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Netflix estrena el horror de “I Am the Pretty Thing That Lives in the House”
I am the pretty thing that lives in the house | Netflix

I Am the Pretty Thing That Lives in the House, no es una película común. El horror de esta cinta trata la violencia contra la mujer

     

“I Am the Pretty Thing that Lives in the House”
Dirección: Oz Perkins
Duración: 1 hora, 27 minutos
Clasificación: * * * (Buena)
Disponible en Netflix

Superficialmente “I Am The Pretty Thing that Lives in the House”, podría resultar competitiva con las recientes “Ouija: El Origen del Mal” y la última encarnación de “La Bruja de Blair”. Pero la película del nobel director Oz Perkins es, en forma y estilo, radicalmente diferente al modelo contemporáneo del cine de horror. En lugar de favorecer el shock repentino y la violencia anatómicamente expresiva, apunta por crear atmósfera, asumiendo un ritmo deliberadamente lento. Es más evocativa que chocante.

La primera imagen introduce al espectro protagonista. Es una mujer vestida en ropa anticuada, inmóvil, sosteniendo una vela que apenas rompe la oscuridad imperante en el fotograma. Bajo un murmullo mecánico, bajo pero incesante, escuchamos una voz que establece las bases de la trama y la mitología de la película. Pero no pertenece a la mujer que vemos: es la voz de Lily (Ruth Wilson), una enfermera de hospicio que ha sido contratada para cuidar de Iris Blum (Paula Prentiss), una escritora senil que vive confinada en una vieja casa en Braintree, Massachusetts.

La secuencia se extiende más allá de los esperado, con la voz de Lily hablándonos desde un futuro donde todos los misterios le han sido revelados. Su voz asume la cualidad de un encantamiento. Cierra plantándonos en el presente, o más bien, a principios de los 80. Lily, quien acaba de cumplir 28 años, no vivirá para ver los 29.

Eso se llama poner las cartas sobre la mesa. Más que apostar por sorpresas, Perkins deja que el subtexto de su trama alimente la pesadumbre. Lily está virtualmente aislada. No puede establecer una conexión con Iris, quien presa en su demencia, la llama constantemente Polly.

El nombre identifica a la protagonista de una de sus novelas, pero también al fantasma que habita en la casa. Es una joven del siglo XIX que después de casarse, fue asesinada por su esposo y sepultada en la pared de lo que sería su hogar. En un flashback de devastadora economía, se sugiere el brutal momento de la muerte de Polly (Lucy Boynton), culminando en un corte a negro donde el sonido hace el trabajo de plantar la violencia en nuestra imaginación.

Cualquier posibilidad de que Lily esté perdiendo la razón se diluye a la luz de esta revelación. La dinámica de género descrita por el desarrollo de la trama le da sorpresiva sustancia a lo que podría ser una simple pieza de escapismo. Tres épocas coexisten en el espacio de la casa embrujada: los 1800 de Polly, los 1970 de Iris y los 80 de Lily. La violencia contra la mujer se proyecta en el tiempo, extendiendo sus terribles efectos a través de generaciones. Se manifiesta como un moho negro en la pared, y en una secuencia de pesadilla, se esparce por la piel de Lily.

Tome nota de cómo la atención de la cámara reside en Wilson, Prentiss y Boynton. Bob Balaban, como el abogado que representa los intereses de Blum, es remoto, incapaz de conectar con Lily en un plano que vaya más allá del distanciamiento profesional. El homicida culpable del crimen original apenas se vislumbra, tan desenfocado como brutal.

I am the pretty thing that lives in the house | Niú
I am the pretty thing that lives in the house | Niú

Perkins es un director disciplinado, con un control admirable de su material. Si usted espera un filme de revelaciones repentinas y violencia evidente, se verá frustrado por la tensión que hace ebullición a fuego lento. Tiene, además, una conexión inesperada con el género. Es hijo de Anthony Perkins, el actor que alimentó las pesadillas de una generación como Norman Bates en “Psycho” (Alfred Hitchcock, 1960).

En un guiño cariñoso, lo vislumbramos en una escena de “Friendly Persuasion” (William Wyler, 1956), que Lily logra ver fugazmente en un viejo televisor. Un homenaje más sutil se manifiesta a través de su voz, interpretando una vieja balada que Blum escucha una y otra vez. La aparición espectral evoca fantasmas legendarios como los que asolan a Deborah Kerr en “The Innocents” (Jack Clayton, 1961).

La película es un genuino tour de force para Ruth Wilson, la actriz británica que plantó pie en Hollywood como el interés romántico en “The Lone Ranger” (Gore Verbinski, 2013) y ganó el Globo de oro por su trabajo en la serie de cable “The Affair”. Ahora se convierte en una inesperada scream queen. Sus gritos le helarán la sangre.

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