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La revolución del libro electrónico

Sin importar en qué país estemos, ahora disponemos de una gran cantidad de libros digitales en un mismo dispositivo. Foto: Carlos Herrera | Niú

Los dispositivos móviles han transformado la manera en que consumimos literatura. Hoy día tenemos al alcance de la mano una gran cantidad de libros digitales, sin importar nuestra posición geográfica. Y lo mejor de todo es que podemos comprarlos a precios módicos. Para quienes buscan obras que no se distribuyen físicamente en las principales librerías de Nicaragua, y en su idioma original, este tipo de formato es una mejor opción.

Alejandra Machado es una joven capitalina que aprovecha este tipo de beneficios desde que recibió un Kindle Reader como regalo de cumpleaños. La posibilidad de controlar el exceso de luz en la pantalla para leer de noche, la flexibilidad del tamaño de letra y el bajo costo de descarga son tres elementos que considera vitales para decantarse por los libros electrónicos.

“Como he encontrado libros que son gratis, descargo lo que se me ocurre o me llame la atención. Los e-books cuestan muy, muy poquito o son gratis, entonces no me duele bajar cualquier cantidad de libros. Leo la mayoría, otros los dejo para el momento que sea”, asegura Alejandra, quien ha podido conocer a escritores internacionales gracias a la biblioteca virtual de Amazon.

Esta publicista de profesión lamenta que este portal no tenga una variedad de e-books en español, como sí sucede con las obras que distribuyen las grandes editoriales estadounidenses. Pero esta limitante también es una oportunidad. “Recurro a muchas novelas en inglés porque me permite practicar el idioma. Intento que el 90% de los textos que leo recreativamente sean en inglés”, manifiesta.

Una tendencia creciente

Statista.com, una de las mayores bases de datos de estadísticas a nivel mundial, calcula que para 2016 las ventas de e-books en Latinoamérica llegarán a los 73 millones de dólares. La cantidad es mucho más modesta en Nicaragua, en donde apenas representa el 1% de las transacciones totales. Pero la tendencia es innegable y las librerías más importantes del país han creado mecanismos para aprovechar este nuevo mercado.

Literato, por ejemplo, incluyó en su sitio web una plataforma para comprar y descargar e-books de 140 editoriales españolas. La empresa creó Tagus, una aplicación diseñada especialmente para lectores que prefieren el formato digital y quienes pueden escoger entre 150 mil títulos. El app se descarga en cualquier dispositivo móvil que funcione con los sistemas operativos Android e iOS, y para acceder a ella se necesita crear un usuario que permita ingresar a la plataforma y hacer compras en línea de manera segura.

Alfredo Guzmán, gerente general de Literato, asegura que dicha estrategia les ha permitido llegar a un público más amplio. “Hay una tendencia por la gente joven dentro de quienes nos compran libros digitales. Son graduados y tal vez están laborando por primera vez. Estamos hablando de un grupo demográfico cuyas edades varían entre los 19 y 25 años, y que están abiertos a nuevas experiencias”, explica.

El gerente de esta tienda manifiesta que la intención del negocio es brindar la mayor variedad de formatos, ajustándose a las preferencias personales del cliente. “Queremos llegar a ese punto donde ambos formatos puedan convivir sin que uno represente una amenaza para el otro”, declara.

Hispamer, por su parte, se ha inclinado por los libros electrónicos académicos. La idea fundamental de esta empresa es que cada universitario tenga en su tableta, teléfono o computadora, los libros de cabecera de cada una de sus carreras. De esta manera, alumnos y universidades pueden acercarse a esta librería para comprar licencias de obras técnicas y guardarlas en sus bibliotecas personales.

McGrawHill, prestigiosa editorial de textos universitarios, es una de las grandes promotoras de este esquema en Nicaragua. Jeffery Zeledón, representante de la compañía en nuestro país, declara que poseen la misma cantidad de libros en formato electrónico que en físico, sólo que el precio es mucho más favorable. “Las publicaciones que se consultan en una plataforma perpetua cuestan un 25% menos, mientras que aquellas que se leen en línea (computadoras), tienen un 50% de descuento”, dice.

Innovadoras vías de distribución

Los escritores nacionales también se están beneficiando del formato electrónico. José Adiak Montoya y Gioconda Belli, por ejemplo, distribuyen sus obras a través de Amazon y en la aplicación Tagus, de Literato. Ambos consideran que este mecanismo borra las limitantes geográficas que implica comercializar libros impresos.

“Muchísima gente me escribe preguntándome cómo conseguir mi libro, que probablemente no esté dentro del panorama de distribución de la editorial (Océano), así que tienen la opción de descargarlo a un costo mucho menor (si lo hacen como e-book)”, explica José Adiak.

En Amazon, el formato impreso de la novela “El sótano del ángel” cuesta 17.90 dólares, mientras que en versión Kindle vale US$9.50. En Literato, el precio del libro físico es de US$ 6.75; en digital es de US$9.95. La variación de precio, que responde a tarifas establecidas por distintas editoriales, también sucede con las novelas de la poeta Gioconda Belli, quien ha publicado dos de sus títulos en inglés.

Aunque las oportunidades que brinda el libro electrónico son amplias, las barreras de desarrollo de Nicaragua condicionan el impacto de la tecnología. “Hay una ironía, porque uno de los mayores beneficios es el costo, pero vivimos en un país donde sólo el trece por ciento de los nicaragüenses tienen acceso a Internet y otras plataformas digitales”, critica José Adiak.

Por otra parte, Jesús De Santiago, director de Hispamer, asegura que el poder de compra del hardware también es un condicionante, porque su costo todavía es elevado. El valor de los lectores electrónicos supera, en su mayoría, los cien dólares. “Pero el precio bajará en la medida que la masa humana que use tabletas y sistemas digitales aumente”, observa.

Una añoranza que persiste

Foto: Carlos Herrera | Confidencial

A pesar de los esfuerzos nacionales, usuarios como Alejandra Machado consideran que las librerías deben adaptar los precios de sus ebooks al mercado internacional, una feroz competencia si se toma en cuenta la variedad de ofertas de portales como Amazon. Mientras tanto, empresarios y escritores nicas consideran que el formato digital complementa los productos impresos de la industria editorial.

Alfredo Guzmán, de Literato, destaca que el libro digital no incurre en gastos de impresión. Jesús de Santiago, de Hispamer, y la escritora Gioconda Belli lo ven como un aporte, porque los usuarios pueden llevar a sus viajes centenares de obras almacenadas en un solo lector electrónico, en lugar de pagar extra por el peso de los libros impresos.

“Toda plataforma de difusión de la lectura tiene que apoyarse y debe difundirse aún más. Si el libro electrónico ayuda a que la gente lea, a que sea más fácil y más asequible comprar las obras, entonces me parece fantástico”, afirma José Adiak Montoya.

Aunque Montoya y Belli coinciden en que la lectura en plataformas digitales aumentará con el paso de los años, dejan entrever una añoranza por el libro impreso. “Yo no pienso que esto sea una amenaza, porque el libro va a seguir persistiendo. Tengo una profunda confianza en el libro como objeto, la gente tiene un gran apego a él”, advierte la novelista.