Del escritor nicaragüense Rubén Darío se han dicho muchas cosas: que es uno de los mejores autores de la letras castellanas, que renovó la lengua y que además tenía una cierta debilidad por las bebidas alcohólicas. Con su nuevo libro “A la mesa con Rubén Darío”, el narrador Sergio Ramírez nos presenta una faceta desconocida del artista: Darío, el gourmet, amante de la buena cocina, y conocedor de exóticos y deliciosos platillos.
Después de realizar una monumental investigación sobre la obra de Darío- que incluye, poesía, narrativa y crónicas periodísticas – Ramírez logró encontrar en él un peculiar gusto por la cocina, vista como una expresión universal del arte y la cultura.
Darío, quien pasó mucho tiempo viviendo en Europa durante los primeros años del siglo 20, era asiduo visitante de restaurantes y mercados, buscando percibir nuevos sabores y tendencias. Residía en París, pero también visitó otras ciudades como Budapest y Málaga. En sus escritos relató sus aventuras gastronómicas, siempre buscando “la buena comida”.
“Él era un gran conocedor de la gastronomía, era un modernista, capaz de ver los fenómenos que estaban ocurriendo a su alrededor y la cocina estaba establecida como parte de la cultura francesa. La cocina era vista como la décima musa de las artes y él exploró ese mundo”, indicó Ramírez, en entrevista con el programa televisivo Esta Semana.
Darío primero identificó la cocina como un eje central de la cultura de una ciudad y también se encontró en su lectura con un matrimonio inesperado: el de la literatura y la gastronomía. Indagó en libros como el gran diccionario de los alimentos del escritor francés, Alejandro Dumas, y descubrió a los autores de culto, Honoré de Balzac y Rabelais como grandes amantes de la comida.
Según Ramírez, gran parte de su visión como un buen comensal está en sus más de 700 crónicas periodísticas que publicaba en el diario argentino, La Nación. Fue ahí donde Darío mostró a la comida como parte del todo: parte de la moda, parte de los mercados, parte de las costumbres de los inmigrantes, entre otras aproximaciones.
“Él decía me ocupo de la política porque es universal. Lo mismo se podría aplicar a la cocina”, explicó el escritor.
Sin mucho dinero, pero amante de la buena mesa
Aunque Darío no tenía un trabajo que le permitiera grandes lujos — funcionaba como periodista de La Nación de Argentina y embajador de Nicaragua, sin que el gobierno le pagara sus sueldos– confesaba en sus escritos, su pasión por el buen comer y por supuesto, el buen beber.
“A él lo que le gustaba era gastar en champaña, en flores y decía que la gente de malos hábitos, mal vestida le disgustaba. Le gustaba ir a los buenos restaurantes, beber buenos vinos”, dijo Ramírez.
Entre sus bebidas favoritas se encontraba el Cognac, el whisky con soda, el ajenjo, y en sus momentos más difíciles hasta llegó a ingerir vino de quina o vino de farmacia.
Según explica Ramírez, a Darío no hay que confundirlo con un glotón, pues para él la comida era una fiesta de los sentidos, debía ser apreciada y analizada. Al igual que un buen conocedor de vinos, Darío buscaba en ella acentos, y sensaciones, más que el mero placer de devorar el alimento.
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Darío principalmente favorecía los gustos refinados de la Europa moderna, pero también añoraba la comida nicaragüense. Por ello, su esposa, la española Francisca Sánchez del Pozo, aprendió a preparar cosas como frijoles fritos con queso frito y tajadas, o recetas más elaboradas, como los punches rellenos, un bocadillo tradicional de León, donde creció el escritor.
El libro que fue publicado por la editorial mexicana Trilce será presentado este miércoles en Nicaragua, y además de incluir los extractos de la obra de Darío, en donde habla de su pasión gastronómica, tiene además un recetario de los cincuenta platillos favoritos del artista, entre los que se incluye por supuesto comida de su país natal.
La presentación será este miércoles 8 de febrero en el auditorio del Centro Cultural Pablo Antonio Cuadra de Hispamer, a las 6:30 PM. El libro será comentado por Juan Carlos Ampié y Claudia Neira.