Xiomara Díaz, copropietaria de “The Garden Cafe”
La apuesta de una emprendedora por luchar contra la explotación sexual infantil e incentivar a las niñas de Granada
Xiomara Díaz, copropietaria de “The Garden Cafe”
La apuesta de una emprendedora por luchar contra la explotación sexual infantil e incentivar a las niñas de Granada
“Mi rebeldía me inspiró a emprender”
La mañana del 13 de agosto de 2007 se inauguró “The Garden Café” en la turística ciudad de Granada, el local por el que tanto habían trabajado Xiomara Díaz y su esposo Damien Hopkins, después de graduarse juntos de la universidad.
Los cuatro trabajadores que habían contratado, aunque no sabían si tendrían para pagarles su primera quincena, estaban listos para atender a los primeros clientes. Xiomara, siempre obsesiva con el orden, recorría una y otra vez la vieja casona colonial. Aunque recuerda que tampoco guardaban ni un córdoba en la caja registradora. “Tuvimos que prestarle a mi papá, porque habíamos gastado todo y no teníamos ni para dar vuelto”, dice con una sonrisa.
Pero estaban cumpliendo su meta. Se aventuraron, aunque algunos familiares y amigos los desanimaban. Pero Xiomara siempre se ha considerado “una mujer que no sigue las reglas”.
“Tuvimos mucha resistencia por todos lados. Un restaurante tiene muchas probabilidades de fracasar. Pero yo he sido siempre una rebelde, por ejemplo, cuando estaba pequeña pintaba los botones de la camisa porque no me gustaba ser como los demás. Así que ir contra la corriente me ha sido útil para hacer una empresa”, explica.
Dejar la comodidad
Once años después, Xiomara dice que arriesgarse valió la pena. La idea de crear su empresa surgió tras lo que llama “un poco de frustración”. En sus primeros empleos no se sentía valorada.
Para ser empresaria “hay que arriesgarse”, pero sobre todo “cuando estamos jóvenes” porque “si fracasás podés hacer otra cosa e intentar”, agrega.
Xiomara asegura que muchas lecciones las ha ido aprendiendo en el camino. “En tu plan de negocios vos estás haciendo predicciones, pero no siempre se cumplen. Hay que incrementar lo que creés que vas a gastar y disminuir lo que pensás ganar. Al menos en los primeros cinco años”, insiste.
El «Garden Café» no es un restaurante tradicional. Venden comida saludable, pero también recetas nicas “con un toque distinto”, según su propietaria. Además ofrecen a sus visitantes una pequeña biblioteca y una tienda en la que ofertan productos de unos cincuenta artesanos nicaragüenses.
El reto de ser empresaria es enorme, pero asegura que le gusta no acomodarse “a hacer lo que los demás esperan”. Así fue que decidió estudiar Diplomacia y no Veterinaria como lo hizo su papá, un hermano, un tío y uno de sus primos.
El poder de las niñas
Tras una experiencia en 2011 se dio cuenta que debía luchar contra un mal que enfrenta Granada: la explotación sexual infantil.
“Recuerdo que un día un señor extranjero de unos 60 años estaba con una niña de 14 y no había ninguna comunicación entre los dos. Estaban sentados de frente y no hablaban”, comenta.
Pensó que si lo estaba viendo en su negocio el problema era mucho mayor en las calles de la ciudad. “Uno solo podía sospechar, pero ahora existe un protocolo de actuación contra este tipo de casos”, indica. De hecho, sus sospechas fueron ciertas. Ese señor fue condenado semanas después por explotación sexual infantil.
Por eso, esta joven empresaria decidió, hace dos años, crear la organización Unleash Potential Nicaragua (Up Nicaragua) para trabajar con niñas de escasos recursos económicos de Granada y convertirlas en “mujeres con un futuro brillante”.
Actualmente atienden a 30 niñas en programas de reforzamiento escolar, clases de inglés y computación. El programa se mantiene casi en su totalidad con la venta de productos artesanales que ofrecen en The Garden Cafe.
También gracias a un proyecto de cooperación, once niñas participan en un “club de robótica y programación”.
“Estos proyectos son mi sueño de aportar algo a Nicaragua”, explica.