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Si te gustan las relaciones en línea, deberías saber que fácilmente podés ser engañado por tu pareja virtual
Karla recibió mensajes de su novio Kasam durante más de dos años, pero su relación tenía algo particular. Ella era nicaragüense y él vivía en Israel, nunca se habían visto en persona, la única información que tenían era lo que estaba colgado en su perfil de Facebook, y uno de los dos ocultaba una vida totalmente distinta detrás de la pantalla.
Karla y Kasam tenían una relación virtual turbulenta, cimentada en los engaños en línea. Como la de ellos hay cientos de historias, Niú te trae dos anécdotas.
Un amorío virtual es la relación que dos personas entablan vía internet sin antes conocerse físicamente, puede formarse a través de las redes sociales o de sitios exclusivos para citas como Tinder, Badoo, Match, entre otros.
Antes de Facebook, estaban los emails, y antes de los emails las cartas por el correo tradicional, aquel que debías esperar por días y a veces meses, pero con la tecnología, hoy solo necesita darle clic a un perfil para entablar una amistad con alguien al otro lado del mundo.
El instituto estadounidense Pew Research Center’s Internet Project en 2013 realizó un estudio a más de 2 mil adultos, mayores de 18 años, que reveló que uno de cada diez encuestados ha usado el internet para buscar pareja.
66 porciento de ellos ha ido a una cita con alguien que conocieron a través de un sitio de citas o aplicación, el 23 porciento ha establecido una relación a largo plazo que en algunos casos ha terminado en matrimonio, y más de la mitad de los que buscan parejas en línea confiesa que ha tenido una mala experiencia durante la búsqueda, tal como la falsificación de datos o el robo de identidad.
El 28 por ciento de ha sido contactado por alguien que les hizo sentir acosado o incómodo, principalmente las mujeres.
¿Por qué buscamos relaciones con gente que no conocemos?
A esos deseos recurrentes de tener relaciones virtuales se le conoce como “Bovarismo Virtual”, que es cuando el individuo que persigue el amor en línea toma ese contexto como la realidad absoluta, pues no se siente conforme en el mundo físico y busca incesantemente distintas parejas (todas online) para que llenen el vacío.
El término surge actualizando el antiguo «bovarismo», que se inspira en la novela del francés Gustave Flaubert, Madame Bovary. Hoy, explica el Wall Steet International, «bovarismo se usa más para describir a personas que aspiran a una vida diferente de su idealizada y compensatoria».
Es en sí «un estado de insatisfacción crónica», en el que la persona crea una personalidad imaginaria que no es del todo un escape de la realidad, «sino un intento de estar en la realidad con los aspectos de la ilusión que construyó».
Este es un comportamiento perjudicial «porque se basa en las contradicciones e hipocresías» y es más común en los jóvenes, advierte el medio.
Según María Auxiliadora Alfaro, psicóloga y directora del Centro de Desarrollo Psicosocial de la Universidad Centroamericana (UCA), se establecen relaciones con desconocidos por la necesidad constante de sentirse querido, y cuando este cariño no se da por medios cercanos, como la familia, lo buscamos en gente ajena en nuestro entorno, y el internet es una cancha infinita para hacerlo.
Ximena Largaespada, coordinadora de Comunicación Estratégica del Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (Ieepp), explica que uno de los mayores problemas con el internet es que podemos actuar en la forma que queramos y los demás lo creen.
“La línea con la fantasía y la realidad se acorta en la web”, sentencia.
Esto le pasó a Karla.
Felizmente casado… Con otra
Un 31 de diciembre, Karla vio entre sus recomendaciones de amistades a un hombre “extremadamente atractivo”. Era todo lo que buscaba e instantáneamente se enamoró. Le envió una solicitud de amistad, y él en seguida le contestó. Recibió un mensaje de él que decía “Hi, nice to meet you”. Ella no manejaba muy bien el inglés, así que fue inmediatamente al traductor de Google y así inició la conversación.
