En pantalla

Una mirada femenina a la crisis masculina de “The Land of Steady Habits”

La trama puede sonar dramática, pero el tono de la película es engañosamente sedado.

     

Desde el estreno de “Walking and Talking” (1996), Nicole Holofcener se ha convertido en una de las pocas mujeres que ha logrado abrirse camino como directora de cine en el patriarcado de Hollywood. Ninguna de sus películas se ha estrenado en cines de nuestro país –testamento a un estilo idiosincrásico, divorciado de las demandas comerciales–. Apenas “Enough Said” (2013) estuvo disponible por algún tiempo en Netflix. El servicio de streaming ahora nos permite acceder a su trabajo más reciente, pocas semanas después de su estreno en el Festival Internacional de Cine de Toronto.

“The Land of Steady Habits” arranca con su protagonista putativo, Anders Hill (Ben Mendelsohn), experimentando la agonía y el éxtasis de la bonanza de Estados Unidos. La estampa que lo retrata de espaldas, congelado ante una monumental pared de toallas de todos los colores imaginables, es tan atractiva que sirve de imagen promocional. Pero Anders no está en busca de recompensas materiales. De hecho, se ha retirado prematuramente de su carrera en el mundo de las finanzas, y en una doble estocada contra las expectativas de la sociedad, se ha separado de su esposa, Helene (Edie Falco). Si vaga por los pasillos de grandes almacenes y pequeñas tiendas, es para cazar compañeras anuentes a llenar la soledad de la tarde con una sesión de sexo sin compromiso.

Holofcener ofrece algo más que su versión de la crisis de mediana edad del macho norteamericano. La película es un retrato coral sobre la elusiva insatisfacción existencial que persiste en una vida cómoda y predecible. Lejos de profesar un desdén marxista por sus personajes, ciudadanos de las clases altas, la directora explora el comportamiento y las convenciones sociales con la compasión de un sacerdote y la rigurosidad de una antropóloga. Anders no es un revolucionario que reniega del sistema, es un niño perdido, sorprendido en el cuerpo de un hombre maduro. El foco de atención se extiende más allá del protagonista putativo, dedicando tiempo y atención a su hijo, Preston (Thomas Mann), un graduado de la universidad descarrilado por la adicción al juego. Para el padre, es difícil guiar al joven descarriado, cuando él mismo se encuentra suspendido en un estado de irresponsabilidad latente. Anders siente más cercanía con Charlie (Charlie Tahan), el hijo de una complaciente pareja de burgueses que le convida a una dosis de marihuana para animar una aburrida fiesta navideña. ¿O acaso es algo más fuerte?

La trama puede sonar dramática, pero el tono de la película es engañosamente sedado. Holofcener tiene un talento especial para dramatizar los conflictos de sus personajes, sin tener que recurrir a los atajos de las grandes declaraciones y las discusiones catárticas. Las cosas que no se dicen quedan patentes. Las resoluciones se sugieren con un gesto. Cuando llegan las grandes revelaciones, son curiosamente amortiguadas. Los actores brillan en este ambiente, especialmente Mendelsohn. Gran parte del placer que uno encuentra en su actuación depende del contraste con sus trabajos anteriores. En su extensa filmografía, se ha destacado por hincar el diente en personajes de dudosa moralidad y carácter explosivo. El epítome puede ser el hermano díscolo de “Bloodline” (2015-2017), serie original de Netflix.

Una de las particulares de Holofcener radica en consciencia sobre el privilegio de sus personajes, y como este matiza la vida. No son inmunes a la inseguridad y la duda. En “Lovely and Amazing” (2001), tres hermanas confrontan la imagen que tienen de sí mismas, reflejadas en su madre adinerada. “Friends with Money” (2006) observa a un grupo de amigas separadas en distintos estratos económicos, explorando diferentes actitudes frente al bienestar material y el trabajo. “The Land of Steady Habits” supone una extensión natural de estas preocupaciones, añadiendo complicaciones intergeneracionales.

No hay un eslabón débil en todo el reparto,  pero Connie Britton casi se roba la película. Ella interpreta a Barbara, un interés romántico con vida propia, lista para corregir los impulsos pasivos-agresivos de su torpe Romeo. Los mejores momentos de “The Land of Steady Habits” vienen en pequeñas observaciones periféricas que delatan una excéntrica consideración de la vida moderna. Lamentando el aburguesamiento del pintoresco suburbio neoyorkino que habitan, Bárbara concluye que el Gap de tres pisos es más útil para su vida que el hermoso banco histórico que desplazó. Quizás el inexorable paso del tiempo es la preocupación de fondo de esta tragicomedia para adultos.

⭐️⭐️⭐️⭐️ | Buena 
«The Land of Steady Habits»
(La Tierra de las Buenas Costumbres)
Dirección: Nicole Holofcener
Duración: 1 hora, 38 minutos
DISPONIBLE EN NETFLIX

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