Kate (así la llamaremos en este artículo) tiene 26 años, hace un año y seis meses que decidió irse a vivir con su novio. Al comenzar esta aventura, por exigencias obvias de la situación manteniendo un hogar juntos, ella y su novio tuvieron que tocar el tema de las finanzas.
Decidieron llevar las finanzas separadas, pero se organizaban de tal forma que cada uno aportaba “lo que le tocaba” para la casa. “Teníamos una cuenta en conjunto donde ahorrábamos para metas pequeñas”, cuenta Kate.
Esta manera de llevar las finanzas era ideal para ambos, hasta que en junio de 2020, debido a la situación del COVID-19, el novio de Kate tuvo que abandonar su trabajo y por tanto se redujeron los ingresos fijos que entraban al hogar.
“Esto nos obligó a llevar finanzas juntos, intervinieron otras cosas y ahora sí decidimos hacer un presupuesto en conjunto”, relata Kate. A la situación se le sumó que el novio de la joven estaba pagando una deuda, que ahora debía ser asumida por ambos.
Kate lo deja claro; “Esto se podría ver como que yo estoy asumiendo cosas que no debería, pero la vida juntos se centra en el bienestar de los dos. No hemos terminado de pagar, pero gracias al trabajo en equipo que hemos hecho, no hemos fallado una sola cuota”, indica la joven.
Como hemos comentado en muchas ocasiones, en este tipo de situaciones, lo más importante es la transparencia entre la pareja, de la misma manera en que se necesita sinceridad en cualquier otra faceta de la relación, lo mismo aplica con las finanzas.
Infidelidad financiera, así puede afectar tu relación
Al igual que la infidelidad tradicional, la infidelidad financiera se da cuando una persona en la pareja (o ambos) mienten u ocultan información al otro, explica Elaine Miranda, experta en finanzas personales.
Esta clase de infidelidad no solo implica mentiras en la pareja, sino que los afecta financieramente, a largo plazo la infidelidad financiera no les permite cumplir sus metas como pareja o familia. “Si cada uno está ganando y gastando por su lado, ¿cuál es el dinero que queda para las metas en común?”, expresa Elaine.
En el caso de Kate, se trata de una meta en común: Salir de la deuda. La mejor forma que encontraron para mantener la transparencia, es precisamente realizando juntos el presupuesto, aunque las primeras veces fue difícil, a largo plazo se convirtió en la mejor solución.
Kate ya tenía conocimientos de organización financiera, pero su novio no. “Yo sabía las cosas que era importante. Yo soy la que hace el presupuesto, los gastos, etc. De su parte no, él no es un gastador compulsivo, pero sí ha sido complicado”, confiesa la joven.
Agrega que no se trata de querer tener el control o “ser la mamá o el papá de la relación”, sino de seguir un presupuesto por el bienestar de los dos.
Para mantener en orden ese presupuesto, está la opción de dividir los gastos por tarjeta, esa fue la solución que encontraron Kate y su novio.
¿Cómo organizar las tarjetas en común?
Cada uno tiene tarjetas a su nombre, ella tiene la tarjeta que usan para pagos fijos: El agua, electricidad, el súper etc. Él en cambio tiene la tarjeta de pagos no tan recurrentes: Salidas a comer, imprevistos etc.
Referente a este tema, Elaine alega que pueden tener una tarjeta entre los dos; o bien cada uno sigue manejando la suya.”Si son muy buenos organizándose una tarjeta de crédito no será un problema, o incluso puede ser de débito para evitar deudas”, aclara.
Y hablando de deudas, ¿qué sucede cuando llevan finanzas compartidas y realizan préstamos para familiares o amigos?
Para Elaine está súper claro; “Las parejas deben recordar que cuando se ayuda a un familiar, se está donando (o prestando) el dinero de LOS DOS. Por lo tanto, no puede ser arbitrario, sino que debe ser negociado”.
Kate aplicando este consejo, ya ha sobrellevado bastante bien este tipo de situaciones, porque su novio le ha prestado dinero a familiares en apuros económicos.” Hemos tenido esa experiencia. Eso es mucho de ceder y de ser transparente”, explica.
Agrega que cuando ya tenés un vínculo con la familia, es egoísta no ceder porque además es algo que también le puede pasar a su familia y ella obviamente va a querer ayudarlos. Por lo tanto se trata de hablar, llegar a acuerdos y entender al otro.
Lo mismo aplica a la hora de establecer y cumplir metas en conjunto.
¿Y cómo cumplimos las metas juntos?
Al igual que los préstamos o las deudas, las metas también se sobrellevan en conjunto y por lo tanto ambos deben ceder y esforzarse por la meta del otro, porque es más fácil cumplir las metas de los dos (no al mismo tiempo), si ambos aportan su granito, a que si cada uno anda por su lado intentando ahorrar para su meta.
“Aunque suene romántico y cliché, esto se logra amándose”, dice Elaine, quien piensa que esa persona con quien vivimos es nuestra pareja, nuestro PAR, a quien amamos y para quien queremos lo mejor. “Por lo tanto nos importan sus metas”, explica.
“Las metas de ambos (que siempre van a implicar dinero) se pueden cumplir si se ponen de acuerdo en el orden, las fechas y los montos”, aconseja.
Y no se trata tampoco de que si uno aporta más dinero que el otro, tiene derecho a más metas cumplidas. “Se trata de querer ver bien al otro y de querer que se realice. No todo es dinero”, resalta Elaine.
En ese sentido, a seis meses de cumplir dos años viviendo con su novio, Kate tiene claro todo lo que ha aprendido en el proceso y aconseja en primer lugar, que antes de tomar la decisión de vivir juntos, deben hablar sobre dinero y saber qué significa para la otra persona.
“Nunca sacar en cara a la otra persona lo que aporta monetariamente al hogar, si la querés es porque los recursos están por debajo del amor y la dignidad de la otra persona”, comenta Kate. Ella piensa que se debe formar un equipo, “Si vos te caes, yo te levanto”, concluye la joven.
*Este artículo fue publicado originalmente en el blog: Plata con Plática