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¿Qué aprendí leyendo a Dostoyevski?

Carlos Herrera | Niú

De Dostoyevski aprendí que para no leerlo hay que ser un “idiota” como Mishkin, un odioso como el monólogo de “Memorias de Subsuelo” para no recomendarlo y un jugador como Alekséi Ivánovich para disfrutarlo.

Siempre he admirado la cultura rusa, el arte bizantino en las estructuras más famosas del país del hielo, como la Catedral de San Basilio, una mezcla del cristianismo y la herencia de la civilización griega.

Siento que las mujeres en ese país tienen genes de independencia y poderío como en ninguna otra parte, pero eso es solamente una percepción que me formé por la música que he escuchado y los libros que he leído de ese lugar. Así fue que me interesé por descubrir “Crimen y Castigo”, que es hasta ahora es mi libro favorito.

Es una obra para admirar la capacidad descriptiva del escritor y la manera en que un crimen como el asesinato, puede ser narrado con tantas historias girando a la misma vez.

«Siempre he admirado la cultura rusa, el arte bizantino en las estructuras más famosas del país del hielo»

De Dostoyevski aprendí que un ser humano es capaz de albergar en su alma la mayor de las maldades y la mejor de las intenciones, que a veces cosas extraordinarias de la vida “obligan” a la gente a cometer los actos más injustos siendo ellos las personas más justas.

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(Ojo, en los próximos cuatro párrafos hay spoilers, si no has leído Crimen y Castigo podés saltar al próximo asterisco)

Raskólnikov, mató a una anciana prestamista porque necesitaba el dinero para seguir con sus estudios, entiendo que suena como si se tratase de un muchacho egoísta que quiere todo fácil en la vida, pero la realidad es que vivía solo en San Petersburgo, en un cuarto pequeño, y sucio, mientras su hermana y mamá estaban en otra ciudad y debían trabajar para mantenerse.

Además de asesino, Raskólnikov también era un “buen muchacho”. Todo el esfuerzo que hacía era porque creía en él mismo, pensaba que estaba destinado a lograr grandes cosas.

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Durante el tiempo que estuvo planeando el asesinato, se enfrenta a situaciones tristes, como cuando se encuentra a Marmeládov, un antiguo funcionario que vive en la miseria, y Raskólnikov a pesar de no tener dinero le ayuda dándole algunos rublos a su familia, porque se apiada de ellos. Incluso después se enamora de Sonia, la hija de Marmeládov, aun cuando esta joven era una prostituta, dejando al lado los prejuicios, teniendo en cuenta la época en la que se desarrolla el libro.

Al final es el mismo Raskólnikov quien se entrega a la policía por el asesinato. El sufrimiento del protagonista nos muestra que una de las maneras más crueles de castigar a una persona es través del remordimiento. Las descripciones de los pensamientos y sentimientos del joven mientras sufre en el arrepentimiento, es una de las mejores lecturas que he tenido en mi vida.

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De Dostoyevski aprendí que hubo un tiempo en la Unión Soviética (URSS) en el que se utilizó un calendario “revolucionario”, propuesto por el economista soviético Yuri Larin, quien decía que si todos los obreros descansaban el mismo día –el domingo– entonces eso disminuiría la productividad de la URSS, por lo que pusieron en práctica un nuevo calendario.

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Los días estaban divididos en 12 meses con 30 días cada uno, sumando 360, y los cinco días que faltaban los añadían en cada trimestre, se llamaban: El Día de Lenin, un día después del 30 de enero, el Día del Trabajo, dos días después del 30 de abril, el Día de la Industria, dos días después del 7 de noviembre y en los años bisiestos, un día extra después del 30 de febrero.

Los días de descanso de los trabajadores se asignaban de acuerdo a las actividades económicas que realizaban, así sin importar la fecha, siempre había personas trabajando en los países soviéticos. Este sistema fracasó porque la gente no lo quiso aceptar y no producía beneficios económicos.

De Dostoyevski también aprendí que las personas negativas y con baja autoestima, disfrutan de la “dicha” de sentir cada día amargo y ver la vida con lentes oscuros. Este escritor es el perfecto conocedor y narrador de lo que significa ser humano, en el libro “Memorias de Subsuelo” explica de manera magistral los sentimientos, pasiones y pensamientos negativos o positivos que tenemos.

De Dostoyevski aprendí que pese a que durante la Segunda Guerra Mundial los nazis se desligaron totalmente de la Unión Soviética, los rusos dejaron su herencia cultural en Alemania, en la ciudad de Wiesbaden, situada al suroeste del país de la cerveza, donde durante la “Revolución bolchevique” en 1917, muchos nobles rusos se quedaron a vivir ahí.

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En la novela “El Jugador” se narra la vida en esa ciudad, a la que el escritor le cambia el nombre a “Roulettenbourg” en el libro. Se describe la historia de Alekséi Ivánovich, que por amor, se hizo adicto a jugar en los casinos. Explica que cualquier extranjero que llegaba a la pequeña ciudad siempre buscaba la ruleta rusa, porque esa era la mayor atracción del lugar.

En general de Dostoyevski aprendí que las sociedades nunca logran desintoxicarse totalmente de injusticias y estereotipos, que a medida avanzan los tiempos estos males mutan junto a las personas.

De Dostoyevski aprendí que es bueno ser una persona justa, pero injusto ser idiota. En el libro titulado “El Idiota”, el príncipe Mishkin que es el personaje principal, es un hombre que trata de ser una persona correcta y amable siempre, debido a eso es tomado como un idiota, por una sociedad preocupada por el qué dirán y segada por el poder. La lectura de Fiódor es una de las que pienso es básica para cultura general, para desarrollar un sentido crítico y de paso conocer la historia, debilidades y ventajas de la cultura rusa.