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Nicaragua: Vacío de poder
Nicaragua: Vacío de poder
Asamblea Nacional de Nicaragua. EFE/Jorge Torres | Niú

El régimen tiene una carta en reserva, de lo cual ha estado dando señas por debajo de la mesa a los partidos zancudos, que es llamar a la negociación de reformas electorales a través de la Asamblea Nacional.

     

El modelo de poder instaurado por el FSLN desde el ascenso de Daniel Ortega a la Presidencia de Nicaragua, en medio de violencia frenética y de crímenes de lesa humanidad desatados por el régimen, entró en crisis acelerada desde abril 2018. Mientras, por su lado, la “sociedad civil”, es decir, las diversas expresiones participativas de la ciudadanía se empoderaban exigiendo justicia y cambios en la conducción del Estado, partiendo de la exigencia original de la renuncia de Ortega y su esposa vicepresidenta.

Aquí, a más de dos años del desate de la crisis, en formato de afirmaciones cortas, a manera de tesis, se caracteriza la correlación de fuerzas entre el bloque en el poder y el bloque fuera del poder, hoy acelerada por la letalidad y desgaste de la pandemia del SARS-CoV-2 o coronavirus.

Se espera ofrecer así una base para la discusión sobre objetivos y estrategias por el lado de la ciudadanía nicaragüense.

1. El pueblo ya no quiere ser gobernado por el sandinismo, el cual ha ido perdiendo terreno en su capacidad de gobernar, pero aún no está estratégicamente golpeado ni aislado por la crisis política, económica (desde abril 2018) y sanitaria (desde marzo 2020), ni padece hasta el momento alguna crisis interna profunda.

2. Al mismo tiempo, no hay un liderazgo político ni personal que encarne la posibilidad real de un cambio de sistema o al menos, de gobierno. Frente al poder en crisis, no hay objetivos políticos claros, una estrategia de consenso, unidad de acción. Se carece de organización, programa, herramientas y tácticas de lucha para acelerar las debilidades del régimen en una primera etapa y llegar hasta su derrocamiento.

3. En cambio, predominan las tesis de negociar para acordar un sistema de coexistencia entre el régimen sandinista y la llamada “oposición” (Alianza Cívica=Unidad Azul y Blanco=Coalición Nacional).

4. Esta situación que se vive en Nicaragua parece conducir a un estado de vacío de poder, la que, si se prolonga, como en otros momentos o latitudes, usualmente provoca la reacción de ruptura del sector más organizado, disciplinado y con capacidad represiva letal: el Ejército, en alternativa a una descomposición acelerada del sistema de poder o para reprimir la posibilidad que el pueblo rompa ese vacío con un asalto al poder.

5. No hay intervención extranjera posible que por sí misma rompa ese vacío de poder: inflexiblemente, las fuerzas políticas extranjeras tendrán que alinearse con una de las dos posibilidades anteriores, dependiendo de la correlación de fuerzas entre el régimen y el pueblo.

6. En alternativa al vacío de poder, que se ha incrementado en la crisis por el coronavirus y su letalidad galopante, incluso afectando en las filas sandinistas, el régimen tiene una carta en reserva, de lo cual ha estado dando señas por debajo de la mesa a los partidos zancudos, que es llamar a la negociación de reformas electorales a través de la Asamblea Nacional. Con discursos de paz, reconciliación, entendimiento, esta será la tumba de la Alianza Cívica en especial, si da de esa forma, la espalda a los asesinados de abril y a la naturaleza genocida del régimen sandinista. El FSLN recibirá la dosis de oxígeno que requiere para llegar al 2021…” y siempre más allá”.

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