Después de los excesos navideños, es habitual poner en marcha algún tipo de plan para perder los kilos que hemos ganado.
Los alimentos light, sin azúcar o sin grasa son algunos de los más perseguidos en el supermercado. Pero, ¿sabemos lo que estamos comprando?
Oficialmente, estas afirmaciones se denominan “declaraciones nutricionales”. Tras muchos años en vacío legal, la Comisión Europea (CE) las reguló en 2006. Hasta ese momento, cualquiera podía atribuir propiedades (casi) milagrosas a sus productos.
El Reglamento nº 1924/2006 de la CE recoge las más de 30 declaraciones nutricionales que se pueden hacer de los alimentos.
En ellas no solo se destaca la presencia o ausencia de aporte energético. También diferentes tipos de grasa, fibra, proteínas, azúcares, vitaminas o minerales. Entre las más populares se encuentran “rico en fibra”, “sin azúcares añadidos”, “con calcio” o “bajo en sal”.
¿Qué tipos de alimentos llevan declaraciones nutricionales?
Son los alimentos empaquetados los que llevan declaraciones nutricionales. Estas son habituales, por ejemplo, en cereales de desayuno, galletas, bebidas lácteas o vegetales y margarinas.
Salvo en alguna cadena de supermercados, difícilmente se ven declaraciones nutricionales en frutas, verduras o pescado fresco. ¿Quiere decir eso que no contienen nutrientes importantes?
En absoluto. Los alimentos naturales son la base de nuestra alimentación y de ellos se pueden hacer multitud de declaraciones. Veamos algunos ejemplos.
Por ejemplo, ¿qué podríamos decir en el caso de la lechuga o de la naranja? Que no llevan azúcares añadidos, tienen bajo valor energético y no contienen grasas saturadas ni sal. Son ricas en fibra, contienen ácido fólico y vitamina C.
Otro caso, las lentejas. ¿Qué declaraciones podríamos hacer sobre ellas? Que son ricas en proteínas y fibra, no tienen azúcares añadidos, son bajas en grasa y en grasas saturadas.
Además, son ricas en vitamina B1, ácido fólico, B6, hierro, fósforo y zinc y contienen vitamina B2, magnesio, potasio y selenio.
¿Para qué se utilizan las declaraciones nutricionales?
Las declaraciones se usan con fines comerciales. Su objetivo es aumentar las ventas de los productos que las llevan. La propia Comisión Europea reconoce que confieren una imagen positiva a los alimentos.
Numerosos trabajos de investigación han estudiado su efecto sobre la elección de compra de los consumidores. De hecho, es más probable que estos elijan productos que llevan declaraciones. Sin embargo, estas pueden confundir sobre el contenido real del producto.
Algunos autores han ido aún más lejos y hablan de que las declaraciones confieren un “halo saludable” a los alimentos. De esta forma los consumidores suponen que el producto que las lleva es más saludable de lo que realmente es.
Entonces, ¿no son saludables los alimentos con declaraciones nutricionales?
No necesariamente. Su uso solo aporta información acerca de uno de los nutrientes del alimento. El nutriente que le interesa destacar al fabricante.
Para determinar si es o no saludable habría que tener en cuenta todos los nutrientes que contiene, además de su aporte energético.
Estudios recientes en Brasil, Canadá y Nueva Zelanda muestran que una gran cantidad de alimentos con declaraciones nutricionales no son saludables. Resultados similares son esperables en España.
Para evitar que los alimentos no recomendables hicieran declaraciones, la CE se comprometió a establecer requisitos nutricionales adicionales. La institución estuvo trabajando en ello en 2008; sin embargo, todavía no ha conseguido materializar legislación alguna al respecto.
El resultado es que encontramos en el mercado mantequillas o margarinas ligeras con 40% de grasa. Refrescos light o cero con acesulfamo K, ciclamato, aspartamo o estevia. Estos son edulcorantes y, por tanto, no recomendados por la Organización Mundial de la Salud.
También son habituales las galletas ricas en fibra con más de 400 kcal/100g. Los chocolates sin azúcares añadidos son auténticas bombas calóricas, con muchas grasas saturadas.
*Este artículo es un fragmento del texto que fue republicado de The Conversation bajo licencia Creative Commons. Puede leer aquí el artículo original. Ana Belén Ropero Lara, Profesora Titular de Nutrición y Bromatología – Directora del proyecto BADALI, web de Nutrición, Universidad Miguel Hernández and Marta Beltrá García-Calvo, Profesora de Nutrición y Bromatología., Universidad Miguel Hernández