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Mi experiencia con la copa menstrual

Hace algunos meses te comentaba cómo la crisis de Nicaragua me ha despertado la conciencia ambiental. Desde entonces, he estado haciendo pequeños cambios en mi estilo de vida para producir menos desechos. Cambié las toallas desmaquillantes desechables por unas reusables y las pajillas de plástico por las de acero inoxidable. También he aprendido a llevar conmigo una bolsa de tela cada vez que voy de compras y a decir “no gracias” a las bolsas plásticas de las tiendas y supermercados. Pero el cambio más grande que he hecho hasta la fecha es el de las toallas sanitarias por la copa menstrual.

Si bien la copa menstrual tuvo su boom hace ya un par de años, sé que aún es un tema nuevo para muchas, incluyéndome a mi hasta hace un par de meses. Es por eso que hoy quiero compartirte mi experiencia, en caso que estés considerando hacer el cambio o que simplemente tengás curiosidad.

¿Por qué la Copa Menstrual?

Al principio, la idea de la copa me parecía absolutamente incómoda y sobretodo innecesaria. Así que cuando algunas de mis amigas hicieron el cambio les pregunté por qué lo hicieron. Todas coincidieron en que era más práctica y cómoda, como un tampón pero sin los peligros de intoxicación, y que era mucho más amigable con el ambiente.

En ese momento ambos argumentos me parecieron absolutamente absurdos. Primero, porque llevo 18 años usando toallas y nunca he tenido ningún problema con ellas. Sin mencionar que el tema ambiental me parecía una ridiculez y necedad. Me parecía una exageración pensar que unas cuantas toallas sanitarias al mes podían ser un problema ambiental.

Sin embargo, y como ya te conté en un post anterior, la crisis de Nicaragua me ha hecho pensar en muchas cosas. Entre ellas, en cómo las pequeñas acciones siempre suman, para bien o para mal. Esto también aplica para los temas ambientales y la generación de desperdicios. Fue así como decidí tragarme mis palabras y darle una oportunidad a la dichosa copa menstrual.

Mi Experiencia

Yo compré mi copa en Amazon, guiándome por los reviews y los precios. Me terminé decidiendo por la Dutchess Cup porque tenía el sello de “Amazon Favorite” que en general es bastante confiable. Aunque después me di cuenta que hay distintas formas y hay unas que son más amigables para principiantes, como la Lena Cup.

Otra cosa que me generaba dudas era el tema de la limpieza. Sabía que necesitaba hervirla al inicio y al final del ciclo pero no estaba clara de cómo hacerlo. Finalmente, aprendí que la forma más práctica es hervir el agua y luego vertirla en una taza (dedicada solo para eso) durante diez minutos. Durante el ciclo, solamente la lavo con agua y jabón al vaciarla cada cuatro o seis horas.

En cuanto a la colocación, seguí las instrucciones y aunque fue bastante incómodo, no hubo filtraciones. Pensaba que había sido un éxito pero me equivoqué. Creo que en los primeros intentos de colocarla fui un poco brusca, y al segundo día me sentía muy irritada. Así que entré en pánico y decidí dejar de usarla hasta el siguiente ciclo. El mes siguiente me fue mucho mejor. Logré colocarla bien desde la primera vez y no tuve problemas de irritación ni filtraciones.

En Conclusión

En verdad me alegra haberle dado una oportunidad a la copa. Nunca había tenido problemas con las toallas pero ahora que no las uso, sí me siento mucho más libre. Sin mencionar que mes a mes estoy generando menos basura.

Así que si también estás considerando hacer el cambio, solo puedo decirte que definitivamente requiere de una curva de aprendizaje. Es probable que te tome varios intentos o varios ciclos acostumbrarte, pero mientras más te documentés, tu curva de aprendizaje será más breve.

Espero que este post te haya gustado y que me dejes un comentario para saber qué opinas acerca de la copa menstrual. Como siempre, muchas gracias por estar aquí y que la fuerza nos acompañe. ¡Hasta la próxima!


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