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Lo que la lucha libre nos dejó
Ilustración: Olga Sánchez | Niú

Si te dicen "lucha libre" ¿En qué pensás? Los miembros de Niú narran aquí su experiencia con este deporte. Compartí la tuya con nosotros

     

Este domingo es Wrestlemania 33, el evento más grande del año dentro del universo de la WWE, la compañía de lucha libre más popular del mundo del entretenimiento.

Mencionar “lucha libre”, para algunas personas, es desempolvar historias de infancia que causan gracia o nostalgia por los días que ya no volverán.

En Niú nos preguntamos qué recordamos de este deporte y estas son nuestras respuestas:

Néstor Arce: “Era luchador en la secundaria”

Cuando me acuerdo de la lucha libre, la que daban hace como 10 años, me vienen a la cabeza gratos y divertidos recuerdos de la secundaria. Aunque debo decir que hay otros recuerdos peligrosos que por imprudencia sucedieron. El más divertido fue una vez que le pedimos a la profesora de Español, en quinto año, que no diera la clase y a cambio íbamos a jugar la lucha libre.

Éramos ocho, vale la pena mencionarlos por sus “nombres artísticos”: “Placa”, “Moya”, “Chicón”, “Chua”, “Mango”, “Pupusa”, “Javi” y “El Gordo”. Cerramos todas las persianas del aula e hicimos que los demás compañeros formaran un círculo con los pupitres. Dos equipos de cuatro “luchadores”, se valía relevo.

Si no estábamos jugando lucha libre en el colegio, lo hacíamos en la consola. Diez pesos la hora en el Play Station, con dos controles y “saca rin”, el que perdía entregaba el control al siguiente. Siempre admiré a “La Roca”, pero me tocaba ser “Rikishi”.

Anagilmara Vílchez: “Aprendí a defenderme”

La última vez que miré a John Cena, él llevaba un blazer color durazno que le colgaba del torso. Fue extraño verlo fuera del cuadrilátero, con corbata y pantalón de vestir. No hubo gorra, calzoneta o bling bling. Me lo encontré este 22 de marzo en un video del comediante Jimmy Fallon, y lejos de aplicar llaves o dar golpes, el luchador (considerado por muchos como el mejor de la historia) estaba jugando a adivinar.

Así recordé las tardes en las que, hace más de 10 años, me pegaba un televisor análogo de caja y con perillas, para seguir sus peleas. Llegué a engancharme tanto con la lucha libre, que una de mis amigas me regaló tarjetas con la foto de Cena. Su famosa canción, con más de 30 millones de reproducciones en YouTube y que él canta –sí, también es rapero, actor, y filántropo (tiene el récord del mayor número de deseos concedidos con la fundación Make-A-Wish)–, era una de mis partes favoritas. En esa época llegué a enojarme con Randy Orton, a creerme sus riñas de mentira y a aplicarle “llaves” a mi hermano mayor.

Cena ha contado que de niño, empezó peleando en el sótano de su casa y que incluso ganó un cinturón de papel por vencer a sus hermanos. Yo no tuve premios de la WWE, pero, con determinación, me aprendí a defender.

Franklin Villavicencio: “Pasaba  jugando lucha en el Nintendo”

Recuerdo mi primer WrestleMania, el número 28. El evento más esperado fue la pelea de Triple H y el Undertaker, los dos metidos en una jaula. Pero mi experiencia con la lucha libre no comienza ahí.

Nunca olvidaré los días en que jugaba en mi computadora desde el famoso emulador del Nintendo 64. Para cuando salió ese videojuego, todavía la franquicia se llamaba WWF. Lo mejor del videojuego era que podías crear a tu luchador, una especie de avatar que dotabas de características físicas y técnicas de luchas. Podías pasar horas enteras hasta que dabas con el estilo perfecto. También ganabas «dinero» para comprar objetos, ropa o desbloquear otras técnicas.

