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Con Nicaragua en sus manos
Ilustración Mujer Urbana | Niú

"He intentado comprender la profundidad de las heridas que han dejado el montón de conflictos sociopolíticos y conflictos armados en Nicaragua los últimos años"

Elizabeth es una chavala de 22 años. Está recién graduada de sicología, tiene un estilo superfresco de vestir, short, camiseta y lleva zapatos tipo boliche que yo amaría usar con jeans. Va sin maquillaje por la vida, usa gafas, su pelo es liso, oscuro y pesado, sin prensadores, que cae hasta la barbilla.

Ella quiere hablar, quiere contarme lo que vio, lo que sabe, siente y lo que piensa. Por mi parte lo que más quiero saber es cómo se vivió la insurrección de abril siendo ella una de las protagonistas. Ella es de la generación Z y también quiero saber qué siente en relación a los sucesos de la década de los ochenta y qué quiere para su futuro.

La llamaré simplemente Eli, tiene madre nicaragüense y padre cubano. Su acercamiento con la guerra del 1979 le llegó de oído a través de las pocas historias que su madre le cuenta, de las bombas, del cadáver del amigo de la familia que se hallaron fusilado, sus tíos yendo a la montaña. Sin embargo, actualmente ni su mamá ni sus tíos acostumbran hablar del tema, a veces lo mencionan, pero no profundizan, en cambio su papá: “Yo siento que mi papá realmente tuvo una vivencia muy fuerte, y con su disidencia y su ruptura llegó a irse al otro extremo. Mi papá siento que tiene mucho resentimiento a todo ese proceso… y lo ha exteriorizado de una manera muy incendiaria también, hasta un punto en que a mí me generaba un poco de repulsión y de no querer hablar de eso…”

“Yo no nací con ese romanticismo de la Revolución, a como dije, la familia de mi mamá hasta cierto punto sí era sandinista…. compaginaban con la ideología, se sentían identificados con eso por su propia historia, pero no eran tan cerrados en ese asunto. Entonces yo no sentí que tuve una ruptura de romanticismo con la Revolución ni nada de eso. Más que nada yo creo que a la Revolución desde siempre yo la miraba con ojo crítico”.

Cortesía | Niú

“Yo comprendía por lo que leía, por lo que me contaban mis amigos, los papás de mis amigos. Yo comprendía que había sido un sueño bien grande, incluso a mí me movilizaba pensar que en su momento hubo mucha gente levantándose y luchando por algo que creía justo: derrocar una dictadura. Pero también sí creo que me daba la oportunidad de abrir la mirada y comprender que no había sido justo para todos y que también respetaba el hecho de que algunas personas no hayan estado de acuerdo con la forma en que eso se llevó a cabo. Siento que estaba abierta a escuchar las historias. A mí me movió mucho el libro de Irene Agudelo y también la película de Gloria Carrión”. (1)

La violencia estatal en primer plano

“Esa vez fue la primera que miraba paramilitares en persona, que en ese momento no los llamábamos paramilitares, eran los grupos de choque, igual eran estos motorizados vestidos de negro, con palos y piedras. Fue mi primera vez viendo como esas personas llegaban de pronto, irrumpían y golpeaban a personas. Siento que me movió un montón también porque la mayoría de las personas que golpearon eran campesinos ancianos…. Entonces creo que desde ahí para mí fue mi primer: esto no está bien. Tampoco comprendía como luego de eso, al día siguiente, ya eso dejó de ser noticia y ya pues, como la gente siguió con su vida, no pasó nada. Creo que llegué a mi casa muy en shock. Yo ya estaba en la carrera, incluso eso lo viví con dos compañeras de clases…”

Cuando sucede el incendio de la reserva Indio Maíz, (2) Eli cuenta que entre sus amigos los comentarios eran que la situación del país no iba para ningún lado y percibían que algo iba a pasar que sacaría a la gente de su comodidad: “…Las marchas de Indio Maíz yo siento que no fueron ni siquiera tan masivas. Eran grupos de gente un poco reducidos, la mayoría chavalos y chavalas. Y la Policía supo cómo contrarrestar un poco esas marchas porque hacían cadenas para que la gente no pasara, entonces de pronto las marchas se desarticulaban y ya”.

