Desde las secuelas hasta los “remakes”, la re apropiación de películas o series del pasado se miran con recelo. Los nuevos espectadores no aceptan fácilmente productos del pasado. Por muy bueno que sea Christopher Reeves, es el Superman de los abuelos. DC Comics necesita a Henry Cavill para que los jóvenes compren boletos. A pesar de la suspicacia, a veces, la reinvención funciona.
“One Day at a Time” se estrenó en 1975. Producida por Norman Lear, Whitney Blake y Allan Mannings, la “comedia de situaciones” asumía un formato popular como vehículo progresista. La protagonista, interpretada por Bonnie Franklin, era una mujer divorciada que acomete el desafío de criar sola a sus dos hijas. Suena como algo común, pero en aquel entonces, era inusual centrar un programa alrededor de una mujer en un predicamento de esa naturaleza. Quizás la serie no tuvo el impacto cultural de otras producciones de Lear, cómo “All in the Family” o “Maude”, pero se mantuvo al aire por nueve años, hasta su cancelación en 1984.
En 2017, 33 años después, los productores Gloria Calderón Kellet y Mike Royce se aliaron con Lear para reconstruir y actualizar “One Day at a Time”. Ahora, la familia es cubano americana. Penélope Álvarez (Justina Machado) es una veterana de guerra, recién separada de su esposo. Trabaja como enfermera para mantener a sus dos hijas, la intelectual Elena (Isabella Gómez) y el preadolescente Alex (Marcel Ruiz). La abuela Lydia (Rita Moreno) también se ha mudado con ellos. En los márgenes, tenemos a Schneider (Todd Grinnell), dueño y superintendente del edificio.
La primera sorpresa del nuevo “One Day at a Time” es cuán efectivo sigue siendo el formato clásico del sitcom televisivo. La popularidad de la versión británica de “The Office” (2001) precipitó la era de la comedia filmada con una sola cámara, al estilo de las series dramáticas y las películas. Una especie de realismo idealizado desplazó de la teatralidad de las escenas filmadas en estudio con tres cámaras, escenificadas en un set que limita en alguna medida el dinamismo de la edición. Tome nota de cómo en la puesta en escena están integradas las pausas para registrar las risas y las reacciones del público. La existencia de una audiencia es un elemento reconocido, e integral. Puede que el nuevo “One Day…” se beneficie de la nostalgia de los que crecimos consumiendo este formato, pero también lo utiliza como una herramienta que humaniza con toda la fuerza del artificio su combinación de comedia y drama.
Los guiones asumen la misión social de las legendarias producciones de Lear, e invocan problemas de rabiosa actualidad. El más evidente – y quizás más apremiante en la era de Trump – es el de la integración de los migrantes latinos en la sociedad norteamericana. Pero los problemas familiares de los Álvarez tocan asuntos referentes a los derechos de la mujer, la identidad de género, la movilidad económica, el machismo y el tratamiento a los veteranos de guerra – la disolución del matrimonio de Penélope tiene que ver con la resistencia de su esposo a tratarse los efectos del stress postraumático, y ella misma lucha por conseguir tratamiento para una herida de guerra. Hasta el alivio cómico de Schneider es empleado para explorar el “privilegio blanco”.
No crea que estamos ante un árido tratado de comportamiento políticamente correcto. La serie tiene un balance perfecto entre comicidad y dramatismo. El reparto es brillante a la hora de traducir los problemas sociales que enfrentan en catalizadores de emoción, que invocan desde la pantalla la empatía del espectador. La legendaria Rita Moreno es excelente. Solo por introducirla a una nueva generación de espectadores, “One Day at a Time” merece una recomendación. Es escapismo que revela lo reconfortante que puede ser confrontar la realidad.
* Esta reseña está basada en la primera temporada de la serie. La temporada 2 también está disponible. Netflix ha anunciado el estreno de una tercera para el 2019.