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La resurrección de Orson Welles en Netflix
Orson Welles
Orson Welles

La cinematografía de alto contraste de Russell Metty le da matiz extra de perdición a las cantinas, lupanares y hoteles de mala muerte.

     

Netflix presentó en el Festival de Cine de Venecia “The Other Side of the Wind”, legendario filme inconcluso de Orson Welles. Mientras esperamos su estreno oficial el 2 de noviembre, la plataforma de streaming ofrece dos películas del creador de “Ciudadano Kane” (1941).

En “El Extraño” (1946), Welles interpreta a un alto mando nazi que ha logrado infiltrarse en EE.UU. Se hace llamar Charles Rankin, y trabaja como profesor en una exclusiva escuela de Nueva Inglaterra. Está a punto de casarse con Mary Longstreet (Loretta Young), la hija de un magistrado de la Corte Suprema de Justicia. La conexión política solidificará su impunidad. Al menos, eso es lo que él cree. Meineke (Konstantin Shayne), un viejo compañero de armas que ha escapado de prisión, aparece con un mensaje apremiante. Detrás de él, viene el inspector Wilson (Edward G. Robinson), un implacable cazador de criminales de guerra.

A pesar de ser un trabajo menor en la filmografía de Welles, es fascinante ver como el director despliega los elementos de su estilo. Sinuosos movimientos de cámara que siguen a los personajes desplazándose en el espacio, convirtiendo al espectador en una especie de observador activo. El foco a profundidad retrata con claridad todos los detalles de la escenografía, creando un palpable sentido de realidad. El guion orquesta complicaciones con maldad digna de Hitchcock, pero tiene problemas a la hora de justificar las motivaciones de Mary. Al confrontar la verdad, sus reacciones se registran contrarias a su personalidad. Pareciera que faltan escenas que justifican sus actos, y que dramaticen de alguna manera el poder de su conexión erótica con su esposo.

⭐️⭐️⭐️ Buena
«El Extraño»
Dirección: Orson Welles
Duración: 1 hora, 35 minutos

En efecto, faltan escenas. La productora recortó unos 30 minutos de material, sin la autorización del director – Wells enfrentó humillaciones como esta, muchas veces durante su carrera -. Entre las escenas perdidas, se encuentra la conclusión de una secuencia dominada por la actriz nicaragüense Lilian Molieri, como una agente encubierta que sigue los pasos de Maineke en una ciudad portuaria. Aun cuando el filme es efectivo, uno no puede dejar de preguntarse cómo habría sido si hubiera tenido derecho a corte final.

Por lo menos, la genialidad de “Sed de Mal” (1958) sí ha sido rescatada. Esta versión, reestrenada en 1998, fue reeditada según las notas del director. El cambio más importante revierte una de las decisiones más miopes en la historia de Hollywood. Welles inicia la película con una asombrosa toma, de tres minutos y 29 segundos de duración. Sin corte alguno, la cámara muestra como alguien mete una bomba en la valijera de un convertible. Un hombre y una mujer suben al vehículo y recorren las calles nocturnas de una ciudad fronteriza de México. Se detienen en los cruces de calle, mientras los policías dan vía a transeúntes y ganado. La atención se desvía hacia una pareja: son el inspector Mike Vargas (Charlton Heston) y su esposa, Susan (Janet Leigh), recién casados que regresan a su hotel. Volvemos a encontrar el fatídico automóvil en la cabina migratoria. Después de cumplir el trámite, el auto cruza a territorio estadounidense y explota. Sobre este triunfo de puesta en escena, el estudio Universal decidió imprimir los créditos técnicos de la película, oscureciendo la visión del director. Ahora podemos ver la magnitud de ese error.

⭐️⭐️⭐️⭐️ Buena
«Sed de Mal»
Dirección: Orson Welles
Duración: 1 hora, 52 minutos

Esta febril destilación de film noir sigue siendo intoxicante. La cinematografía de alto contraste de Russell Metty le da matiz extra de perdición a las cantinas, lupanares y hoteles de mala muerte que sirven de escenario a una intriga laberíntica: el motivo del atentado y la identidad del autor se cruzan con la vendetta que el sindicato criminal de la familia Grandi quiere infligir en Vargas – Akim Tamiroff es el capo -. En el lado gringo de la frontera, Vargas chocará con los métodos corruptos del capitán Hank Quinland (Welles).

Algunos cambios culturales envejecen el filme. El consumo de marihuana marca la villanía de una pandilla, pero eso ya no escandaliza en la era de la legalización. Heston y Marlene Dietrich interpretan a mexicanos, con maquillaje moreno oscureciéndoles la tez. Ese despliegue de apropiación cultural era común. En realidad, Welles era bastante progresista para su época. Vargas es un paradigma de eficiencia y rectitud. Sus adversarios en la policía son condescendientes y racistas, confirmándonos donde residen las simpatías del director. Acaso la era de Donald Trump les haya renovado su actualidad.

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