Cultura

Presentación del libro “Banderas y Harapos”

La memoria de la Revolución

La historia con minúsculas que relata la vida de Gabriela Selser, corresponsal de guerra y alfabetizadora: “¿Quién se robó la historia y nos dejó el cinismo?”, se pregunta la autora.

     

Un intercambio generacional, espontáneo pero certero fue en lo que se convirtió la presentación del libro “Banderas y harapos” de la periodista Gabriela Selser. La obra que comprende las memorias de la autora, primero como alfabetizadora y luego como corresponsal de guerra durante los años 80, fue el punto de partida para un “diálogo franco” sobre la necesidad de sanar el duelo de un conflicto armado que cobró la vida de miles de jóvenes y que dejó a muchos otros marcados perpetuamente.

“Vivíamos tiempos intensos, no te daba la ocasión de pensar si estabas sufriendo, si estabas mal. A mí me marcó tanto que pasados los años comencé a tener pesadillas que luego se fueron convirtiendo en relatos sueltos que conforman el libro”, expresó Selser este 08 de septiembre, ante un público de más de 700 personas en el Aula Magna de la Universidad Centroamericana (UCA).

Acompañada del escritor Sergio Ramírez y de la psicóloga Martha Cabrera, la periodista relató varios de los hechos que recuerda, algunos con nostalgia y otros con temor, como la cobertura de los enfrentamientos militares entre el Ejército Popular Sandinista (EPS) y la “Contra”. Para Ramírez son las historias “con minúsculas”, como la de Gabriela las que logran contar qué fue lo que realmente pasó con la historia “en mayúscula”.


Selser trabajó como reportera, primero en la Agencia Nueva Nicaragua y luego como corresponsal de guerra en el desaparecido periódico Barricada. Ahí le tocó ser protagonista y a la vez público, de los momentos más oscuros del conflicto armado. Uno de los que rememora con mayor exactitud es la muerte del subcomandante de la revolución, Enrique Schmidt.

“Llegamos y ya era tarde. El fotógrafo Leonardo Barreto y yo estábamos en la montaña y para conseguir la foto tuvieron que desenterrar a los 70 contras que habían muerto. Estaban los zopilotes ahí encima y era una situación horrible. Cuando llegamos al periódico otro fotógrafo había llevado la foto y está mejor”, recuerda la periodista.

Según Selser, era más que necesario plasmar esta vez lo que sintió cuando escribía esas historias bélicas, los sentimientos y sensaciones que no están reflejados en sus notas y crónicas. Para poder cruzar el rigor periodístico y sus emociones, la autora revisó los archivos de sus escritos publicados en Barricada, el periódico oficial de la Revolución.

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La guerra sin duelo

La experiencia en la guerra la marcó de por vida y la publicación de este libro ha sido su manera de sanar el dolor. “Para mí este libro es terapéutico, la gente debe contar su historia y hay necesidad de hacerlo”, dijo la autora.

Por su parte, la psicóloga Cabrera, experta en trauma social, plantea que esa carga emocional que llevan las personas que participaron, de una u otra manera en la lucha, todavía manifiesta consecuencias en la actualidad.

“En este país no se ha hecho casi nada por sanar las heridas de la guerra. Terminó el conflicto y aquí la gente quedó abandonada. El éxito de este libro es poner este tema en agenda, sobre todo para las nuevas generaciones que necesitan conocer, porque siguen cargando con esa historia”, planteó Cabrera.

Waslala (2)La trabajadora social y antropóloga, María José Díaz, de 31 años, participó en el evento y considera que es necesario que se abran en la academia, en la sociedad civil y en el Estado, más espacios para discutir lo que se vivió en la guerra.

“Este tipo de libros son regalos para una generación. Nuestra generación vivió un silencio por mucho tiempo y no sabíamos muchas cosas. Debería ser una política pública hablar de memoria en este país”, indicó Díaz.

Ramírez también considera importante que las nuevas generaciones se apropien y conozcan los relatos de quienes vivieron la etapa revolucionaria, no solo como cuestión de identidad, si no para no ser manipulados. “Para los jóvenes es un hecho ajeno, mítico y fácil de falsificar”, manifestó el escritor.

A la luz de la derrota electoral de la Revolución Sandinista en 1990 y la transformación del partidos durante los últimos años, la periodista Selser aseguró que el quiebre significó replantearse su proyecto de vida. En la estrofa final del libro, leída en el evento por Ramírez, la autora se pregunta: “¿Quién se robó la historia y nos dejó el cinismo? ¿Dónde está lo que fuimos? Eso es lo que tenemos que empezar a contar”.

La familia de la alfabetización

Selser manifestó que su primer contacto con Nicaragua se dio de la mano de su padre Gregorio Selser, autor del icónico libro “Sandino, general de hombre libres”. De origen argentino, la familia Selser se asiló en México, luego del golpe militar de Videla en 1976. Al triunfo de la Revolución Sandinista en 1979, Gabriela se integra a movimientos de apoyo en México y decide viajar un año después a Nicaragua para unirse a la cruzada nacional de alfabetización.

“Vine por seis meses y me quedé 36 años”, comentó la periodista.

Esa experiencia como alfabetizadora, que primero plasmó en un diario de campo y luego publica en el libro, es el medio para reflexionar sobre su vivencia en la Nicaragua rural. Selser estuvo bajo el cuidado de una familia de campesinos. Sus padres, como los llama Gabriela, son Juan Ramón González y Francisca Aráuz. Ellos y varios de sus hijos participaron en el evento en Managua.

Ilustración: Xochilt Martínez | Niú
Ilustración: Xochilt Martínez | Niú

“Viajamos varios días para venir aquí. Vivimos en Waslalita, adelante de Waslala. Que la ‘Gravielita’ cuente esta experiencia es importante tanto para nosotros como para ella, estábamos en una brutal guerra, era bien difícil pero fue muy bonito tenerla a ella allá con nosotros y nunca se olvidó”, dijo González, ´su papa´.

“A pesar de tanta pobreza que hemos pasado, tantas calamidades pero así se estuvo ella con nosotros”, enfatizó Aráuz, ´su mama´.

Después de un intercambio de micrófono abierto, en el que adultos y jóvenes contaron sus experiencias y opiniones sobre los hechos que relató Selser, el cantautor Luis Enrique Mejía Godoy, acompañado de la cantante Norma Elena Gadea, subieron al escenario.

La canción final que ambos artistas interpretaron era tema inédito de Mejía que compuso a propósito del libro de la periodista. La letra de “Por eso vivo” termina con una frase reflexiva, vinculada al debate sobre la guerra y los sueños revolucionarios:

“… Que nadie nos secuestre la esperanza”, enunció el cantante.