Ser mujer y atleta en Nicaragua es una vida llena de dobles sacrificios. Lo saben la levantadora de pesas Sema Nancy Ludrick; la voleibolista de playa Swan Medoza; la yudoca Sayra Laguna, y la lanzadora de jabalina y bala Dalila Rugama. Estas mujeres atletas, además de completar sus rutinas y entrenamientos, han tenido que abrirse campo en sus diferentes disciplinas, a pesar de que a veces sus padres no crean en ellas, de los cambios físicos que para algunas ha traído la maternidad, o del acoso laboral que han tenido que enfrentar.
En ocasión del ocho de marzo, #DíaInternacionalDeLaMujer hablamos con estas cuatro mujeres atletas y campeonas de Nicaragua que, rompiendo barreras personales y del deporte, han logrado medallas de oro en campeonatos nacionales e internacionales, dando gloria Nicaragua, a pesar de que a veces sus triunfos son minimizados o pasan desapercibidos.
Sema Nancy Ludrick: El camino al podio de las campeonas
Sema Ludrick | 20 años | Levantadora de pesas
El primer comentario que Sema Ludrick escuchó, cuando dijo que quería ser levantadora de pesas fue: “¿Acaso vos sos hombre?”. Y quien se lo dijo fue su padre. Ella tenía 16 años, estudiaba quinto año de la secundaria y vivía en Puerto Cabezas, ciudad cabecera de la Costa Caribe Norte de Nicaragua.
El único que le dijo: “Hacelo, vos podés”, fue su hermano y esas palabras fueron el empujón que necesitaba para abrirse camino en la halterofilia, el deporte de levantamiento de halteras o pesas. Sema comenzó a entrenar a escondidas y, se volvió tan buena que pronto la invitaron a participar en una competencia amateur de levantamiento de pesas, en la que ganó medalla de oro y quedó como la mejor.
“Cuando gané esa competencia y regresé a Puerto, el presidente de pesas me llamó para decirme que yo podía ser mejor atleta, porque tengo fuerza y me dijo que me viniera a internarme a Managua, para entrenar. En ese momento, yo no le dije nada a mi papa, porque sabía que no me iba a dejar. Así que tomé mi decisión y me vine sola”, cuenta Ludrick, de 20 años.
Pronto su padre se enteró y viajó a Managua para intentar llevársela de vuelta.
— Si seguís en pesas, no vas a estudiar, — le reclamó preocupado, pues pensaba que el deporte no era una opción para las mujeres.
— Ahí déjala, que a ella le gusta. Tal vez un día va a ser grande, — le dijo el hermano de Sema, a su padre.
— Acaso es hombre, — reprochó él.
Sema decidió quedarse. Se dijo a sí misma: “Yo puedo. Algún día voy a ser mejor y lo voy a demostrar». Y recuerda que comenzó a buscar en YouTube videos de mujeres atletas levantando pesas. «Yo puedo ser como ellas”, se propuso.
Seis años después, Sema Ludrick es campeona centroamericana en la categoría de 64 kilogramos. Además, es la primera mujer nicaragüense en levantar 200 kilogramos, como sumatoria total de tres enviones. Ahora se prepara para representar a Nicaragua en los Juegos Olímpicos Tokio 2020, en julio. Pero la carrera no ha sido fácil.
«Creí que lo había perdido todo»
Hace cuatro años, Sema quedó embarazada y pensó que su carrera se había terminado.
“La gente me decía que yo ya no podía seguir. Yo me sentía triste, porque había perdido todo. No estaba estudiando y ya no tenía el deporte”, dice.
Estaba tan decepcionada que ella y su esposo, el también pesista, Orlando Vásquez, se regresaron a Puerto Cabezas. Para ambos, la carrera se había acabado.
“Todo el 2016 no entrenamos. En enero del siguiente año nos llamó el presidente de pesas y me dijo que ‘yo tenía fuerza para seguir. Nosotros confiamos en vos. No dejés de entrenar’”, recuerda.
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Al oír el respaldo que les ofrecieron, ambos regresaron a Managua para reintegrarse al levantamiento de pesas y ese mismo año participaron en los Juegos Centroamericanos que se realizaron en el país.
“A veces me siento alegre. La gente me pregunta cómo llegué hasta aquí, pero no saben todos los sacrificios que pasamos. Yo divido mi tiempo en entrenar y cuidar a mi hijo, y es cansado”, cuenta.
