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Ciudad de New York – Hoy, 27 de marzo, es mi cumpleaños y he cumplido dos semanas de cuarentena obligatoria debido al coronavirus. El miércoles 11 de marzo acababan de detectar un caso positivo en la zona donde imparto clases, el mismo día cuando la compañía nos envió a casa a todos los instructores de idiomas.

La ultima vez que aborde el tren de regreso a casa, todo parecía normal en esta ciudad de más de ocho millones de habitantes, famosa porque siempre está despierta y muy iluminada. Hoy solo están en la calle los trabajadores de servicios vitales, quienes nos garantizan abastecimiento en supermercados, atención en farmacias y hospitales y seguramente personal de seguridad.

Los primeros días de encierro estuvieron llenos de incertidumbre y una buena carga de estrés sobre mis hombros; en algún momento tuve intenso dolor de cabeza y tos imaginaria. Mi medicina fue un par de escapadas al parque para apreciar el inicio de la primavera, regresar a casa, ducharme y disfrutar un par de cervezas. El gran reto de esas dos salidas fue no tocar nada y no hablar con nadie, no tocar mi cara ni mis lentes, hasta que pudiera bañarme.

Mi reto en estos días es tener siempre en mente los números para no entrar en pánico. Hasta este viernes por la mañana hay unas 44 635 personas contagiadas y unos 519 muertos de esos ocho millones de habitantes. Según he leído en algunos artículos, el coronavirus no es una condena de muerte para todo el mundo y una vez que el enfermo se recupera, queda inmunizado.

Entre los nicas hay una especie de consenso general de apoyarnos y mantenernos positivos mientras dura esta cuarentena. En nuestro grupo de Facebook “Nicas en NY y NJ Unidos”, estamos compartiendo información sobre centros de ayuda para gente que necesita comida o atención médica, recomendaciones para mantenernos sanos, algunos chistes y las noticias.

Estoy tratando de adaptarme a la nueva realidad y ya organice un rincón que ahora es oficialmente mi oficina, lo cual me ayuda a mantener mi nueva rutina de trabajo, de descanso, comidas, contacto con mi gente y lectura de las noticias.

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Esto escribió uno de mis estudiantes de Español cuando le pedí que me mostrara su buen sentido del humor: “Yo soy un acaparador, compre mucho papel higiénico, pero olvidé comprar comida. Hoy tengo hambre y ya estoy cocinando papel higiénico”.

Este encierro no es tan malo como parece; no he tenido tiempo para aburrirme porque me encanta estar conmigo misma, leer, escribir, tejer, hacer máscaras de papel, ilustraciones con flores secas, escuchar la radio, mirar películas y, al menos un día a la semana, ayunar para reducir la pancita.

*La autora en nicaragüense en Nueva York, instructora de Español en el Integrated Learning Center (ILC).

*Este texto es parte de la serie CróNicas, publicada en la Revista Niú, a partir de este 16 de marzo, sobre las experiencias y reflexiones de cómo los nicaragüenses en España y Estados Unidos viven las medidas de confinamiento. Te invitamos leer más testimonios en este enlace.