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Manual para el ciudadano

La vida es dura, y aún más cuando los gobernantes ponen 20 mil yunques de problemas sociales sobre los ciudadanos de una nación. Estar haciendo malabares con dar de comer a tus hijos, conseguir un trabajo, mantener estabilidad matrimonial, lidiar con colegas de trabajo difíciles (aun peor un jefe difícil), y por sobre eso ver policías armados, grupos paramilitares, muertes, violación de derechos humanos, y un saqueo indiscriminado al pueblo mediante reformas fiscales…ok, paremos ahí porque estoy a punto de convulsionar o de tener un colapso nervioso. Es demasiado.

Pero entre el caos, como el tejido intrincado que va por debajo de una alfombra china, pero sobre la superficie muestra un hermoso y perfecto diseño, así también algo maravilloso puede surgir en medio de todo el caos social. De hecho, la industrialización como la revolución francesa, el auge en Estados Unidos después de la Gran Depresión, y la globalización de Singapur y El Salvador, son ejemplos de que durante la tormenta o después de ésta puede venir un verano de bonanzas, de desarrollo, progreso, educación, y mejoras en la economía de una nación. ¿De dónde surgen estas innovaciones y cambios en los países? No, no son de las revoluciones carniceras, guareras, bacanaleras, y energúmenas de Latinoamérica. Surgen en un acuerdo ciudadano, un canto a capela del pueblo, una vox populli en falsete que clama: educación, ética, integridad, desarrollo, valores, amor por el trabajo, y una inmensa voluntad de ser productivo.

La familia es la base de toda sociedad. La familia es la institución eterna que ha existido desde antes de la fundación del mundo, hasta en los orbes y en las cosas espirituales: familia de estrellas, familia de dinosaurios, y la Trinidad: Padre, Hijo, y Espíritu Santo. Es decir, es un modelo intrínseco de todas las naciones y la base de toda sociedad. Es el lugar donde la cosmovisión de cada individuo es formada, es el lugar donde adoptas tu cultura, donde puedes ser vos mismo, pleno, donde te enseñan valores, donde te disciplinan, donde te enseñan que la vida es dura y que necesitas un reforzamiento integro para pulir lo que estas aprendiendo en casa y profesionalizarte, ese empuje es la Educación.

En los países del tercer mundo, los gobernantes no han aprendido, o, mejor dicho, han querido desaprender a la brava, el valor de la educación. Me atrevo a decir que también han hecho un buen trabajo en convencer a los pueblos que no es (la educación) tan importante como dicen los países desarrollados. Es por ello que perecemos, por falta de conocimiento. Adoptamos una actitud fatalista, donde empezamos a culpar a Raymundo y todo el mundo, y creamos excusas insulsas de todo tipo para no estudiar…o para no esforzarnos tanto.

La decadencia estudiantil es impresionante (no todos), pero si una buena población de estudiante no es desafiada, no es disciplinada, ahora las notas se venden con facilidad, o si eres miembro del Estado, mejor aún, tienes acceso a un menú de becas, sueño de cualquier otro estudiante que en realidad se esfuerza por obtener eso.

No existe respeto a las leyes y regulaciones. Es evidente. Existen muchos eufemismos que usamos en el tercer mundo para decir que estamos trabajando, cuando en realidad estamos robando, explotando, o ganando el dinero con el menor esfuerzo posible. Es común. Es la norma violar las leyes y regulaciones de vez en cuando, especialmente cuando estamos en aprietos o necesidades. Todo es permisible, así creemos, y comenzamos a degenerarnos progresivamente. El rico comienza robar indiscriminadamente y el clase media y pobre comienzan a venderse indiscriminadamente, volviéndose partícipes de todo el sistema de corrupción. Esto debe parar. Debes comenzar a aplicar la ética del trabajo en tu vida: si eras ladrón, vuélvete honesto, siendo honesto, vuélvete productivo, siendo productivo, vuélvete generoso, y siendo generoso, serás un modelo a seguir.

Por otro lado, impera también la creencia errada que el trabajo es un yugo, una actividad fastidiosa que hacemos solamente por poner un plato en la mesa, y no por ser un ciudadano que vuela sobre la línea recta, y vuela alto, se codea con los más grandes por su diligencia, liderazgo, e integridad profesional. En vez, empleados llegan a una empresa y empiezan a quejarse de la comida, del aire que está muy helado, o que está muy caliente, o que me pidieron quedarme 15 minutos más tarde, y terminan renunciando y así continua su vida cíclica de desempleo, fatalismo, y murmuración, siempre quejándose entre dientes de todo. Cuando de hecho, el trabajo es una bendición, un lugar donde podemos desarrollarnos en todas las áreas, gerencia, liderazgo, paciencia, compasión, diligencia, proactividad, y avanzar en nuestras vidas y carreras profesionales. Queremos ser gerentes de entrada sin haber aprendido nada.

No solo debemos hacer esto en tiempos aciagos, pero es recomendable enfocarnos como un puntero laser en la población más vulnerable. La compasión es una virtud muy bien remunerada, en este sentido: si a los más vulnerables de tu país enseñas que la vida es lineal y no cíclica, y que la vida comenzó en un jardín, y terminó en una ciudad, y que el trabajo es uno de los privilegios que goza un ciudadano integral, con ganas de superarse y brindar una mejor calidad de vida a su familia, entonces estás haciendo la tarea correcta. No asistas a nadie, mejor dales perlas de conocimiento siempre que puedas para que exista el desarrollo transformacional en tu nación.

Persigamos todas estas cosas y les aseguro que aunque vivamos en el tercer mundo, en un país convulsionando por tanta injusticia, en una económica precaria, ten por seguro que tu casa será una morada de progreso, cultura, educación, desarrollo, valores, prosperidad materia y espiritual, y serás un ciudadano apto para bendecir tu nación ayudando a todos aquellos que están al borde de un colapso nervioso. Y si crees en Dios, pues él te usará para darles fuerzas como el búfalo, renovará las tuyas, tú y ellos se remontarán como las águilas, correrán y no se cansaran, volarán alto hasta la vía láctea, harán sus nidos en las estrellas, y regresarán, y entre todos nunca se fatigarán. Esto es lenguaje figurativo para decir que te irá bien. Haz la prueba y verás. ¿No lo crees? Créelo. Hay casi 1 mil millones de personas en las 50 potencias mundiales que ya están aplicando estos principios desde hace mucho.