Estilo

Los «Perrhijos»: Cuando el amor trasciende
Cortesía | Niú

Tener perros que son considerados como hijos, es una tendencia en aumento en el mundo. En Nicaragua, también se populariza tener "perrhijos"

La tendencia de que las parejas jóvenes o jóvenes solteros tengan mascotas, principalmente perros, antes de tener hijos -o por no quererlos del todo- ha sido un fenómeno creciente tanto en el mundo, como en Nicaragua. Algunos expertos opinan que tratar de “humanizar” a los perros, es decir tener «perrhijos» es un grave error, sin embargo, sus dueños aseguran que se trata de amarlos, no mimarlos.

“Un perrhijo, es el perro que es tratado como hijo, casi adquiriendo costumbres humanas, como ponerle ropa, dormir en la cama con sus dueños, darles comida de humano, entre otros. Los dueños generalmente son personas solteras y parejas que no pueden o no quieren tener hijos, quienes muchas veces no interpretan bien el concepto de bienestar animal”, explica Noel Martínez, veterinario.

Según Martínez de cada diez clientes que reciben su consulta, cuatro de ellos son “perrhijos”. “Normalmente son perros malcriados, que padecen de muchas alergias o perros muy dependientes de sus dueños, que se sienten ansiosos al estar solos o adquieren comportamientos humanos”, señala el veterinario.

Martínez aclara que no es malo darle amor a una mascota; todo lo contrario, es un gesto noble y que normalmente viene acompañado de reciprocidad y lealtad absoluta por parte del animal, sin embargo, advierte que se deben establecer límites entre lo adecuado para la mascota y lo adecuado para el humano.

“Deben estar conscientes que son animales y que deben tratarse como tal. Esto no significa que los van a maltratar, pero sí respetar que los perros tienen su propio comportamiento y su propio espacio, y no se debe tratar de humanizarlos”, dice.

Niú habló con algunas personas que consideran a sus perros como sus verdaderos hijos, y que, aunque no han podido o querido tener hijos todavía, no consideran que sean un reemplazo.

Tito, Chema y Oreo: Los «perrhijos» de Cindy Bustamante

Cindy Bustamante junto a Óreo, el más pequeño de sus bebés | Cortesía

Cindy Bustamante, tiene 22 años, y es propietaria de Amarelo, co-fundadora de Pinoleras Fest e influencer. Es originaria del departamento de Chinandega, y, además “mamá perruna” de tres: “Tito”, un maltés-habanero de un año y seis meses; “Chema”, doberman pincher-pomeranian, de un año y tres meses y “Óreo”, un maltés puro de cinco meses. Todos considerados por su ama como «perrhijos».

“Me siento totalmente una mamá perruna todos los días. Los tres están bajo mi protección y les doy todo mi cariño. ¡Cuando se trata de ellos es algo serio! Y a como les doy amor también los corrijo. Puede parecer una locura, pero hasta hablo con ellos, tenemos toda una relación de madre e hijo”, comenta Cindy.

  • Chema, es súper divertido y enérgico | Cortesía

Tanto Tito, Chema y Óreo, cuentan con su cama, platos de comida, perfume, enjuague para el mal aliento, vestimenta, entre otros juguetes. Según su dueña ha invertido entre 500 y 600 dólares entre los tres en lo que llevan de vida. Parte de su rutina es despedir a su ama cuando va a trabajar, recibirla para el almuerzo y disfrutarla por las tardes-noches, que es el momento en que Cindy les dedica más tiempo para jugar o salir a pasear.

“Chema y Óreo son muy divertidos, alegres y enérgicos, Tito por otro lado es más calmo, pasivo y dormilón. Los tres son bien cariñosos y andan detrás de mí siempre. El lazo que tengo con mis perritos es algo indescriptible, ellos son como mis bebés, son como unos niños, necesitan amor, atención, educarlos y cuidarlos. Ellos son parte de mi familia y ocupan un lugar enorme en mi corazón”, asegura Cindy.