El apoyo entre Sema y su esposo ha sido clave. Ambas promesas deportivas se turnan para cuidar a su hijo. Algunos días ella sale por las mañanas a correr, mientras él se queda en casa. Y cuando alguno quiere dejarlo todo, el otro le recuerda todo lo que han logrado, dicen.
La tenacidad de Swan Mendoza, campeona de voleibol
Swan Mendoza | 33 años | voleibolista de playa
Cuando Swan Mendoza entra en contacto con la arena, no hay nada que pueda perturbarla o robarle esa felicidad. Es como que si saliera de su cuerpo y volviera para ser ella misma. En los últimos 19 años, ese el sentimiento la acompañado en su carrera como atleta.
“No cambiaría esa sensación por nada”, dice la voleibolista, que logró junto con su compañera de juego Lolette Rodríguez, llevar a Nicaragua a su primer Campeonato Mundial de Voleibol Playa y, que al país, le ha dado decenas de preseas de oro, incluidas dos medallas continentales.
Swan inició en el deporte de forma poco usual. A pesar de ser mala jugando, su profesora de Educación Física la empujó a llegar hasta la cima. Comenzó practicando voleibol sala, pero pronto sintió la necesidad de buscar un deporte más individualista.
“Yo soy bien exigente. Y como a mí me gusta dar todo lo que está dentro de mí en la cancha, quiero que mi compañera haga lo mismo, sino vamos a tener problemas. Entonces, yo entendí que es más fácil encontrar a una persona que este igual de dispuesta a sacrificarse y comprometerse con vos la playa, que a 13 personas en voleibol de sala”, dice.
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Su tenacidad la ha puesto en práctica un sinnúmero de veces. En los Juegos Centroamericanos, realizados en Managua, en 2017, se expuso a jugar a pesar de tener una lesión en el hombro.
— Yo sé hasta dónde aguanto mi dolor. No he entrenado todo este tiempo para dejarlo una semana antes. Yo puedo hacerlo, —le dijo a la entrenadora y a su compañera.
Sin embargo, en el torneo solo conquistaron una medalla de bronce. Swan tomó ese resultado como una “derrota” y la afectó tanto que llegó a considerar retirarse del deporte.
«Me han dicho: ‘A vos no te importan tus hijos'»
A pesar de todos esos logros, el reconocimiento en los medios y en la federación no es equitativo. A las mujeres atletas les toca esforzarse más para ganarse un puesto en competencias y en la agenda pública.
“En este país se apuesta más por el equipo de varones que por el nuestro. Ahorita no logramos que nos mandaran al Tour Mundial de México, solo van los varones. Fue una decisión administrativa, y yo la respeto, pero hubiera sido bonito que nos mandaran a nosotras también”, dice.
Swan admite que el equipo masculino da buenos resultados, pero ellos se enfrentan a situaciones distintas que las mujeres, porque culturalmente en ellas recae la mayor responsabilidad en la crianza de los hijos. Además que, por ejemplo, tras el embarazo deben readaptar su cuerpo al deporte.
“Normalmente a mí me dicen ‘sí, vos dejás botados a tus hijos’. ‘A vos no te importan ellos’. Pero cuando ganamos: ‘Ay que increíble Nicaragua ganó’, sí, pero para que Nicaragua haya ganado, mis hijos se tuvieron que quedarse en mi casa mientras yo entrenaba”, explica.
“Y yo he entendido, a mis 33 años, que los hijos van hacer sus vidas y vos te vas a quedar con un montón de sueños por cumplir”, añade. “Y no significa que no tenés que acompañarlos a construir una base para ellos funcionen, pero cuando se vayan vas a decir “¿qué hice con mi vida?” o ellos dirán “mi mamá no pudo hacer esto porque tuvo que cuidarme y no, podes tener ambas cosas”.
Actualmente, Swan Mendoza está preparándose para el clasificatorio olímpico. Y el próximo año está decidida a ganar su tercera medalla de oro en los Juegos Centroamericanos que se celebrarán en la ciudad de Santa Tecla, El Salvador.
Sayra Laguna y el trago amargo del deporte
Sayra Laguna | 31 años | Judoca
Una noche antes de salir a competir en yudo, en los Juegos Centroamericanos de 2013, realizados en San José, Costa Rica, Sayra Laguna escuchó a sus compañeros decir que ella no iba ganar. Se iba a enfrentar a la segunda mejor atleta latinoamericana, la guatemalteca, Andrea Menegazzo.
