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“Managua es como un diamante en bruto”

A Emma Grün le gusta estar pendiente de todo lo que le rodea. Está sentada en una banca del Centro Histórico de Managua, uno de sus lugares favoritos, pero sabe que no está sola. La acompañan a lo lejos niños corriendo, algunas palomas buscando su nido, vendedores ambulantes listos para regresar a casa, conductores atascados en el tráfico de la tarde, personas con sueños, como ella, como todos.

Ese sentimiento de caos rutinario es lo que la ha inspirado a dedicar más de diez, de sus 33 años, a la estructuración de ciudades desordenadas, como Managua, la capital joven de Nicaragua. “Es fascinante y complejo”, expresa.

Desde pequeña sabía que una de sus pasiones eran las artes. A la arquitectura llegó a través de la pintura, hobby que desarrolló en su adolescencia. Sin embargo, “no soñaba con ser arquitecta”. Entró sin ninguna expectativa y sigue con ganas de saber más.

Emma formó parte de la primera generación de Arquitectura en la Universidad Centroamericana (UCA). Siempre destacó. Era la líder de su sección y participaba en diversas actividades estudiantiles como la Junta Directiva de la Coordinadora Nacional de Estudiantes de Arquitectura (CONEA), que la llevó a viajar desde muy joven por toda Latinoamérica.

“Esta organización nos llevaba a congresos desde Lima hasta La Habana. Lugares tan parecidos pero distintos a la misma vez, en donde te das cuenta que todo es tan similar, pero los contextos son tan diversos. Me abrió los ojos y me iluminó a lo que me quería dedicar”, cuenta.

Emma Grün en el Palacio Nacional. Foto: Franklin Villavicencio. Niú

Viajar la acostumbró a estar alerta, a observar detenidamente los lugares y a entender que nunca se está solo. Por eso, Grün decidió no enfocarse en diseñar edificios, sino en desarrollar el aspecto público de las ciudades. Planificar y entender lo que pasa en los parques, las plazas. “(Esos lugares) son tan caóticos pero tan estructurados. Donde no sabés qué va a pasar, pero sabés que va a pasar algo”, explica.

Uno de sus mayores proyectos es crear un punto de conexión y estabilización para el Centro Histórico de Managua. “Aquí lo tenemos todo y están todos”, explica. Hablamos de un sitio a las orillas de un lago, entre árboles, animales, personas y edificios nuevos y antiguos. Una Managua urbana y moderna, pero también bastante rural.

Bajo esa premisa viajó a Holanda con una beca en la Universidad Tecnológica de Delf, una de las más prestigiosas en su campo, para estudiar una Maestría en Urbanización de Ciudades Complejas en Latinoamérica.

Sabía que deseaba regresar a Nicaragua y “aportar algo” para mejorar las ciudades “caóticas pero fascinantes” que tanto le gustan.

Un trabajo en equipo

En 2013, después de graduarse con honores, comenzó a trabajar en distintos proyectos urbanistas para el rediseño de ciudades en toda Latinoamérica, uno de los más importantes, en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) como consultora especialista en Desarrollo Urbano.

En su trabajo ha logrado materializar distintos avances para el desarrollo de la capital. Pero de sus logros no le gusta hablar en singular. “No es algo que solo yo he creado, es un trabajo exhaustivo en equipo”, explica.

Otra de sus metas es cambiar la perspectiva de la capital para el resto del mundo. “Managua es como un diamante en bruto”, comenta. Ese pensamiento lo transmite en sus clases de urbanismo en la Universidad Centroamericana y a todos los lugares que va.

La empatía al contexto, según ella, es la clave para el proceso urbano de ciudades como Managua. “El urbanismo está tan cercano a la arquitectura, como lo está de la sociología y la economía, porque se tiene que analizar lo que pasa a tu alrededor”, expresa.

Para ella la ciudad perfecta no existe,tampoco los planes maestros. “No es posible hablar de una sola Managua, porque ahora se crea algo buscando suplir las necesidades de las personas y hay de todo tipo. Una ciudad ideal, creo, es impulsada por su gente, por el contexto”, comenta.

Piensa que no es bueno planificar magistralmente la vida. “No sé ni lo que voy a hacer el año que viene”, comenta entre risas. Le gusta observar, pero no quedarse con ello, sino analizar lo que vio, y tratar de hacer algo al respecto. También le gusta “aportar” para crear sociedades inclusivas y tener en mente que “no hay nada más importante que ser feliz”, esa es su motivación principal a largo plazo.