El FSLN y el clan ORMUR (Ortega-Murillo), nos han hecho el gran favor de hacérnoslos visibles, que los conociéramos, seleccionárnoslos, de poner a prueba ante la faz de la nación, su honestidad, solidaridad, su amor por su comunidad nacional, a esos jóvenes, mujeres, estudiantes, campesinos, pobladores, adultos mayores, exsandinistas, exmilitares, curas, médicos, deportistas, cantantes líricas, matrimonios altruistas, artistas, comerciantas, bailarinas de nuestra música, escultores, ingenieros, maestros, profesores de universidad, jornaleros, choferes, periodistas, abogados, activistas ecológicos, de derechos humanos, economistas, y así, hemos descubierto a lo mejor de lo mejor que teníamos, pero que no lo sabíamos.
Ellos y ellas están pagando por nosotros el costo de la rebelión.
Sí, esto fue, ha sido, es y continuará siendo una rebelión. No es ningún golpe de Estado, porque no hay armas, ni bombas, ni machetes, palas ni cuchillos en las manos del pueblo. Sólo banderas azul y blanco y una que otra botella de agua de las que llevaba a los jóvenes, como Alvarito Conrado.
Todos los que están luchando desde adentro, en los fosos de sus majestades los criminales de la humanidad.
Todos y todas, consecuentes y firmes en sus objetivos, exigiendo la construcción de la nueva Nicaragua, insistiendo heroica y maravillosamente, en la línea pacifista, cívica, ciudadana, para mandar a la tiranía, al basurero de la historia.
¿Los estamos mereciendo?
Miguel Mora, el periodista, pidió luz en su celda de aislamiento. Lo que pidió no se lleva por cable y bombillo. Él, adentro, pidió la luz de la libertad que todos estamos pidiendo afuera.
¿Y… estamos haciendo los de “afuera”, lo que ellos y ellas, desde adentro?
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