“Yo en Indio Maíz no fui muy activa, solo participé en las marchas y en las movilizaciones. A lo que convocaban yo iba y me coordinaba con mis compañeras para ir. Pero ya luego fue mucho más complejo creo yo… el 18 de abril iba a ir yo al plantón en Camino de Oriente, pero cuando yo me estaba movilizando para allá, ya estaban golpeando a las personas, entonces a mí me tocó dar unas cuatro vueltas buscando cómo sacar gente de ahí, que no se pudo, entonces luego terminé en la UCA esa noche. Me moví con mis compañeras para la UCA (3) y ahí se da el ataque a la universidad”.

“Estuve dentro de la universidad un par de horas esperando poder salir de ahí. Yo creo que ese día fue de no retorno también. Ya luego de eso era ver de qué forma podíamos hacer cosas. El 19 de abril por ejemplo no me moví del todo de mi casa porque estaba todavía con el shock de lo que había pasado el día anterior. Cuando me desperté las universidades estaban de pie, la UNI estaba de pie, la Agraria estaba de pie. Yo recuerdo que mi mamá me dijo: vos no vas a salir, si eso ya está encendido, qué vas a llegar a hacer”.

“Ese día decidí no salí, pero también porque yo no me estaba sintiendo bien. Ya los días siguiente sí, con amigas nos empezamos a coordinar, fuimos a la UPOLI a dejar víveres, pero terminamos en Catedral donde nos quedamos atrapadas el día en que fue tomada. Ese fue para mí el segundo día fuerte. Las cosas que vi dentro de Catedral me sensibilizaron un montón. Yo dije tengo que hacer algo, no puedo quedarme de brazos cruzados”.

“En Catedral había un niño de dos años -la primera vez que entra la Policía y paramilitares al predio de Catedral que lo intentaron quemar-, el niño estaba viendo, estaba viendo desde una ventana. Yo recuerdo que volteaba a ver su mamá, tenía como dos, tres años, casi no hablaba, juntaba oraciones, no entendibles, dijo algo así como ¿Por qué Policía hace eso? entonces la mamá le dijo: están pasando muchas cosas que ahorita no vamos a lograr comprender. Él le dijo: yo no tengo armas para defenderte. Eso a mí me quebró, yo recuerdo que estaba con una amiga y mi amiga se puso a llorar superfuerte, yo estaba abrazándola, pero al mismo tiempo yo por dentro sentía que ese niño no debería estar viendo eso”.

“Incluso eso me remontó mucho a mi mamá y a las historias de las bombas, ¿Por qué le están haciendo esto a la niñez otra vez? … viene generación tras generación herida por cosas que no debería estar viviendo…”

“Decidimos con compañeras y compañeros intentar brindar atención en las marchas y en otras plataformas también (atención sicológica), contención al menos porque sentíamos que había una necesidad muy latente, la gente estaba descompensada, estaba muy cansada, la gente lloraba todo el tiempo. Creo que incluso era por nosotras mismas que al inicio lo sabíamos, yo me decía al inicio constantemente, si yo estoy tan mal, si yo me siento tan mal, que tengo estrategias, tengo conocimiento, ¿Cómo estará la gente que no puede acceder a nada de esto?”

En la UNAN

Cortesía LaFritangaNica | Niú

“Yo entré a la semana de que la UNAN es tomada. Ya luego entraba y salía el mismo día. También con mis compañeros estuvimos entrando para poder crear grupos… sí hicimos algunas cosas dentro de la UNAN (3) pero siento que no fue demasiada la convocatoria (para brindar ayuda sicológica) por lo mismo, los chavalos tenían la mente en otra parte…”

“Todas las experiencias dentro de la UNAN fueron muy diversas también, yo siento que al menos la primera vez que entré, que fue justo una semana después de que ellos se atrincheraran, el ambiente era muy cálido a pesar de que había momentos hostiles, porque era lo mismo, no se estaba ahí para hacer fiesta ni nada de eso, había siempre un estado de alerta constante, de que si atacan…. ya desde el inicio era evidente que había como roces, inclusos entre los mismos chavalos porque estar compartiendo espacio durante tanto tiempo con gente que ni si quiera era tu amiga y la acabas de conocer igual hasta cierto punto va a generar roces. No eran conflictos tan fuertes, pero al menos yo así lo percibía, como enojos, rivalidades y tal, pero sí era un ambiente cálido…”

“Yo estaba muy asombrada porque por portones había una cantidad de gente, o sea, eran demasiadas personas que estaban dentro de la UNAN. Contrario a lo que pasó los últimos días a los que llegué, que eran muy pocas personas dentro de la UNAN, casi no había nadie en los portones, había quizá unas 20 personas por portón, y la primera vez que yo llegué podía contar hasta 300 personas por portón… Esa semana a mí me llenó un montón… era un momento que para mí es histórico incluso -ni si quiera las clases sociales importaban-, era como una ruptura, es que nadie hacía conciencia de eso, era toda la gente socializando al mismo nivel. ¡Increíble! un poco surreal también… hablando a niveles más horizontales. Fue muy bonita esa experiencia creo yo, poder experimentar eso que no pasa siempre. Sí era muy cálido, había mucho recibimiento, hasta cierto punto yo me sentí muy segura, muchos momentos con gente que ni si quiera conocía, la gente te hacía sentir segura, como que estaban ahí para vos pasara lo que pasara… era surreal”.