Yamlek Mojica: “Sasha Banks me inspiró”

Desde hace 10 años enciendo religiosamente el televisor todos los lunes y martes a las siete de la noche, para ver la lucha libre con mi abuela y mi mamá, ambas tan fanáticas como yo. Mis luchas favoritas son las femeninas, porque contrario a lo que se piensa, no solo son chicas guapas actuando. Son atletas que se preparan intensamente, igual que sus compañeros varones y dan peleas a veces más intensas que las que cualquier hombre podría ofrecer.

La batalla que nunca se me va a olvidar es el primer Iron Woman Match dentro del evento NXT: Respect en 2015, estelarizado por Bayley y Sasha Banks. La segunda mejor pelea del año, según la WWE. Aunque, sin importar este tipo de luchas épicas, se les seguía llamando Divas y no atletas.

Gracias a muchos esfuerzos, en Wrestlemania 32, Lita (luchadora veterana) anunció que el término “diva” estaba obsoleto y a las mujeres se les tenía que llamar como Súperestrellas o luchadoras, como debió ser desde un principio. Recuerdo que cuando vi el anuncio me sentí feliz e inspirada. Si uno desea algo, puede derribar cualquier tipo de barreras.

Quizás yo no quiera ser luchadora, pero Sasha Banks, Charlotte y Bayley, me han enseñado que aunque te digan que sos mujer y que por eso no tenés la misma capacidad que tus compañeros (o que necesitás hacer otro tipo de “cosas” para llegar al éxito) si sos buena en algo, con deseos esfuerzos y mucha dedicación lo podés lograr.

Maynor Salazar: «Luchaba en equipo con mi hermana»

Empecé a ver la lucha libre a los ocho años. Aunque era a escondidas, junto a mi hermana mayor, pues a nuestra mamá no le gustaba que la viéramos porque decía que era algo muy peligroso. Así que cuando ella se distraía o salía, nosotros encendíamos el televisor y después jugábamos a los luchadores. Eran juegos de niños, pero muchas veces resulté con algunas lesiones en la nariz por golpes involuntarios y no le podía decir a mi mamá porque nos iba a descubrir.

Estoy claro que la mayor parte de estos combates son una farsa, pero hay cosas que simplemente te marcan. Al menos para mí, la escena que más me ha impactado dentro de todos estos años, fue el combate de Mankind y The Undertaker en 1998. Cuando Mankind fue lanzado desde la celda infernal a más de cinco metros de altura, para caer en la mesa de comentaristas. Le costó más de 35 lesiones en todo el cuerpo y claro, perder el combate.

Retrocediendo a mi niñez, creo que no está bien que se le prohíba a los niños ver este tipo de shows. Si bien es cierto, no es recomendable que alguien de cinco años lo mire, tampoco es correcto que le negués el acceso total a un chavalo de diez años, porque si es como yo, lo terminará viendo.

Lo mejor sería compartir la experiencia con los hijos. Explicarles que todo es entretenimiento y que las estrellas tienen otra vida fuera del programa. Romper el mito que es violencia y que si el niño lo ve se va a convertir en alguien violento. Quizá, si los padres están ahí para ayudarlo a entender y no para prohibirlo, va a quedar como un recuerdo bonito de convivencia familiar.


Lo que ustedes nos contaron en las redes


Ana Maria Pasos: Si me hablan de lucha libre, inmediatamente pienso en Los Titanes en el Ring: programa de televisión argentino de lucha libre, que yo veía de niña a principios de los 70. Mi luchador favorito era La Momia porque me daba terror. Las peleas estaban arregladas, de lucha no tenían nada, eran pura payasada pero entretenían a los niños. El creador del programa y también luchador, Martín Karadagián, siempre ganaba.

One thought on “Lo que la lucha libre nos dejó

  1. La lucha de ahora en nada es como lo de antes, las peleas eran más épicas no eran los «barbies» de ahora. caras bonitas que ganan por «likes» y no porque se desbarataban las visceras en cada encuentro. Aun hoy despues de tantos años recuerdo con cariño grandes nombres de luchadores, Razor Ramon, Triple H, Shawn Michael, Mankind, Gold Dust, Bret “Hitman” Hart, Eddy Guerrero y no por último menos imporante… El imponente UNDERTAKER. Como olvidar la lucha de jaula que sostuvo con Mankind, eso fué épico e irrepetible

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