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La reina del ajedrez
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María Esther Granados | Carlos Herrera | Niú

María Esther Granados de 21 años, es la única Maestra Internacional de Ajedrez en Nicaragua. “Aprendí a jugar ajedrez antes de leer”, dice entre risas.

     

A sus 21 años, María Esther Granados es la única mujer en Nicaragua, y la más joven de Centroamérica, en alcanzar el título de “Maestra Internacional de Ajedrez”. Esta Ingeniera en Computación, egresada de la Universidad de Ingeniería (UNI), viajó en agosto de 2016 a Azerbaiyán para las Olimpiadas Mundiales de Ajedrez, pero María Esther empezó a jugar desde los seis años. La práctica de este deporte mental ha estado en su familia desde hace más de tres generaciones.

“Mi abuelo jugaba ajedrez, él se lo transmitió a mi papá, después mi papá nos enseñó a mis hermanos y a mi”, recuerda la joven.

María Esther comenzó a participar en competencias desde los nueve años. Hoy es Maestra Internacional, el título más grande que Nicaragua posee en categoría femenina. Estos rangos los otorga la Federación Mundial de Ajedrez (FIDE), que da a sus mejores competidores reconocimientos divididos por género (femenino- masculino) y títulos, cinco de menor a mayor rango: Candidata a Maestra, Maestra FIDE, Maestra Internacional, Gran Maestra y Campeona Mundial.

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María Esther Granados | Cortesía

Esta ingeniera tiene 13 medallas de oro, cuatro de plata y cinco de bronce. Su familia la apoya y la alienta a superarse en este campo. “Mi papá siempre me decía que si era buena en ajedrez podría tener muchas oportunidades y conocer el mundo entero, ahora lo estoy comprobando”, cuenta sonriendo.

Y es que gracias a competencias ha logrado a viajar a más de ocho países, entre ellos Honduras, Costa Rica, Panamá, El Salvador, Guatemala, Cuba, Noruega y recientemente a Azerbaiyán. Su participación más satisfactoria fue cuando logró obtener su título de Maestra Internacional en el 2014. Por ese mérito ese mismo año la Asociación de Cronistas Deportivos de Nicaragua la nombró Atleta Amateur del año 2014.

Una vida basada en el ajedrez

“Aprendí a jugar ajedrez antes de leer”, dice entre risas.

Este juego ha sido parte de su vida por más de 15 años, por eso ella no se ve dejándolo en un futuro. “La gente decía que entrando a la universidad se me iba(n) a quitar las ganas, ahora soy licenciada y sigo con el mismo amor de hace 15 años”, confiesa.

Además admite que su carrera profesional y el ajedrez le consumen tanto el tiempo que no le da espacio para tener otros hobbies. Para practicar, a veces se llevaba el tablero a la universidad y ahí jugaba con otros aficionados al ajedrez. María Esther ahora no tiene una rutina para entrenar. Con tantas responsabilidades no ha podido establecerse un horario fijo de ejercicios para mejorar su técnica. Antes practicaba entre cuatro y ocho horas. Se trata de sacrificar mucho tiempo. «He dejado de salir a fiestas por practicar, pero todo ha valido la pena», expresa.

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María Esther Granados en las Olimpiadas Mundiales de Ajedrez | Cortesía

“El ajedrez es la mitad de mi vida”, sentencia.

Sin recursos

Esta nicaragüense lamenta el poco, o casi nulo apoyo que se le da al ajedrez en Nicaragua, pese a que existe la Federación Nicaragüense de Ajedrez (Fenica) esta no tiene un presupuesto asignado de parte del Estado.

“El deporte queda en un segundo plano. En especial el ajedrez”, afirma.

Ella, y las otras cuatro integrantes de la Selección Nacional Femenina de Ajedrez, tuvieron que conseguir el dinero por su cuenta para comprar el boleto que las llevaría a Azerbaiyán.

Contra reloj, durante dos meses hicieron recolectas públicas y familiares para comprar su boleto. Incluso visitaron algunos medios de comunicación para dar a conocer su caso y buscar apoyo de patrocinadores.

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María Esther Granados | Carlos Herrera | Niú

Así recaudaron los 2,132 dólares que necesitaban para viajar y representar exitosamente a nuestro país. En la competencia, María Esther logró conocer a muchos de sus ídolos ajedrecistas, cuyos ejemplos la inspiran para seguir mejorando en este campo. Aunque ella no trajo ningún título, Kathya Mendieta, su compañera de equipo logró ser “Maestra FIDE (WMF)”, que es una categoría menor a la que María Esther alcanzó en 2014.

Esta ingeniera cuenta que aunque es respetada en el círculo de ajedrecistas, existen muchas personas que la discriminan solo por ser mujer. Le han dicho que una mujer no puede alcanzar títulos tan intelectuales y que su lugar es en la cocina, pese a que ella les ha probado lo contrario.

“La gente se sorprende que una mujer pueda jugar ajedrez”, lamenta. De hecho, asegura que dentro de la Federación Mundial de Ajedrez se ha luchado para eliminar la categoría femenina y masculina para crear una donde hombres y mujeres puedan enfrentarse sin distinciones de género. Sin embargo, aún es difícil romper la norma que ha prevalecido por décadas en dicha organización.

El ajedrez en el sistema educativo

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Foto tomada de Facebook: «UNI, Campeones Universitarios por equipos, 2015», reza la descripción

El Ministerio de Educación, Mined, en estos últimos años ha promovido una iniciativa para que el ajedrez sea incluido en la educación primaria y secundaria, pero todavía existen muchas fallas en dicho plan: los que imparten la clase, en su mayoría, son profesores de educación física con poco conocimiento de la materia y casi no hay tableros disponibles para enseñar.

María Esther junto a otras compañeras ajedrecistas han creado una propuesta para enseñar la práctica de este deporte a niños, adolescentes y adultos, llamada Escuela de Ajedrez “Mis primeros pasos”. Aunque todavía el proyecto no se ha concretado, esperan difundir este deporte a personas de todas las edades.

“El ajedrez te ayuda a elaborar estrategias, a estar más atento de tu entorno y mejora la concentración”, expresa. El ajedrez, es un juego milenario de dos personas, cuya versión primitiva se llamó “chaturanga”, este ancestro del popular juego no dista mucho del que hoy conocemos.

Este solo es el comienzo de la carrera para María Esther. Planea viajar a Cuba para prepararse. “No creo olvidar el ajedrez pronto, ya le dije a mi familia que cuando muera, tienen que poner en mi tumba algo referente a eso”, finaliza entre risas.

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