con su cualidad alegórica.

El manejo de varias historias independientes le permite a los Coen explotar uno de sus talentos más especiales: crear personajes memorables. Sus protagonistas –Marge Gunderson (Frances McDormand), la policía embarazada de “Fargo”; Jeffrey Lebowski (Jeff Bridges), el hombre más perezoso del mundo en “The Big Lebowski”; y el músico fracasado Llewyn Davies (Oscar Issacs) en “Inside Llewyn Davies”– siempre vienen rodeados de un pequeño ejército de caracteres excéntricos, que en una o dos escenas, dejan una marca indeleble. Aquí, virtualmente todos los personajes pertenecen a ese exclusivo club.

La fotografía digital supone una reunión con Bruno Delbonell, director de fotografía de “Inside Llewyn Davis”. Las imágenes adquieren un brillo hiperrealista, que contrasta con el carácter mítico del viejo oeste y sus paisajes evocativos. En la última historia, pasamos del atardecer a lo más oscuro de la noche, sin más indicio que la luz reflejada en los rostros de los personajes. Todo se ve nuevo y brillante. Es una manifestación visual de que bajo sus viejos ropajes, los directores logran que el western se sienta nuevo otra vez. Diría vital, pero considerando su fascinación con la muerte, el adjetivo se vuelve inapropiado.

“La Balada de Buster Scruggs”
(The Balad of Buster Scruggs)
Dirección: Joel & Ethan Coen
Duración: 2 horas, 12 minutos
Clasificación: * * * * (Muy Buena)

*Para leer más, visitar el blog del autor: aquí