Estilo
La idea de negocios que ‘nació' en una barbacoa
Dos jóvenes empresarios nicaragüenses fundaron su fábrica artesanal cervecera en Carazo. “Aspiramos a que la gente tome buena cerveza”, dicen
Aquel día de barbacoa los cuñados se aburrieron de tomar las cervezas de siempre. “Estoy topado, no quiero más”, dijo Eduardo. Un impulso rezagado invadió entonces a José: “¡Sabés, hagamos nuestra propia cerveza! Soy microbiólogo y creo que podría hacer una buena”. Eduardo, un tanto atónito por la entusiasta y decidida respuesta de su cuñado, preguntó como buen administrador de empresas: “¿Y por qué crees que se vendería?”.
El pensamiento de José Marcel Sánchez Rodríguez, un científico de 29 años y graduado en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN, León), se trasladó a Seattle, Estados Unidos, la capital de las “microcervecerías”. Recordó cuando estudió becado una especialidad en Biología Molecular y su paladar fue sorprendido por una inmensa, colorida y amarga gama de cervezas. Al principio fue reacio a tanta malta, lúpulo y cereales mezclados de infinitas formas, pero al poco tiempo entendió que Nicaragua estaba encasillada en sabores. “Conocí otro tipo y me gustaron”, explicó José.
“¿Qué necesitamos para hacer cervezas?”, interrogó Eduardo Mendieta Gutiérrez a su cuñado, sin saber que esa plática ahumada por la barbacoa sería el primer proceso de producción de la ‘Moropotente’, la marca que desde hace tres años se define como la “primer compañía cervecera gourmet de Nicaragua”.
Lo que los cuñados necesitarían para elaborar su primera cerveza serían los ingredientes, y algunos aparatos para maceración y fermentación, porque del tema de las recetas ya se había ocupado el microbiólogo. La idea de crear un nuevo estilo de cerveza en el país lo embargaba cada vez que tomaba una botella.
“Me sentí frustrado en Nicaragua. No encontraba una cerveza que tuviera buen cuerpo, más carácter, más personalidad… bueno, dije, voy a empezar a hacer mi cerveza. No me gusta lo que tengo acá y quiero probar algo nuevo”, relató José a Confidencial en un bistró de Managua donde sirven la ‘Moropotente’ en vasos altos, coronados por la cremosidad espumosa que se asemeja al velo de tul de una novia azorada a punto de besar al novio.
José amalgamó la tarea científica con el gusto cervecero. Creó dos fórmulas: una para una cerveza tipo Scotch, y la otra para una tipo Pilsner. Antes, experimentó con su propia levadura, el hongo artífice de cualquier fermento.
El microbiólogo materializó sus fórmulas hasta que se asoció con el administrador de empresas. Eduardo viajó a Estados Unidos y consiguió todos los insumos para la fabricación. De vuelta en Dolores, Carazo, donde funciona la fábrica, ensayaron por primera vez. Erraron. Pusieron el doble de malta a la cerveza. El resultado fue más negro de lo esperado. En principio, José quería una cerveza “algo parecida a la Guinness y totalmente distinta de lo probado en Nicaragua”. Al catarla, sus papilas gustativas supieron que “el error fue glorioso”. “Así nació la Scotch”, cuenta Eduardo entre risas.
La Scotch es una cerveza bastante fuerte, la joya de la corona de José. Los 7.8 grados del alcohol que posee, sin embargo, son atenuados por un distractor inesperado: un elegante pero territorial sabor a café. La Pilsner en cambio es una cerveza más ligera, de 5.6 grados de alcohol, y cuya base de trigo origina un aroma nítido y da una sensación refrescante. “Fue amor a primera vista”, resume el microbiólogo.
La producción de cervezas aumentó. Eduardo y José eran los primeros catadores, después sus familiares y amigos. Ellos afirman que las cervezas iban flechando paladares, pero creían que la valoración no era objetiva por el vínculo con los probadores. Al extender las muestras un poco más, el resultado era el mismo: todos pedían, maravillados, otro vaso. Llegó el tiempo de comercializarla y con ello todo el reto logístico.
A la caza de los ingredientes
El lanzarse al mercado implicaba que el nivel de producción tendría que ser a mayor escala y de un flujo constante. Esto requería contar con instrumentos especializados y tener a mano ingredientes de calidad. “Pero el problema es que en Nicaragua lo único que existe para hacer cerveza es agua”, afirma José.
