La noche del 25 de febrero de 1964, Cassius Clay se corona como Campeón Peso Pesado al dejar a Sonny Liston en la lona del Miami Beach Convention Center. A su lado, se encuentra el activista de la Nación de Islam, Malcom X. Jim Brown, el mejor jugador de futbol americano del momento, comenta la pelea para la prensa deportiva. El cantante Sam Cooke observa desde las tribunas. En unas horas, los cuatro hombres se juntan para celebrar en un modesto cuarto del motel Hampton House. La reunión suena como un capricho creativo, pero sucedió en realidad. Nadie sabe de qué hablaron, pero el dramaturgo Kemp Powers lo imaginó en su obra “One Night in Miami…”, que ahora llega al cine bajo la dirección de Regina King.
La película compara y confronta las maneras en que estos personajes luchan por la reivindicación de la raza negra. Cada uno de ellos se encuentra en un punto de inflexión: Malcom (Kingsley Ben-Adir) quiere tomar distancia de la Nación de Islam, después de descubrir la corrupción de sus líderes; Cassius Clay (Eli Goree) pondera asumir un papel más militante, mientras asciende al pináculo de su fama; Cooke (Leslie Odom Jr.) busca añadir algo de sustancia a su éxito comercial, y Brown (Aldis Hodge) trata de migrar al cine, consciente de que la carrera deportiva tiene pronta fecha de expiración.
La directora Regina King tiene más de 35 años de carrera como actriz, y se consagró con un Óscar por su trabajo de reparto en “If Beale Street Could Talk” (Barry Jenkins, 2018). Su conocimiento del oficio le permite modular a sus actores como si fueran instrumentos musicales. Es menos exitosa a la hora de conseguir que la película trascienda sus orígenes teatrales. Cuando la discusión en el cuarto se vuelve muy claustrofóbica, algún personaje simplemente dice “¡Vamos a la terraza!”.
Hay intentos por abrir la película: escenas individuales para cada uno, que funcionan como prólogo y epílogo; y un ‘flashback’ a un concierto que funciona como bálsamo. La más efectiva es quizás la más íntima. Brown visita a un amigo de su familia en su Georgia natal. El hombre (interpretado por Beau Bridges) es cálido y efusivo. Al reconocer a Jim, su nieta experimenta el choque de adrenalina de estar en presencia de una celebridad. Pero una petición banal da paso a un insulto dispensando con tanta normalidad que hela la sangre. Brown puede ser el mejor jugador de futbol de todos los tiempos, pero para los blancos no deja de ser negro.
Los cuatro actores son exitosos a la hora de crear facsímiles persuasivos de estos hombres ilustres. Eli Goree invoca la energía abrasiva del eventual Muhammad Ali, aunque su musculatura neumática esté más cerca del culto contemporáneo al gimnasio que del boxeo de mediados de siglo XX. Odom es brillante a la hora de reproducir el tono de Sam Cooke, y sus diferencias ideológicas con Malcom constituyen el corazón argumentativo de la película. El cantante y el activista se enfrentan alrededor del dilema de la responsabilidad personal, y cómo se debe manifestar en un conflicto existencial. Cooke considera que hace lo suyo explotando su talento y alcanzando éxito económico. Malcom demanda denuncias más explícitas.
Hodge ofrece la mejor actuación, quizás porque se trabajo es el más invisible. En retrospectiva, he descubierto que lo he visto en varias de sus películas, desde “Los 12 Magníficos” (Robert Aldrich, 1967) hasta “Mars Attack!” (Tim Burton, 1996). Esto pone en evidencia la trampa de encarnar personajes reales. El actor siempre está compitiendo con lo que el espectador conoce del personaje, o cómo lo concibe a través de su exposición en el registro público. Pégate mucho a la letra, y se vuelve redundante —o pero aún caricaturesco—. Sepárate demasiado de ella, y sucumbe al revisionismo. Mientras más conocido es el personaje, más difícil es el balance. En esta película, no hay papel más difícil que el de Ben-Adir, porque la idea de presentar un Malcom X vulnerable es tan contraria a su imagen. El actor da la lucha, pero uno queda con ganas de volver a ver a Denzel Washington haciendo lo propio en “Malcom X” (Spike Lee, 1992).
Al final, “Una Noche en Miami…” no logra trascender a la anécdota. Es sustancial por asociación a los hombres que retrata, no por mérito propio.
“One Night in Miami…”
(Una Noche en Miami…)
Dirección: Regina King
Duración: 1 hora, 52 minutos aprox.
Clasificación: * * * (Recomendada con ciertas reservas)
*Disponible en Amazon Prime