“Ya luego de eso sí para mí se convirtió en un entorno bastante hostil. Evidentemente entre todo eso también yo de forma transversal identificaba mucho acoso… mucho acoso a las chavalas, incluso a mí me acosaron en varias ocasiones. Había mucho comentario y comportamiento supermachista. Yo recuerdo que en un momento llevaron lanzamorteros a los chavalos y no le dieron ninguno a las mujeres, entonces yo estaba muy molesta, no podía comprender por qué, y les decían cosas como que vos no vas a hacer nada cuando vengan… Si vamos a hacer rupturas creo que deberíamos empezar por ahí”.

“Por otra parte, otra cosa que me molestaba un poco era la gente pensando que no era importante hablar de eso (discriminación de género, acoso) en ese momento -porque era divisionista-, pero creo que esa gente no estuvo presente en este tipo de dinámicas que al final sí eran hasta cierto punto bien violentas, porque eran chavalas intentando hacer algo, era en su universidad, se estaban atrincherando en su universidad e igual no las dejaban ser parte y les seguían relegando a tareas más de cuidado, lo cual me parecía un poco retrógrado también…”

“Evidentemente cuando yo hablo de violencia (entre los atrincherados/as) lo hablo más allá incluso de las armas. Lo hablo yo desde la rabia, desde las acciones, de cómo hasta cierto punto se está exteriorizando el odio, porque si bien, nunca llegó a ser acción…sí había mucha exteriorización quizá verbal… Yo quisiera que se mueran, yo quisiera matarlos, una sensación de venganza creo yo… Creo que nunca lo van a llevar a cabo… pero siento que hasta cierto punto es peligroso porque ese odio y esa sed de venganza puede llevar a muchas cosas, incluso al arriesgar sus propias vidas”.

“Eso para mí es una forma de medir la violencia porque como no podían descargarlo contra alguien más, la forma era a pues yo pongo en riesgo mi vida para obtener venganza. Eso se vio en muchas ocasiones… Yo recuerdo que hubo un momento que yo dije ¿Qué está pasando?, que fue de las últimas veces que llegué porque yo ya no miraba a los chavalos que miré en las primeras semanas, si no miraba a chavalos bien robotizados. De pronto parecía como que de verdad se habían metido en el rol de la guerra -aunque no estuvieran librando ninguna-, era como un pensamiento supermilitar… Al final siento que el odio llegó hasta cierto punto a marcarlos mucho, y eso, el no dormir bien, no estar comiendo bien, no poder ver a sus familias, todas las limitantes que tuvieron en un sentido de afecto y de conexión con sus propias realidades, creo que hizo que ellos se metieran mucho en el cajón de estamos resistiendo y por tanto era muy robotizado”.

“La UNAN es atacada el viernes 13 de julio, yo entré como el 12 o el 11 la última vez… yo salí muy desesperanzada ese día, o sea de todos los días en los que yo estuve yo creo que ese día fue uno que a mí me sacó muy removida. Yo salí como en alerta, salí pensando en muchas cosas, incluso llegue a mi casa y estaba muy preocupada porque los chavalos a mí me exteriorizaron mucho miedo y me decían: Ya sabemos que algo va a pasar…, yo quiero disculparme con los chavalos porque yo sé que a veces me pongo de mal humor, a veces ando muy enojado… yo les preguntaba, ¿Por qué necesitas decirlo ahorita?… ellos me decían: Porque sí, porque yo siento que hay una gran probabilidad de que muera pronto”.

“Yo ya había hecho clic en que mi lucha iba más desde donde yo podía ayudar y desde la forma en la que yo podía acompañar. Yo sabía que tenía que salir de ahí (de la UNAN), empezar como a estructurar acciones desde otros espacios… Yo ya me estaba sintiendo un poco insegura… si hubiese seguido en ese ritmo iba a ponerme en mucho riesgo y no solo a mí, a mi familia también…”

¿Ves cambios en el hacer política?