Los cuñados juntaron ahorros personales e hicieron un préstamo para emprender un “viaje de negocios”. En Estados Unidos consiguieron las máquinas necesarias y en Europa, cuna de la cultura cervecera, refinaron la idea sobre su producto. Contactaron a proveedores en Bélgica, país donde se producen más de 600 estilos, y consiguieron otros ingredientes del Viejo Continente. “Compramos los mejores”, afirman Eduardo y José, al saborear un par de ‘Moropotente’. “Es por eso que nuestra cerveza es gourmet, porque tiene calidad de ingredientes que la diferencia de la cerveza normal”, sostienen.
Los nuevos empresarios montaron en Dolores la fábrica de la ‘Moropotente’. En ella trabajan más de 10 personas y “todas son nicas”, expone con orgullo José. Pese a que contaban con algunos equipos, ellos mismos afirman haber inventado el sistema de control de temperatura, clave en el proceso. “Es el juguete más grande de nuestras vidas”, valoran los cuñados.
Otro de los desafíos de estar en el mercado era tener suficiente producto en bodega para abastecer a los clientes y, como ley inquebrantable, mantener la calidad. Pero el problema lo ponía el hongo de la fermentación. “Esta es una industria de paciencia que va al paso de la levadura”, explica José. Los cuñados lograron descifrar las costumbres “de este ser vivo que hace la cerveza” y la producción empezó a andar.
¿Por qué Moropotente?
Con un producto listo sólo faltaba escoger un nombre, “uno que tuviera personalidad”. “No queríamos que se llamara Cerveza Artesanal de Nicaragua, queríamos un nombre loco”, narra José. El bautizo de ‘Moropotente’ viene de un ancestro español del microbiólogo, don Silvestre Rodríguez, famoso en Estelí (sitio donde se afincó) por criar caballos de raza. En aquella época Silvestre era conocido como ‘el moro’ y ‘potente’ por la cantidad de hijos que tuvo. José calcula, entre risas, que su ancestro pudo haber tenido más de 30 hijos, por lo que acentó el apellido Rodríguez en Nicaragua.
La ‘Moropotente’ actualmente no se ofrece embotellada sino en sifón, al clásico estilo europeo. Los cuñados encontraron más dificultades al ofrecer su producto en un mercado dominado por un monopolio cervecero, con lo cual, dicen, no pretenden competir.
“Lo que queremos es romper tabúes referente a la cerveza en Nicaragua”, dice Eduardo. Según estos empresarios, el marketing de la empresa fuerte en el país ha calado en la conciencia de que su producto es parte de la nacionalidad. “O sea, que si no te gusta o no lo bebes no sos nica”, agrega José. “Lo que pretendemos es que la gente tenga una experiencia diferente, aspiramos a que la gente tome buena cerveza”, subrayan.
El producto de estos cuñados llegó a las calles en septiembre de 2013. El primer restaurante en vender la ‘Moropotente’ fue ‘Casa de Campo’, ubicado en la carretera Jinotepe-Nandaime. En Granada se sumaron ‘The Garden Café’ y Ciudad Lounge. En Managua Bistro & Lounge Bar LAYHA, sitio donde Eduardo y José cuentan a Confidencial su experiencia.
Los cuñados cerveceros ganaron el mes pasado el concurso Ideas de Negocio y Empresas Jóvenes en Marcha, una iniciativa promovida por la Cámara de Comercio y Servicios de Nicaragua (CCSN) y la Federación de Cámaras de Comercio del Istmo Centroamericano (Fecamco).
José dice que su “idea jamás hubiese prosperado si no hubiera caído en tierra fértil”, en referencia a Eduardo. “Uno de los méritos más grande que tiene es creerle a un loco”, afirma el microbiólogo, mientras el administrador de empresas suelta una gran carcajada. Una de las máximas de este par es “disfrutar lo que hacen”. Y bien que lo hacen: disfrutan las cervezas en el Bistró con el mismo asombro que lo haría alguien que las prueba por primera vez. Al acabar el sorbo, brindan y sueltan su eslogan: “Cerveza Moropotente, para los que descubren”.
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Excelente, quiero probarla.