En pantalla

La “Ingobernable” Kate del Castillo conquista Netflix
Ingobernable Netflix
Fotograma | Netflix

Quizás la telenovela y Netflix si fueron hechos el uno para el otro

Desconozco si los engranajes de la producción de “Ingobernable” ya estaban corriendo cuando Kate del Castillo fue descubierta como glamoroso contacto del notorio narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán. De ser coincidencia, es poética. Esta producción original de Netflix corteja consecuencia al invocar los grandes temas que aquejan a México. Mejor vehículo no podría haber encontrado la actriz, después del escándalo, para volver a las pantallas. Tome nota de que mis apreciaciones se basan en la vista de los primeros cinco capítulos, de un total de 15 –cada uno de duración variable, entre 30 minutos y una hora–.

La trama arranca in media res. El matrimonio entre el presidente Diego Nava (Erik Hayser) y la primera dama Emilia Urquiza (Del Castillo) se deshace ante nuestros ojos. En un último intento desesperado por reconquistarla, acude al penthouse del hotel donde se ella se ha refugiado. El encuentro se degenera en una violenta pelea que termina con el hombre muerto sobre un carro, varios pisos abajo, y ella desvanecida en el balcón, con una pistola incriminadora en la mano. Es una noche tormentosa, a como debe ser.

El parecido del actor con el actual presidente Enrique Peña Nieto, y el hecho que Del Castillo haya sido colega de la primera dama Angélica Rivera en los estudios de Televisa, podrían haber anticipado un ejercicio de comedia autoreferencial. Pero “Ingobernable” se toma mortalmente en serio. La etiqueta de Netflix y el escenario político podría hacerle creer que verá un “House of Cards” mexicano, pero “Ingobernable” no se ajusta al molde de la serie de cable “premium” que domina la era dorada de la televisión norteamericana. Es más bien la itineración moderna de la clásica telenovela mexicana, siguiendo las pautas de innovación que han surgido de la cruenta competencia entre las cadenas Telemundo y Univisión, luchando por acaparar a los inmigrantes latinos y sus descendientes.

Quedan atrás los melodramas que se extienden por hasta seis meses. Con menos capítulos, la historia puede ser más rápida y dinámica. Los flashbacks son abundantes. Los valores de producción mejoran. Aumentan la cantidad de escenas filmadas en exteriores y locaciones reales. Aún más chocante es ver cómo el medio narrativo televisivo más conservador de nuestros tiempos abraza la licenciosa libertad de transmitirse fuera de un mercado regulado: el sexo y la violencia se muestra con desparpajo chocante. O al menos, chocante para mí. Tengo más de 20 años de no ver una telenovela. “Ingobernable” no es exactamente lo que veía mi abuelita.

Más allá de la brillante superficie, persisten algunas particularidades. La utopía de un mundo en el cual las barreras sociales sucumben ante los sentimientos persiste en el incipiente affair entre la primera dama y Canek (Alberto Guerra), el hijo de la nana que acaba de salir de la cárcel, y que se convierte en su principal aliado – no es un spoiler, lo anticipan en la lustrosa secuencia de créditos iniciales–. Las caracterizaciones son transparentes a la hora de definir héroes y villanos. Esto no es algo necesariamente malo, cuando encontramos actores que saben jugar el juego. Pagaría por ver una película silente con Eréndira Ibarra como malvada. Marina de Tavira brilla como una fiscal terminalmente eficiente. Los actores masculinos palidecen a la par de las mujeres.

Del Castillo es una actriz sólida, que hace funcionar “Ingobernable” es sus baches más problemáticos. Los primeros dos episodios estiran la persecución más allá de lo necesario. Eventualmente, los personajes que deberían ser inteligentes hacen cosas estúpidas. Más problemáticos aún, son los intentos de adquirir algún nivel de consecuencia política. Además del asesinato del Presidente, la trama se apoya en una ficticio operativo militar en Tepito, que invoca elementos de dos episodios oscuros en la historia reciente: las desapariciones de Ayotzinapa y los disturbios de Atenco. Depende de usted decidir si es licencia creativa válida, o una apropiación oportunista de dos tragedias de la vida real. Mientras más política trata de ser, “Ingobernable” se vuelve más inocente.

Serán políticamente ingenuos, pero los realizadores dominan el arte oscura del cliffhanger. Cada capítulo termina un punto de exaltación, diseñado para empujarlo a devorar un episodio más. Quizás la telenovela y Netflix si fueron hechos el uno para el otro.


“Ingobernable”
Producción: Omar Veytia
15 Capítulos
Clasificación: * * * (Recomendada con ciertas reservas)
*Disponible en Netflix.com

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