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Más justicia, menos impunidad
Carlos Herrera | Niú

"En la nueva Nicaragua, que tanto anhelamos, debemos procurar que la justicia se haga costumbre y que la impunidad desaparezca"

Un 22 de abril del año 2002, el hoy diputado Byron Jerez era detenido por la Policía para ser enjuiciado por supuestos actos de corrupción de los cuales habría resultado sobreseído (que no es lo mismo que inocente) después de haber enfrentado 13 juicios en Nicaragua.

Catorce años después, en 2016, Byron Jerez aparecería como el único diputado electo por la Alianza por la República (Apre), un partido zancudo que le hizo el juego al FSLN en unas elecciones fraudulentas en las que reinó el abstencionismo.

Restituir el daño causado

Una vez más, Byron Jerez, exdirector general de la Dirección General de Ingresos (DGI) en tiempos del expresidente y también exreo, y compinche Arnoldo Alemán, se salía con las suyas. No solo volvía al juego político sino que también a lucrarse de las arcas del Estado, esas mismas que vos y yo sostenemos.

Jerez junto a Alemán fueron acusador de desviar fondos del Estado para crear empresas y beneficiarse personalmente con un dinero que pudo haber sido utilizado para construir escuelas, centros de salud, comprar medicinas, hacer nuevas calles y un sinnúmero de cosas que en Nicaragua hacen falta. Pero no, ellos lo desviaron, se beneficiaron y nunca pagaron por sus delitos. No pagaron con cárcel y tampoco restituyeron el daño causado al Estado de Nicaragua. En cambio volvieron por la puerta grande.

Otros en años atrás, al igual que Jerez y Alemán, también delinquieron, pero nunca pagaron por sus delitos aunque hoy, en su defensa, alegan sus buenos servicios a la patria en otros momentos.

Cómplice y autor material

Traigo este tema a colación a raíz de la renuncia del exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), Rafael Solís, (quien ayudó a Jerez y Alemán a librarse de la cárcel) a quien han querido revestir de heroísmo por haber renunciado a una estructura en la que «él fue el principal operador político de Ortega en la Corte Suprema».

Solís es cómplice y autor material de la ruptura del orden constitucional en Nicaragua desde 1997 y durante 21 años desde su despacho en la CSJ. No habrá apretado el gatillo contra la vida de Alvarito Conrado ni contra Gerald Vásquez, tampoco contra los más de 300 asesinados por la dictadura Ortega-Murillo. No ha firmado la sentencia condenatoria contra jóvenes y campesinos, hoy presos políticos, que protestaron contra Ortega-Murillo, pero eso no niega su responsabilidad en esta ola represiva.

Para mí es inaudito que casi nueve meses después, con más de 300 muertos, 600 presos políticos, mil desaparecidos, una cantidad de evidencias en video y audio, te des cuentan que el Estado, ese del que sos parte, ha cometido crímenes de lesa humanidad, ha violentado toda garantía constitucional, no respeta los derechos humanos, instaura una dictadura monárquica y han desaparecido la independencia de los poderes del Estado.

#NiPerdónNiOlvido

En un futuro, en la nueva Nicaragua que tanto anhelamos, habrá que deslindar responsabilidades sobre cada persona que ayudó a sostener, fue cómplice y autor en esta ola represiva de la dictadura. Habrá que procesarlas, si es necesario, y evitar que nuevamente lleguen al poder desde donde cínicamente se burlan en nuestra cara.

Habrá perdón, desde las víctimas, si es que eso sana su alma, pero la sociedad no debe perdonar y mucho menos olvidar el rostro de quienes sangraron al pueblo. No es rencor, no es venganza, se llama justicia y restitución a las víctimas y al Estado. En la nueva Nicaragua, que tanto anhelamos, debemos procurar que LA JUSTICIA SE HAGA COSTUMBRE y que LA IMPUNIDAD DESAPAREZCA.