“Yo creo que tanto sí como tanto no. Yo sé de muchas personas que estuvieron muy involucradas adentro en esto de la defensa y creo que siguen pensado que la única vía hasta cierto punto es violenta. Creo que hay mucha rabia también acumulada y creo que no es para menos también porque evidentemente lo que hicieron (el Gobierno de Daniel Ortega) con los chavalos fue algo inaudito. Hasta cierto punto querían desencadenar rabia y lo consiguieron…”

“Pero sí creo que este tiempo como de descanso -si puede llamarse de alguna forma-, este tiempo congelado…en el que se ha retomado mucho la cotidianidad, sí creo que ha dado espacios no solo para que la gente piense por si misma en otras formas, o transforme un poco las ideas que tienen de ¿qué es hacer política?, pero también ha permitido que la gente se organice en otros espacios, como más de diálogos, más de escuchar experiencias, más de formarse también”.

“Yo sí creo que en ese momento estábamos actuando mucho desde la reacción, desde esto me está molestando y está bien porque yo creo que sí es importante reivindicar el enojo en el sentido en que nos moviliza… no nos había dado tiempo ni si quiera de sentarnos a analizar qué era lo que estaba pasando, pero en abril todo el mundo sabía que estaba enojado, se movía desde ahí y eso es legítimo. Pero sí siento que ahorita ha sido el tiempo de transformar ese enojo en acciones más profundas, o al menos contextualizarlo y comprender de dónde proviene y que hasta cierto punto ya no sea una movilización vacía del mismo discurso de estoy indignado, por esto que era lo inmediato, lo que estaba pasando en ese momento, si no estoy indignado por muchas cosas y ¿Qué voy a hacer desde esa indignación?, ¿adónde me va a llevar?, ¿qué voy a transformar con eso?».

“Yo siento que toda la forma como se llevó todo esto sí implicó muchas rupturas a nivel general. No sabría decir si realmente se va a transformar de manera profunda la forma en que hacemos política y las dinámicas sociales porque siento que son cosas muy enraizadas también. Sí siento que el año pasado (2018) y todavía este año a nosotras nos dio pautas para comprender la profundidad de las heridas que han dejado el montón de conflictos sociopolíticos y conflictos armados en Nicaragua los últimos años… Entonces siento que ahora eso fue como muy visible, ok., esto está aquí, está saliendo de nuevo, se está viendo…”

“Entonces hasta cierto punto hay ahorita un cúmulo de gente intentando hacer las cosas diferentes o al menos gente tratando de construir memoria desde otros espacios porque ya vimos que hay una necesidad de crear memoria, o gente tratando de acompañar y contener un sentido más emocional, que eso no se hizo antes porque las heridas simplemente se pasaron por alto”.

Eli anota que también ha sido testigo de situaciones en las que algunas personas no quieren escuchar a otras y ha sabido de personas con criterios de ultraderecha que piensa que ese es el camino, entonces teme que si nos descuidamos logremos salir de un sistema para entrar a otro sin que haya una transformación.

Ella confiesa que al inicio de la crisis se sintió muy enojada con la generación de su madre y otras porque ellos pagaron con sangre y muerte los errores del pasado que iniciaron con el “olvido” de los traumas y de las injusticias.

“Hay mucho discurso de eso, que esta generación es más activa, que esta generación demanda más y eso, yo creo que fue más bien resultado de que justo en este momento de la historia nosotros estábamos acá, pero pudo haber sido cualquier generación a la que le haya tocado vivir esto. Simplemente era la suma de todas estas indignaciones, incluso las tenían las generaciones pasadas a las mías pero que no se llegó a acumular como se acumuló el año pasado…”

“Yo sí creo que me enojé al inicio y estaba reclamando mucho: ustedes permitieron esto, ustedes no hicieron nada, y estaba enojada con mi mamá también … pensaba que la tibieza nos había llevado acá también. Pero creo yo que fui transformando eso, como comprendiendo un poco desde el análisis de lo que está pasando hoy, comprendiendo que a veces las transformaciones no se dan, no por el hecho de que haya unos que tengan la culpa y otros no… la culpa yo se la atribuiría a la dinámica de cómo hacer política, o sea la culpa de la política del país como tal y no a las personas en específico, no a mi papá por haber pensado que estaba haciendo lo correcto, no a la gente que decidió irse a las montañas, no a la gente que creyó en los proyectos de nación en ese momento. Creo que sería más como una élite política que hasta cierto punto se estaba lucrando demasiado de todo esto, y a la cultura política en general porque es algo que yo estoy viendo latente ahorita, como hay mucha gente que quiere cambiar de Gobierno, pero está apostando por reproducir las mismas prácticas y no siento que sea algo individual… Es bien difícil romper con algo que se ha venido haciendo desde siempre”.