Karla entendía que entre ellos habían muchas diferencias, la más importante la edad: ella tenía 35, él 26. Otra era que ella tenía dos hijos y él no tenía ningún tipo de compromisos.
Hablaban todo el día, desde que amanecía hasta que desaparecía el sol. Ambos eran felices y Kasam le había prometido viajar a Nicaragua en cuanto “recogiera el dinero para movilizarse”. Con esa promesa mantuvieron una relación por todo un año.
Karla tenía sus dudas, porque él era muy reservado en sus asuntos.
Era “un hombre muy misterioso”, recuerda.
Después de insistirle muchas veces habló con él por Skype, pero en la vídeo llamada él se notaba muy extraño.
Pasaron dos años y seguían las pláticas y promesas. Toda la familia de Karla se había encariñado con la idea de alguien al que no podían ni siquiera entender. Un día cuando Kasam se había ido a dormir, Karla vio una publicación en árabe que una mujer dejó en el muro de él, la tradujo con ayuda de Google y la sorpresa que se llevó fue grande.
Era un post en el que esa mujer celebraba sus cuatro años de casada con Kasam, y le daba gracias a “Alá” por sus dos hijos (uno venía en camino).
Al entrar al perfil de ella, encontró decenas de fotos que nunca había visto de su supuesto “novio”.
Kasam con su familia, sonriendo, siendo feliz.
Karla inmediatamente terminó la relación. Él trató de explicarle pero ella no quiso escucharlo, lo eliminó de su lista de amigos y de su vida, pero Kasam no. Hace dos años ya que terminó su amorío pero él la sigue buscando. Ha llegado a crear perfiles falsos de Facebook para poder contactarla.
Ella dice que ahora es feliz al lado de alguien “del mundo real” y nunca volvería a entablar una relación virtual.
Los protagonistas de las relaciones a distancia
La psicóloga, María Auxiliadora Alfaro, explica que generalmente las personas que buscan relaciones virtuales se caracterizan por tener una personalidad introvertida, baja autoestima y dificultades para establecer relaciones interpersonales físicas. Además suelen ser personas que han sido lastimadas anteriormente por su entorno, ya sea por su familia, amigos o la pareja anterior.
“¿Cómo es posible en no confiar en tu vecino que ves todos los días, pero sí en una persona que está a miles de kilómetros de distancia?”, lamenta Ximena Largaespada, del Ieepp.
Como Kasam y Karla existen muchos que mienten sobre su identidad en la red, algunos omiten datos, otros creen y venden una vida totalmente diferente a la que tienen. Y es que en la red nadie se los impide.
En las políticas de Facebook, por ejemplo, se ofrece la opción de denunciar perfiles falsos bajo los etiquetas robo de identidad, robo de fotografías, falsificación de nombres, sin embargo, no todos son descubiertos.
Aunque la trata de personas existe fuera de las redes, el internet ha facilitado el secuestro a mujeres, con el fin de la prostitución y venta de órganos.
“En internet le das lo que la gente quiere creer, probablemente un hombre de 50 años use fotos de un joven de 15 para poder abusar de las niñas que engaña”, advierte Largaespada.
Así sucedió en Nicaragua con Onel Faubricio Ramírez Borge, quien utilizó perfiles falsos en Facebook para engañar y posteriormente abusar de cinco adolescentes en el departamento de León.
«Mi novia me robó»
Marlon pasaba todo el día en línea, tenía 17 años y estaba en su primer año de Ingeniería Industrial en la Universidad Nacional de Ingenería (UNI) cuando conoció a Camila en Twitter. Era una chavala venezolana que lo había seguido recientemente. Él le dio “follow back” y le comenzó a hablar.
Marlon era muy callado y tímido, pero en las redes se sentía seguro y decidió mensajearla. Sus conversaciones se hicieron constantes y un par de semanas después se hicieron novios.
