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“Los límites están en la mente”

Anielka Ortez sentía fascinación y miedo cuando su padre la internaba en los tupidos surcos de tabaco en Jalapa. La hoja de tabaco puede crecer tanto como una persona promedio. Para ella, que era una niña en aquel entonces, la planta la superaba en tamaño. El túnel verde que se formaba sobre ella la fascinaba, pero las culebras que a veces se cruzaban a su paso la horrorizaban. Caminaba de la mano de su padre y aprendía los secretos del tabaco sin saber, en aquella época, que un par de décadas después sería la primera mujer en timonear esta industria en Nicaragua.

La niña Anielka en el plantío es un recuerdo que se vaporiza tras la calada que Anielka, hoy presidenta de la Cámara Nicaragüense de Tabacaleros (CNT), le da al Lancero, un puro fino, que destaca en su mano derecha. Anielka Ortez es una morena imponente. Fuma con una maestría que intensifica su elegancia y presencia. Para algunos su figura podría resultar inusual en un placer tradicionalmente asociado a los hombres. Pero ella ha roto esa percepción. No solo es conocedora de los usos del tabaco, desde el surco hasta el consumo gourmet, sino que desde enero de 2017 dirige una industria que ese mismo año creció 16 por ciento y generó más de 230 millones de dólares en ganancias.

Nunca antes una mujer había representado la industria tabacalera en Nicaragua. Anielka Ortez lo consiguió tras más de una década de fogueo en Agroindustrial Nicaragüense de Tabacos S.A. Aunque la empresa es propiedad de su padre –uno de los pioneros de la siembra de tabaco en el Norte– ella no llegó a la gerencia general de un tajo. Todo empezó durante las vacaciones universitarias.

La economista tabacalera

Anielka Ortez siente pasión por los números. A diferencia de muchos de sus familiares que se especializaron en carreras afines al tabaco como la Agronomía, ella prefirió la Economía. En temporada de vacaciones prefería ir a Condega, a la sede de Agroindustrial Nicaragüense de Tabacos, a echarle una mano a su padre Omar Ortez en distintas áreas: en la siembra del tabaco, el control de los inventarios, pago de planillas y hasta los mandados diarios de la empresa.

“Me costó 21 años conocer y aprender sobre el desempeño del tabaco y la empresa. Mi sueño era convertirme en la gerente de un banco, porque me gustan los números. Pero con el paso del tiempo, mi papá me asignó mayores responsabilidades hasta que me convertí en gerente general”, relata.

Habla con propiedad sobre la actividad tabacalera. Nació en 1984 y a los 34 años ha asumido el mando de las tres empresas que conforman el grupo empresarial de la familia Ortez: aparte de Agroindustrial Nicaragüense, dirige Tabacos del Sol y la razón social de su padre, que se dedica a la siembra y la preindustria.

“Muchas veces creo que mi papá quería que mi hermano manejase el negocio. Pero me depositó su confianza”, asegura.

Mujeres: más del 50 por ciento de la fuerza laboral

Aunque se dice que la industria tabacalera es “un mundo de hombres”, lo cierto es que es uno sostenido por las mujeres. Anielka Ortez reivindica que más del 50 por ciento de la fuerza laboral son ellas. Mujeres en los surcos, en las mesas de enrole de los puros, en el área administrativa y ahora ella, la primera mujer en escalar al primer puesto de la industria en Nicaragua.

“Me da orgullo y satisfacción representar a un sector que nadie ve, pero que ocupa la mayoría de los espacios en la industria del tabaco y los puros”, afirma. “Siempre digo que los límites están en la mente. No sentir que por ser mujer me voy a detener. Ha habido obstáculos, pero hay que tener valor y ser positiva”.

Uno de los obstáculos que ha tenido es el poco tiempo que le queda para compartir con sus dos hijos. El trabajo como gerente y presidenta de la Cámara es abundante. “Es difícil medir el tiempo. Pero quiero que mis hijos sean independientes y que vean mi forma de trabajar, es lo que quiero que aprendan”, sostiene la tabacalera.

Su presidencia acaba este año. Como meta se ha planteado “terminar con satisfacción” dos proyectos: La reforestación de la cuenca del Río Estelí y crear una denominación de origen de puros nicaragüenses.

Anielka vuelve a encender el puro. En medio de la plática ha olvidado sorber. Le traen otro para constatar el estado de la última producción. “Fumo todo el día, pero es un placer. Relaja”, señala la joven. Es otro puro gourmet, uno de los tres millones anuales que produce la empresa que ella dirige para el mercado internacional más exigente.

Anielka Ortez quiere que su empresa se consolide y obtenga mayor visibilidad en Estados Unidos, Canadá y Europa. Pero su ambición es aventurarse en el mercado asiático, como una emperatriz tabacalera que busca ampliar sus dominios. “Siempre manteniendo la calidad”, resalta, mientras las volutas forman una cortina vaporosa sobre su rostro.