La esperanza puesta en tu generación

“Es bien difícil también porque es una cuestión de estar en constante revisión, o sea de uno mismo, porque todos podemos caer en esas prácticas, es un sistema que está ahí esperando a que uno empiece a alimentarse de él y caiga en el mismo juego. Siento que es como de autorevisión y no solo mi generación, si no de todas las generaciones… esta cultura política hace que vayamos creando pensamientos como: estos tienen la responsabilidad, ellos van a hacer el cambio, yo no.

“Yo sí creo que es empezar a vernos a nosotros mismos desde nuestra individualidad siendo parte de los colectivos en general, todos somos parte de Nicaragua, todos estamos construyendo a Nicaragua…siento que hay algo que hasta cierto punto nos ha llevado a lo que sucedió el año pasado, es la poca escucha, nos hemos casado con nuestros discursos, hemos otrorizado todo lo que no entra en esos discursos, eso también nos ha corroído un montón y nos ha llenado de odio…. habrá un momento en que tenemos que evolucionar desde ahí… hay que pensar en ¿Qué es lo que vamos a construir a partir de ahí?”

“Otra cosa que dinamita mucho son las imposiciones. Con una amiga hablábamos también que sentíamos que no tenemos apertura a la diversidad, queremos homogenizar todo, todos somos azules y blanco, pero no nos damos cuenta que todo eso que es azul y blanco, que todo eso que hasta cierto punto lucha por la justicia es muy diverso también. Cada persona tiene su propia historia de vida, cada persona tiene sus propias luchas, cada persona tiene sus propios objetivos también, cada persona sueña su Nicaragua de una forma, entonces cómo dar espacio para que esas diversidades puedan debatir, compartir y construir algo que realmente se ajuste a esa diversidad, a esa pluralidad…”

“Creo que mi sueño va un poco por ahí, que todo el proceso posconflicto sea algo construido entre todas y todos, que podamos escuchar a las madres de abril, pero no solo a las madres organizadas porque hay un montón de madres de personas que fueron asesinadas que no están organizadas…sería genial que escucháramos a las familias de los Policías que fallecieron porque su memoria es importante en todo esto…”

Notas

* Elizabeth es seudónimo.
(1) – Heredera del Viento: film de la cineasta nicaragüense Gloria Carrión Fonseca. Narra su visión personal de la Revolución Sandinista desde el seno de su familia. Trailer Heredera del Viento
– Contramemorias. Discursos e imágenes sobre/desde La Contra, Nicaragua 1979-1989 / Agudelo Builes, Irene / Managua IHNCA-UCA, 2017.
(2) Indio Maíz: Bosque tropical húmedo ubicado en la esquina sur-este de Nicaragua. En abril del 2018 sufrió un incendio que el Gobierno de D. Ortega no supo atender con prontitud. Esto causó indignación de la población, especialmente entre estudiantes universitarios que protestaron en las calles y fueron reprimidos por fuerzas policiales. Estas protestas fueron la antesala al estallido del 18 de abril.
(3) UNAN: Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, uno de los recintos “tomado” por los estudiantes durante la insurrección de 2018 contra el Gobierno de Daniel Ortega. El 13 de julio fue atacada con brutalidad por la Policía y por grupos parapoliciales. De la UNAN resultaron muertos dos estudiantes, Gerald Vásquez y Francisco Flores.
-UCA: Universidad Centroamericana, es jesuita. No fue tomada por estudiantes, pero sí fue asediada por las fuerzas de represión del Gobierno
-UNI: Universidad de Ingeniería. Fue tomada por estudiantes
-Universidad Agraria. Fue tomada por estudiantes
-UPOLI: Universidad Politécnica: Fue tomada por estudiantes


Este testimonio es parte de una serie de entrevistas que abren la ventana a los recuerdos relacionados con la Revolución Sandinista, así como sobre los sucesos vividos en Nicaragua en el año 2018. El único objetivo es agitar las memorias personales para aprender del pasado a través del  ejercicio de soltar “lo que no se ha dicho”  y de reflexionar a partir de la experiencia individual y colectiva. Usted está invitado, invitada, a sacar sus propias conclusiones.