La relación siempre fue extraña. Él la agregó a Facebook pero Camila solo tenía como 30 amigos en esta red, además que entre sus amistades había otro perfil con las mismas fotos.
Cuando Marlon la confrontó ella le aseguró que su familia era muy estricta y que no la dejaba hablar con desconocidos, así que había creado un perfil especial para él.
Tampoco tenía WhatsApp, porque según Camila, sus papás desconfiaban de ella y no le permitían usar celular, aunque sí subía fotos desde un iPhone todos los días.
Marlon ignoró todas las señales y siguió con la relación.
“Nunca me habían dado tanto cariño”, recuerda.
Camila agregó a Facebook a casi todos las amistades de él. A algunas de sus amigas les escribía ofendiéndolas y diciendo que se apartaran de su novio. “Cuando no borraba a una amiga, ella se enojaba y me eliminaba de Facebook”, lamenta.
A los varones les preguntaba obsesivamente sobre la vida de Marlon. ¿Qué hacía? ¿A qué hora llegaba a su casa? Lo tenía controlado.
Cuando cumplieron un año de relación, la venezolana le pidió que le enviara un oso de peluche y flores, Marlon no sabía cómo hacerlo, así que le dijo que no. Camila se enfadó tanto que lo bloqueó de Facebook y de Twitter. Marlon se sentía muy triste y trató de contactarla en su otro Facebook, pero no recibió respuesta.
A la semana siguiente, ella le mandó un mensaje en Facebook diciéndole que si quería volver con ella tenía que enviarle 100 dólares para comprar los regalos que él no quiso enviarle. Él, desesperado por complacerla, le prestó dinero a sus amigos y familiares, hasta recogerlo. Le mandó la cantidad que le pedía y ella solo le mandó un mensaje diciendo:
“Ya recibí el dinero, tontito”.
Desde entonces no tiene contacto con ella.
Marlon insistía mandándole mensajes. Pensaba que se le había dañado la computadora, por qué otra razón no le contestaría. Su duda se despejó hasta el día en que ella lo bloqueó de todas las redes sociales.
“Eliminó su Twitter para que no siguiera insistiendo”, lamenta.
Él le escribió al otro perfil en el que habían fotos de ella. A los meses le respondieron diciéndole que ella nunca había creado otra cuenta. La verdadera joven le contó que muchos se hacen pasar por ella.
No era el primer caso, pero ella ni siquiera se enteraba que la persona que se robaba su identidad estaba entre sus amigos: tenía al rededor de 5,000 personas agregadas y nunca se dedicaba a ver quién le mandaba solicitud.
Marlon ahora tiene 20 años, y todavía recuerda con nostalgia a Camila. Afirma que nunca más volvería a hablar con desconocidos: “aunque me duela admitirlo, me estafaron, pero que ya he salido adelante y solo lo tomo como una experiencia de vida”, sentencia.
No aceptar, ni agregar a desconocidos a tus redes sociales, es una de las sugerencias que dan los expertos. Nunca se saben a ciencia cierta las intenciones de los demás, sin importar qué tan bien te hagan sentir emocionalmente, explica Ximena Largaespada del Ieepp. Ella considera que debe primar mejorar las relaciones físicas con las personas a tu alrededor.
Largaespada, advierte que no se debe recibir ni enviar ningún tipo de dinero o regalos. “Si te envían un celular es porque tendrán mayor control ante la persona, si te hacen enviar uno, probablemente es una estafa”, explica.
Y aunque tengas una relación amorosa o amistosa con un desconocido es esencial no brindar ningún dato personal, como la dirección de tu casa, universidad o trabajo, el nombre de tus familiares, entre otras pistas que puedan ubicar al desconocido detrás de la pantalla.
¿Conocés alguna relación virtual? ¿Fuiste parte de una? Compartí tus comentarios con nosotros.