Mauro Ampié, maestro FIDE en ajedrez y medallista de oro en los Juegos Centroamericanos 2017, practicó hasta ocho horas al día para ganar a los ajedrecistas rivales de Costa Rica y Guatemala, considerandos como potencias en este deporte. Fue un año intenso de la mano de los entrenadores Sandro Mareco, de Argentina, y posteriormente del cubano Yasser Quesada, que lleva el título de gran maestro, uno de los máximos honores que la Federación Internacional de Ajedrez concede a los más destacados atletas.
Desde el inicio, Ampié entrenó para llevarse el oro. En medio de sus clases de Psicología en la Universidad de Chicago, participó en torneos y viajó a Cuba con el dinero que el Instituto Nicaragüense de Deportes (IND) le asignó a los participantes de la selección pinolera, todo para sentir el fogueo de los campeones internacionales de ajedrez.
“Me parece que la inversión que ha metido Costa Rica es lo que ha dado frutos. Me parece que Nicaragua, si quiere poder disputarle esos resultados, tendrá que hacer la misma inversión”, comentó el atleta.
Para el ajedrecista, esta inversión se traduce en entrenar a los jugadores en el extranjero y ponerlos a competir en torneos fuera de Centroamérica para que vivan la experiencia del ajedrez internacional.
Otra dificultad que tienen los jugadores de la selección nicaragüense es, según Mauro Ampié, el impulso a los talentos jóvenes. “Hace falta que los jóvenes que están en el presente den un salto y que la guardia vieja, si bien están jugando muy bien, no creo que puedan dar los mismos resultados que están dando los jóvenes”.
Ampié tiene 20 años y juega ajedrez desde que tenía seis. A esa edad, su abuelo le enseñó a mover las piezas. Fue hasta los diez años, cuando un amigo de la familia recomendó que era necesario ponerle un entrenador para desarrollar todo su potencial. Desde esa edad, no ha dejado el tablero. Ahora tiene una novia y le gusta pasar tiempo con sus amigos, pues considera que esa parte social de su vida estuvo descuidada por sus rigurosos entrenamientos y admite que eso no es del todo saludable. Para él, la formación de un atleta debe ser integral y en todos los aspectos.
1. Una canción que te inspire.
Una canción que me inspira es «The show must go on», de Queen, porque la letra es sobre luchar contra las adversidades, Freddie Mercury tenía sida cuando estaba cantando esa canción y para mí es la lucha contra lo inalcanzable.
2. Una canción para la victoria.
Un súper clásico, «We are the champions», de Queen también. Es la que se me viene a la cabeza porque cuando voy a los torneos, un primo me la manda.
3. Una canción para bailar.
«Despacito», de Luis Fonsi, porque esa es la que ponen en las discos y es ahí donde dan ganas de bailar (risas).
4. Una canción que te recuerde a tu infancia.
«Hips don’t lie», porque me recuerda cuando estaba bastante pequeño y la escuchaba cuando iba al colegio. Además mi papá lo tenía en un CD que escuchábamos.
5. Una canción que te recuerde a Nicaragua.
«Quincho Barrilete», de Carlos Mejía Godoy.
6. Una canción para salir de la rutina.
Para salir de la rutina te voy a dar «Rather Be».
7. Una canción que te gustaría haber escrito.
Me hubiera gustado haber escrito «The Thin Ice», de Pink Floyd. Me parece una canción súper profunda, porque en sus dos únicas estrofas que tiene, siento que dice mucho.
8. Una canción que odiés.
Definitivamente esa de Pitbull que dice: one, two, three, four, uno, dos, tres, cuatro.
9. Una canción que hayas escuchado el día que ganaste tus medallas.
La canción del torneo, porque la asocio mucho con ese día. Es «Anywhere», de Rita Ora. Me tocó escucharla un montón de veces.
10. La canción de tu vida.
La canción de mi vida no es una canción, es una sinfonía. Siento que con ella yo logro entender a las personas sin palabras. Siento que puedo leer a la gente sin palabras y esta es una pieza que no tiene letra, pero yo logro entender lo que el compositor quería decir en la canción.