Cindy asegura que sí se comporta como mamá de los tres y “a veces más de la cuenta”. Siempre están con ella, viendo televisión o incluso hay días en que se pone a bailar con ellos. “Soy hija única y pues creo que eso ha influido a que yo ame la maternidad y a los niños. Anhelo tener una familia en un par de años. Definitivamente siento que es algo para mí, pero en el futuro”, comenta.

“Caosito”: El “bebé” de Patricia y Ernesto

Caos Gerard, el niño de Patricia y Ernesto | Cortesía

Patricia Pérez Canales y Ernesto Villela tienen cinco años de casados y uno y medio de tener a “Caos Gerard” en sus vidas. “Caosito bebé llegó a nuestras vidas el 25 de diciembre de 2017. Caosito es hondureño, Ernesto lo compró aquí y nos lo llevamos a Nicaragua porque vivíamos allá. Ahora ambos vivimos en Tegucigalpa”, cuenta Patricia.

Según cuenta, ellos nunca habían tenido ni plantas juntas, pero desde que tienen a este «perrhijo», se reparten la responsabilidad para velar por él, pues lo consideran parte de la familia. Cuando cumplió un año, el 23 de septiembre pasado le celebraron su cumpleaños con un pastel y aunque no lo visten o le compran demasiados juguetes, para ambos es un perro muy especial.

“Nosotros hemos estado en la lucha de tener hijos, y yo, había querido tener una influencia maternal y había estado pidiéndole a Ernesto que me dejara tener un perro, él me decía que no, pero en secreto había estado haciendo gestiones para regalarme a Caos desde que la perrita estaba embarazada y desde ese momento tuvimos una gran conexión”, recuerda Canales.

  • La mascota ama viajar en el carro con la cabeza por fuera | Cortesía

Tanto Ernesto como Patricia comparten la mayor parte de su tiempo con él, procuran no dejarlo mucho tiempo solo, para que no se estrese y aseguran que es un perro muy educado e inteligente. Le encanta ir en el carro con la cabeza por fuera e incluso ya aprendió como bajar y subir la ventana. El nombre de Caos surgió a partir del slogan de Huggies, porque según Patricia, ha sido “caóticamente lindo”, tenerlo con ella.

Patricia asegura que tener a Caos en su vida no es algo que reemplace su deseo de tener un hijo. “No es que tener un perro es tener un hijo, nunca va a ser igual, pero claro que te ayuda, tal vez como terapia de tener a alguien que estás cuidando, que le das tu atención, que sabés que tu tiempo no es tuyo, que tenés que velar por alguien más, que tu presupuesto cambia, creo que eso es similar, pero por supuesto no lo reemplaza. Aunque sí él es nuestro hijo, él es un niño y él se cree un niño”, dice.

Bárbara y su mejor compañía: Poncho, Fito Páez y el Chele

Bárbara y «El Chele» | Cortesía

El lazo que tiene Bárbara González con sus mascotas “trasciende cualquier entendimiento”. Según dice, “es de corazón a corazón”. Si por alguna razón está fuera de su casa los extraña y su papá se debe encargar de mandarle videos y fotos siempre que viaja. “Ellos para mí, son la mejor compañía en momentos de inflexión y con quienes celebro mis momentos más alegres. No sé si los veo como fueran mis hijos, porque no soy madre y no podría hacer esa comparación a ciencia cierta, pero mis mascotas son familia y ellos inspiran en mí el más noble de los amores”, dice esta dueña.

Poncho y Fito aman caminar por la mañana -cuenta su ama- sobre todo Poncho. Y el Chele que es el más bebé es más juguetón y destructor, siempre está buscando como jugar con sus hermanos. “En general son obedientes, Fito es bien gruñón, cuando se le da la gana no voltea a ver a nadie y pasa apartado, pero él es el más apegado a mí, tiene un instinto protector sobre mí, que ninguno otro de mis cachorros tiene”, cuenta.

