Después del desafortunado final del Festival Cervecero de la Toña, quedan muchas interrogantes abiertas. El último día del evento era el sábado con la presentación estelar del colombiano Fonseca. Llegué a las nueve de la noche al terreno contiguo a Galerías Santo Domingo. Me encontré con una enorme fila de personas que se deshacía y se agolpaba contra la cerca, porque a esa hora las puertas ya estaban cerradas. La razón: el aforo estaba abarrotado.
Entre esas decenas de personas la demanda era la misma: querían ingresar al evento porque tenían la entrada gris en la mano. Yo estaba con seis amigos más en la misma circunstancia. Muchos de los que estaban adentro del Festival culparon a estas personas por la suspensión del concierto. Según ellos, estas personas querían entrar “a la pura bulla”, sin ticket.
No puedo asegurar que toda esa masa desesperada por ver a Fonseca tenía una entrada, y que no existieran otros que sin pase presionaran por entrar, pero en lo que pude constatar, cerca de mi fila, la mayoría llevaban sus pases. Además, los revendedores a esa hora todavía tenían entradas que vendían hasta en 500 córdobas cada una, cuando el precio era de 100.
Mientras el tiempo avanzaba, la desesperación de los varados en la entrada aumentaba. Al lado derecho, un grupo comenzó a empujar la cerca. Del otro lado, policías y guardas de seguridad intentaban contener a la multitud. En ese lapso, nadie de la Cervecería u organizador del evento salió a dar alguna explicación a estas personas para apaciguar los ánimos.
Cuando la cerca sucumbió, la estampida fue tal que muchos cayeron al piso. El tropel levantó una nube de polvo, y los guardas y oficiales tuvieron que ceder. Se apagó la música dentro del local dispuesto para el concierto y se suspendió la venta de alcohol. En los parlantes decían que todo se reanudaría cuando la gente fuera del establecimiento se controlara. Como no estuve adentro, no sé qué pasó allí, ni cómo se desató el caos. No obstante, los vídeos que circulan en las redes sociales exponen un nivel de violencia que yo no vi afuera: golpes, heridos, es decir una batalla campal.
Y pues, resumen del #FestivalCervecero pic.twitter.com/oJ2nS91EF3
— Bullshit (@StupidlygeniusK) 20 de noviembre de 2016
Nosotros decidimos irnos cuando un bus llegó a toda prisa a la entrada desbordada. Traía decenas de Policías para tratar de controlar la crisis, lo que anunciaba que las cosas se estaban poniendo feas. Pude hablar con el oficial y conductor del bus antes de abandonar el sitio.
— ¿Qué pasó, oficial?— le dije, mientras los efectivos eran formados en fila al lado del vehículo.
—Hay demasiada gente aquí esperando y adentro ya está repleto. Ahora no saben qué hacer— respondió con naturalidad—. Y ya vienen tres buses más de refuerzo — agregó.
La violencia con la que actuó la gente dentro y fuera del espacio del Festival demuestra la incultura de los nicas. Y es injustificable. Pero también deja otras interrogantes en el aire.
¿La Cervecería sobrevendió entradas al concierto? Si ellos dicen que no, ¿Cómo es posible que el aforo ampliado este año haya estado repleto, mientras otros centenares de personas estaban afuera esperando entrar con las tickets en mano y a las nueve de la noche los revendedores todavía ofrecían abundantes tickets a precios disparatados (mis primos pagaron 500 por cada una)? ¿Acaso hubo una falsificación de boletos fuera del control de la empresa? Hay cifras que no calzan.
La Cervecería debería revelar el número de entradas impresas y aclarar cuál era la capacidad instalada en el espacio para que Fonseca se presentara. ¿Cuántos tickets de cortesía distribuyeron y cuántas personas entraron sin pase, haciendo que la capacidad colapsara?
Son preguntas que deberían aclararse. Lo cierto es que fue lo más sensato suspender un evento con la capacidad desbordada. Así se evitaron muertes por asfixias, aplastamiento o alguna otra desgracia. ¿Pero los organizadores tramitaron de la mejor manera la suspensión? Muchos afirman en las redes sociales que la actitud de la seguridad fue escasa e igual que violenta que la de los asistentes.
Lo evidente es que todo se salió del control. Existe una responsabilidad compartida entre los asistentes y organizadores.
Este festival cervecero causó tanta demanda al invitar a un artista tan popular como Fonseca. Desde semanas atrás, muchos hablaban de ello. ¿Cómo no iban a prever tal presencia de personas? Antes de sacar lecciones de lo sucedido, habría que aclarar estas dudas.
Por ahora, la Cervecería no ha dicho la fecha exacta de la reprogramación del concierto. Únicamente sacaron un comunicado escueto que no ahonda en las razones del desastre.
Los organizadores aseguran que “como compañía responsable la seguridad de los asistentes ha sido y será nuestra prioridad, en consenso con la Policía Nacional tomamos la decisión de suspender el evento luego de ingresos masivos que rompieron el cordón de seguridad de la entrada y comprometieron la seguridad del evento”.
Para una próxima edición deberían pensar en la compatibilidad de un concierto con un festival, o simplemente tener planes de contingencia y diseñar un espacio aún más grande.
“Nuestras disculpas a quienes adquirieron entradas y no pudieron ingresar al evento debido a lo antes expuesto”, expone el comunicado, sin explicar si las personas serán compensadas por un concierto que no disfrutaron.