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Mi decepción por el FSLN
Carlos Herrera | Niú

"La evidencia que culpabiliza al régimen Ortega-Murillo de la masacre, de las torturas, injusticias y represión es abrumadora y es de dominio de todos"

     

Yo dejé de votar por el FSLN en el 2004. Tenía 20 años.

Quien lea esto puede criticarme todo lo que quiera por no haberme dado cuenta antes del tipo de organización que son. Pero siendo este país mucho más complejo que lo blanco y lo negro, que lo bueno y lo malo, es necesario reflexionar un poco el por qué los nicas somos, como somos, con respecto a decidir sobre quién nos gobernará.

Arnoldo Alemán ganó las elecciones en 1996 con el 51% de los votos. Esas fueron 897 mil personas que no se dieron cuenta que Arnoldo llegaría a tener una administración podrida y corrupta y que establecería las bases para el pacto que consagraría una nueva dictadura en nuestro país. Yo podría criticar a quienes votarón por él, pues nuestro voto nos hace responsables directos de por quienes votamos. Pero es obvio que la mayoría de ellos no imaginaron que sucedería todo esto.

¿Significa que votar por él fue un error? Es difícil saberlo. Si en 1979 no hubiésemos derrocado a Somoza, ¿estaríamos mejor en todos los niveles? Es aún más difícil de calcular. Además de esto, la retrospectiva sólo funciona para atrás. Qué bonito sería volver en el tiempo y corregir todo aquello que hicimos mal. Pero no se puede. Y en Nicaragua somos expertos en aprender por las malas, llegando inclusive a repetir el mismo error varias veces. Unos abrieron los ojos más tarde que yo, otros más temprano. Lo que importa, es que los abrieron.

Carlos Herrera | Niú

A mí por eso, jamás se me ocurriría criticar o burlarme de aquellos que creían en el FSLN y que ya no. O en el somocismo. O en Arnoldo o en quien sea. Todo ser humano en la Tierra ha sido engañado y manipulado más de una vez. Todos hemos estado a ciegas en muchas cosas en la vida. A nivel político, religioso, laboral, hasta a nivel amoroso. Todos cometemos serios errores de juicio afectando a otros y/o a nosotros mismos. Pero no es cualquiera el que admite su error. El que después de ver la realidad, decide aceptarla y abrazarla, por mucho que duela o que avergüence.

Yo estoy seguro que muchos de los que no han abierto los ojos, están muy claros del nivel grotesco y violento con el que ha funcionado este Gobierno, sobre todo recientemente. Pero están tan apegados a ese romanticismo revolucionario, a esa idea de que están del lado de los buenos y que jamás estarían del lado de los malos, que se rehúsan a admitir que están defendiendo a un genocida. Y por eso se aferran desesperadamente a la ridícula historia del intento de golpe, de los gringos, de la CIA, del terrorismo, etc.

Prefieren pensar que quienes son capaces de mentir, engañar, de inventar noticias falsas para culpar a gente inocente, son los otros. Que quienes son capaces de secuestrar y torturar, son los otros. Que quienes venden su ideología y se dejan manipular son los otros. Y peor aún, que los enfermos de poder son quienes “lo quieren conseguir”, y no quienes están asesinando por conservarlo.

Estas personas, muchos de ellos amigos o familiares tuyos, tienen miedo. Pero no el mismo miedo que tenemos nosotros de salir a la calle con una bandera y que nos metan presos. O que la policía te llegue a buscar a tu casa y te dispare frente a tu mamá. No. El miedo de ellos es a darse cuenta que toda esa idolatría es basada en una cruel mentira. Que todos esos discursos ridículos y falsamente cristianos de la vicedictadora, son pura basura hecha para maniobrar a quienes no cuestionan, a quienes no les queda más remedio que seguir creyendo. Tienen miedo a reconocer que ellos son iguales a los millones de seguidores de cada dictador despiadado en la historia. Y que han sido cómplices (unos más que otros) de algo terrible contra su propia gente.

Foto: Carlos Herrera. Niú

Sin duda, ellos tienen la responsabilidad por el candidato por el que votaron y al que defienden. Sin duda, ellos tarde o temprano, como me pasó a mí, se darán cuenta que fueron engañados y que Nicaragua merece algo muchísimo mejor. Puede ser que hasta ya lo hayan visto y se hayan dado cuenta. Porque claro, la evidencia que culpabiliza al régimen Ortega-Murillo de la masacre, de las torturas, injusticias y represión es abrumadora y es de dominio de todos. Lo vieron, pero decidieron no hacerle caso y quedarse en su cómoda creencia.

Por eso digo, abrir los ojos es fácil, lo difícil y más importante es mantenerlos abiertos.


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