Según sus cálculos, los gastos para mantener a estos tres cachorros, dos de ellos terrier-maltés y un criollo, rondan los tres mil córdobas y alcanzan hasta cuatro mil córdobas cuando toca llevarlos a la peluquería. Bárbara asegura que nunca los ha vestido porque hace demasiado calor en Managua como para tenerlos arropados, tampoco les ha comprado una cama, porque desde siempre han dormido con ella.

  • En general todos son obedientes y súper dormilones | Cortesía

“Entiendo que dependen por siempre de mí y que tengo la responsabilidad de velar cada día por su bienestar. Cuando paso en la casa, mis mascotas pasan pegados a mí, se ponen a ver tele o a escuchar música. Los saco a bailar a veces o les canto al oído. Soy la persona más cursi con ellos, pero siento que lo disfrutan”, detalla González.

Para Bárbara, tener mascotas, no significa estar preparada para la maternidad, pero sí aprende todos los días sobre amor incondicional “porque cuando un perro te quiere, lo hace para siempre”, asegura.

“Creo que tener perros, en particular, nos enseña a los seres humanos a desarrollar una enorme empatía no solo por los demás animales, sino por todo nuestro entorno, nos hacen sentir vulnerables ante sus necesidades y nos motivan a ser mejores personas. Con base a mi experiencia con mis mascotas, puedo decir que una cosa en la que ha influido en mí es sobre la adopción. Es algo que en un futuro me encantaría hacer. Mi plan A en cuanto a la maternidad”, menciona Bárbara.

Bella y Cocó: Los angelitos de David

Bella y David, su primer angelito | Cortesía

“Mi lazo entre mis cachorritas y yo es un amor eterno incondicional. Las quiero más que a mi vida, me atrevería a decir, porque me importa más su salud, su bienestar, su comodidad antes que la mía. Las dos son mis bebés, son mis hijas, la cosa más linda que hay en el mundo es ver esa emoción cuando me reciben, lloran, me saltan encima, me rasguñan, me rompen la ropa, pero todo con una intención de amor, que es una de las experiencias más bonitas”, dice David Ricardo Castillo, soltero y empresario de 35 años.

Sus “angelitos”, como les llama son “Isabella alias Bella, una basset hound, es una pequeña de siete años, cumple el nueve de febrero. Mi otro angelito se llama Cocó alias Osito, tiene cinco años, es una rottweiler mezcla de alemán con americano y cumple el 28 de diciembre”, detalla Castillo. Él las saca a pasear a sus «perrhijas», día de por medio y se tiene que “ajustar” a los horarios de cada una, porque Bella es más madrugadora que Cocó.

En cuanto a sus cumpleaños, nunca se los ha celebrado con una fiesta, pero sí trata de hacer algo especial por sus mascotas, como llevarlas de paseo, al mar, o comprarles un filete mignon. No acostumbra vestirlas y cada una tiene su cama en su cuarto, pero no duda en dejarlas subir con él, cuando se sienten con miedo o frío.

  • Cocó se sube al comedor cuando tiene miedo | Cortesía

“Yo sí creo que soy un padre para ellas. Incluso he tenido las posibilidades de emigrar a otros países o tener otros trabajos, pero a todos siempre les he dicho que no, debido a ellas, porque si no me las puedo llevar yo no me muevo. Sin mis angelitos me siento incompleto y estoy seguro que sin mí ellas se sienten incompletas. De hecho, en el 2014 viví en San Juan del Sur como cuatro meses y esas perritas sufrieron”, recuerda.

Aún con este lazo especial, David no descarta la paternidad. “Hubo un tiempo que pensé que no era para mí, pero creo que es lo mejor que le puede pasar a alguien. Ahorita no tengo pareja, entonces no puedo decir que quiero tener ya, pero sí me gustaría en el futuro. Creo que tener uno de estos angelitos caninos te llenan el corazón de tanta felicidad y pienso en cómo será tener un hijo humano que venga directamente de la sangre de uno”, dice.