Icono del sitio Revista Niú

Méritos y omisiones de “La princesa Paca”

Fotograma "La Princesa Paca"

Ajena al dolo y al sentir artero,
llena de la ilusión que da la fe,
lazarillo de Dios en mi sendero,
Francisca Sánchez, acompañamé…
Rubén Darío (febrero 1914)

La empresa pública de televisión de España, Televisión Española (TVE), que cumplió en 2016 sesenta años de existencia, presentó para la amplia audiencia hispanoamericana, la película “La princesa Paca”, basada en la novela del mismo nombre, escrita por los españoles: Rosa Villacastín (Ávila, 1947), periodista, presentadora de televisión y escritora, y Manuel Francisco Reina (Cádiz, 1974), poeta, guionista, narrador y dramaturgo. Aunque el estreno oficial fue el 15 de febrero en el Ateneo de Madrid, el video fue transmitido por la televisora estatal, el pasado jueves 13 y viernes 14 de abril. Gracias por el fascinante filme que relaciona al compatriota más memorable de nuestra historia que traspasó las fronteras, el idioma y venció al siglo.

La novela, que por su género permite la libertad de recrear y complementar con la imaginación lo que no sabemos, privilegia los énfasis subjetivos ineludibles desde la evidencia y la percepción de la sencilla y terca mujer que transitó con Rubén Darío durante quince años entre Madrid, París y Barcelona (1898 – 1914), a pesar de intermitencias de sus viajes y la evasión frecuente del autor de Azul… Se basa en el libro publicado por la académica y escritora española Carmen Conde (1907-1996): “Acompañando a Francisca Sánchez”, impreso en Castilla (1957) y en Managua (1964), en la proximidad del centenario del nacimiento en Nicaragua del reconocido literato e innovador, líder modernista (1867-1967).

Las fuentes del libro fueron los testimonios de la joven campesina española, hija de uno de los jardineros del rey, a quien el poeta encontró en Madrid en una mañana de primavera (1899), Francisca Sánchez del Pozo (1879 – 1963), y su baúl de recuerdos, en donde guardaba libros, cartas, anotaciones y otros detalles de Rubén Darío, y que Paca, casada con José Villacastín desde 1921 –con quien procreó dos hijos–, conservó con especial cuidado y afecto durante casi cuatro décadas. Rosa Villacastín, nieta de Francisca Sánchez, coautora de la obra, refresca en el texto la memoria, el encuentro entre su abuela y Darío, en ocasión de los 150 años de su nacimiento “en la humilde Metapa nicaragüense”, y que ahora, la televisión proyecta, con los ajustes pertinentes, a una extensa y diversa audiencia contemporánea, que podrá aproximarse, durante 1 hora y 43 minutos, a la bella, simple y dulce historia de amor y tristeza, a la intensidad del encuentro entre dos espíritus sencillos, -en las complejidades de sus circunstancias-, como los que Benjamín Itaspes –el alter ego de Darío en “El oro de Mallorca”- le gustaban para conversar y aprender.

La película, excelente adaptación, bajo la dirección de Joaquín Llamas, la fresca interpretación de la actriz Irene Escolar, Mejor actriz revelación (Premios Goya 2016), y la serenidad del actor Daniel Holguín, acompañados de un talentoso elenco, tiene la virtud de contar la historia en la brevedad ilustrada de las imágenes y los diálogos, con amenas y dinámicas expresiones, para acercarnos a la comprensión de la realidad humana, cotidiana y trascendente, sensitiva y adversa, entre la joven a la que enseñó a leer y lo cautivó con sencillez y valentía, y Rubén Darío, el ser humano sensitivo de la “dramática vida”, navegando contra la corriente desde su origen adverso, y de cuya vida y obra se continuará hablando, para confirmar su vigencia clásica, recreado de leyenda y ficción.

Francisca renuncia y asume, ante la habilidad de la palabra y la aureola que rodea al hombre que la corteja y deslumbra, una ilusión que no se trastoca a pesar de las dificultades y las cargas que el poeta arrastra desde su infancia. En el entorno sociocultural de pobreza y exclusión, de opulencia conservadora y monárquica, en una España decadente que lamenta la derrota reciente frente a Estados Unidos, la esperanza y el amor unen a la pareja más allá de las formalidades.

Se cuenta, como era de esperarse, sólo parte de la historia. La que percibe Francisca, la que describen los narradores, la que interpretan los actores, la que apreciamos los lectores de la novela y ahora los televidentes de la película. Vargas Llosa escribió con razón: “La novela es un quehacer exclusivo y excluyente”. Hay tres asuntos principales que podríamos debatir.

Primero, la manera de presentar a Rosario Murillo Rivas, “la garza morena”, con quien se casó en Managua (1893) -al enviudar de Rafaela Contreras, madre del primogénito que le sobrevivió-, como bruja y mala, obviando el otro lado de la moneda. ¿Cómo lo contaría Rosario? La esposa abandonada que luchó por recuperar al marido, quien fuera su pasión de adolescente, a quien recordó en algunas de sus primeras creaciones (ejemplo: La cabeza del rabí –poema-, Emelina –novela-), y, que, a pesar de las forzadas circunstancias del matrimonio, mantuvo con ella comunicación afectuosa después de separarse por salud en Panamá, cuando estaba embarazada del niño que falleció al poco tiempo de nacer. Al final, Rosario lo trajo de Guatemala a Nicaragua, acompañó al esposo durante los últimos meses de vida (julio 1915 – febrero 1916), murió como viuda de Darío, sin volverse a casar, en 1953, a los 82 años de edad.

Segundo, se privilegian imágenes que muestran su debilidad por la bebida y se vincula un absurdo, a Darío creando sólo por la influencia del licor y motivado por momentos de inspiración, cuando es comprobable que el poeta estudiaba y leía de manera sistemática y en cada uno de sus poemas es evidente que hay conocimiento y trabajo persistente.

Tercero, no se muestran de Darío sus cualidades fundamentales de lector constante y observador acucioso, no está el autodidacta perseverante, actitudes que le permitieron alcanzar la genialidad literaria con ímpetu renovador. Queda todavía pendiente la película sobre Rubén Darío, aún no terminamos de ver su rostro completo, actual y vigente. Ojalá surjan nuevas producciones.

A pesar de las omisiones e imprecisiones, es sin discusión meritoria la película que TVE nos ofrece. España, Nicaragua e Hispanoamérica, no pueden más que agradecer y disfrutar este legado para la memoria inconclusa y cambiante que compartimos. He visto con atento placer el video y descubro en ello el arte que es capaz de unirnos, de expresarse con subjetividad creativa y belleza.

www.franciscobautista.com