“Rocketman”, inspirada en la vida y obra de Elton John, llega a la sombra de “Bohemian Rhapsody” (Bryan Singer, 2018). Ambas están unidas en tiempo, espíritu, forma y personal creativo. Cuando la conducta del director Singer se volvió errática en el set, los productores lo despidieron y reclutaron a Dexter Fletcher para completar el rodaje. También profesan admiración por sus estrellas, al mismo tiempo que diluyen los aspectos de sus vidas que pueden resultar problemáticos a la hora de venderle un filme comercial al público masivo.
Estamos ante un “musical de roconola”, de esos que se montan en Broadway para atraer turistas. Los grandes éxitos del artista se usan para ilustrar episodios de su vida. El espectador se vuelve un “extra” al margen de la pantalla, reconociendo las canciones que hizo propias. El marco narrativo es un grupo de apoyo que Elton secuestra con sus reflexiones sobre adicción y aceptación personal. Viste un disfraz de demonio alado color naranja, entre un grupo de personas con ropas de calle, martillando el punto de que es un excéntrico suelto en un mundo convencional. Ante ellos, cuenta su historia de ascenso, caída y reivindicación. Desde la infancia, con una madre egoísta (Bryce Dallas Howard) y un padre frío y distante (Steven Mackintosh), hasta el sube y baja de la celebridad.
El filme es sintético por partida doble. Primero, porque resume los parámetros generales de la vida y obra del artista. Segundo, porque estiliza los eventos con flagrante artificialidad. El estilo de actuación es exaltado y caricaturesco —Howard es la mayor ofensora—. Cada pieza de vestuario parece un disfraz, cada peinado, una peluca. La exageración suaviza el impacto de la extravagancia teatral del personaje principal. Bajo todo el ruido, Taron Egerton es excelente en los momentos más introspectivos. Sugiere una película más profunda, que nunca veremos. Además, canta con voz propia, en una simulación notable por su parecido al artículo original.
Curiosamente, la relación que recibe más atención es el lazo emocional y profesional entre John y Bernie Taupin (Jamie Bell), autor de sus canciones emblemáticas. Sus escenas juntos son como remansos de paz, en las cuales la calidad de las actuaciones brilla por encima del ruido.
La aceptación de la identidad sexual es otro de los ejes dramáticos. Se habla y se discute, pero en parámetros conservadores y temerosos. Las escenas de afecto entre hombres, que tanta cobertura mediática han recibido, se reducen a un par de momentos. Cuando Elton consuma su relación con su manager, John Reid (Richard Madden), la cámara discretamente se mueve hacia una ventana. El resto del tiempo, cualquier manifestación física de sexualidad justifica tácitamente la homofobia que asfixia al protagonista. Mientras su relación se desintegra, John sorprende a Reid recibiendo sexo oral de un asistente. En un montaje ‘disco’ de “Bennie and the Jets”, bailarines pasan sus manos sobre su cuerpo. Es un fugaz destello de morbo. Puede ver cosas más atrevidas en cualquier videoclip disponible en YouTube. Son escenas que van a tono con la opresiva sentencia maternal, con la cual Sheila responde a la salida del closet de su hijo: “Nunca serás amado, apropiadamente”. La película asume la homofobia residual de la sociedad heteronormativa: tolera la existencia de la homosexualidad, siempre y cuando no se exprese a ojos vista.
Como productor ejecutivo, Elton John tuvo completo control creativo sobre la película. Por eso, “Rocketman” se siente como una oportunidad perdida. Su matrimonio de 20 años con David Furnish, y el nacimiento de dos hijos, quedan reducidos a dos fotos y unas líneas de texto en el prólogo. A todas luces, los realizadores no quieren alienar al público más amplio y menos tolerante. Pero es un juego en el que no pueden ganar. Aún con todos estos miramientos, en Rusia se anuncia la purga de unos 15 minutos de material, por considerarlo “propaganda homosexual”.
Al igual que “Bohemian Rhapsody”, ‘Rocketman” no compite con el catálogo musical del artista. Puede escuchar un “playlist” de las canciones originales, y el efecto sería más poderoso y emotivo. Al menos, ambas películas servirán para introducir a sus hijos en la obra de estos artistas. También puede llevar al cine a la abuelita homofóbica. No se va a ofender demasiado, y le va a gustar la música.
«Rocketman»
Dirección: Dexter Fletcher
Duración: 2 horas, 05 minutos.
Clasificación:
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