Perfiles

«Quiero ser parte del movimiento que cambió la historia»
Médicos y estudiantes de medicina atienden a personas heridas en la Upoli. Foto: EFE/Bienvenido Velasco
Médicos y estudiantes de medicina atienden a personas heridas en la Upoli. Foto: EFE/Bienvenido Velasco

Han visto desfilar a cientos de jóvenes que sostienen una lucha sin armas en las calles, muchos han regresado heridos, y otros, muertos. Para estos médicos esta “es una lucha justa” que es de todo el pueblo.

     

La mañana del 19 de abril, él preparó su bolso con pañueletas, gasas, mascarillas e instrumentos médicos, sin imaginarse que el día siguiente limpiaría la sangre del adolescente cuya muerte conmocionaría al país entero.

Este médico, por seguridad, omite su nombre. Hace pausas cada vez que recuerda a Álvaro Conrado, el jovencito que mataron por llevar botellas de agua a los universitarios. Su garganta se enmudece y sus ojos lagrimean.

No encuentra explicación al valor que ha tenido para exponer su vida. A veces ha pensado que se trata de una fuerza espiritual.

Toma su bolso, lo abre y lamenta: “nos obligaron a sacar nuestros cuadernos y libros para meter pañueletas y morteros”. Se sienta y recordando a Álvaro insiste: “el no quería en ningún momento hacer daño, solo quería colaborarnos a todos los que estábamos en Catedral”.

Al igual que él, decenas de médicos especialistas, médicos generales, psicólogos, estudiantes de distintas ciencias de la Medicina y jóvenes paramédicos, se han sumado a un voluntariado sin precedentes en la historia de postguerra en Nicaragua. Todos para auxiliar a la población agredida por la represión policial y de fuerzas de choque vinculadas al Gobierno.

Han visto desfilar a cientos de jóvenes que sostienen una lucha sin armas en las calles, muchos han regresado heridos, y otros, muertos. Para estos médicos esta “es una lucha justa” que es de todo el pueblo.

«Los estudiantes estaban reaccionando e insurreccionando por todo lo que estaba pasando, entonces pensé –esto va para largo- y nos unimos. Quiero ser parte del movimiento que cambió la historia, porque quedarnos viendo las noticias no resuelve nada”, afirma uno de los médicos.

Sienten miedo. Temen ser perseguidos, detenidos, golpeados o asesinados. Algunos ya han sido amenazados y despedidos de sus trabajos, pero sostienen que harán lo que juraron: atender a los que más lo necesitan. Esa es la promesa que pretenden mantener viva «sin importar lo que pase».

 

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