No era la primera vez que su trabajo como una de las mujeres atletas de Nicaragua era menospreciado. Años antes, cuando ganó su primera medalla de oro, los mismos entrenadores le dijeron que seguramente traería alguna presea de plata o bronce. Sayra lo único que hizo fue preparase y poner su mente fija en el triunfo. Eso mismo hizo aquella noche. Al día siguiente se adueñó del primer podio.
“He estado rodeada de muchos hombres machistas que minimizan la capacidad y el potencial de la mujer. Desde que entré, solo dos o tres personas confiaban en mí, los demás decían que yo no iba a dar mucho, que era como una estrella fugaz. Y yo me propuse ser la mejor”, cuenta la yudoca que, en 2017, fue nombrada como la mejor atleta del año por la Crónica Deportiva del país.
Sayra inició en este deporte a los 16 años. Lo hizo porque vio una oportunidad de apoyarse económicamente, pronto se enamoró de él y se empeñó en sobrepasar a los otros atletas. En los primeros siete meses ganó un campeonato juvenil y antes de cumplir un año, ya estaba viajando fuera del país.
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“Este deporte me ayudó a ser más independiente, a sacar mi carrera de Mercadotecnia en la UNAN y mi otra carrera en Administración de Empresas en la UCA y desde el 2007 en adelante no he perdido a nivel nacional y centroamericano”, cuenta.
Además de ser yudoca, Sayra practica sambo, un deporte de combate ruso. Y lo hace bien. En 2018, logró posicionarse en el puesto número uno del ranking mundial de sambo. Sin embargo, su triunfo pasó desapercibido. Ella piensa que es por ser mujer.
“A ese triunfo no me le dieron importancia en los medios. Primero porque no soy hombre y porque es un deporte amateur. Esa ocasión yo me contacté con la periodista del Hoy para contarle y ella sacó unas notas, pero de allí nadie más”, dice.
Acoso laboral y descontento con el Gobierno
Hasta hace unos años, el futuro de Sayra Laguna en Nicaragua era prometedor. Ella seguía destacando como atleta, era administradora del Polideportivo España y soñaba con tener su propio gimnasio. Sin embargo, en diciembre del año pasado se vio obligada a renunciar a su cargo por “acoso laboral”.
“Yo renuncié porque me exigían hacer cosas que no estaban contempladas dentro de mis obligaciones. Había fines de semana que querían que yo trabajara gratis. Y a esto se le sumó la política porque me pedían ir a las rotondas, a las marchas y a las reuniones internas que habían en el IND y yo no iba”, explica.
Además, que Sayra comenzó a ser “mal vista” porque en algunas ocasiones expresó su descontento con las acciones que estaba cometiendo el Gobierno de Daniel Ortega contra las personas que se sublevaron. Por esto, fue vetada de todas las instalaciones deportivas del país, sentenciando su carrera.
“Al vetarme de las instalaciones deportivas violaron la Carta Olímpica. Violaron mis derechos como deportista, como atleta. Y ellos creen que me vetaron, pero yo me estoy moviendo a nivel internacional para exponer mi caso al Comité Olímpico internacional”.
Para ella este ha sido un fuerte golpe a su carrera porque significaría que ya no podría competir en la selección nicaragüense. Sin embargo, afirma que su sueño no se ha acabado, pues espera competir en otro país. Aunque sea con otra bandera.
Dalila Rugama, guerrera invicta
Dalila Rugama | 36 años | Lanzadora de jabalina y bala
En los últimos 20 años, ningún atleta centroamericano ha podido arrebatarle las medallas de oro a Dalila Rugama. Ella se ha encargado de que sea así. Con su disciplina y dedicación se abrió paso hasta posicionarse entre las mejores del país. Convirtiéndose en campeona invicta de lanzamiento de jabalina y recordista en lanzamiento de bala.
Para ella, el deporte es su primer amor. “Cuando estoy en el campo lanzando, me gusta estar sola. Sentir el movimiento que estoy haciendo, para hacerlo bien. Es como estar enamorado. Como caminar de la mano con alguien”, dice sonriente al tratar de describirlo.
Y su pasión es tan grande, que aunque ha pensado en retirarse, incluso una vez lo anunció públicamente, no lo ha conseguido. “Yo siento que puedo dar más. Eso significa que tengo que esforzarme aún más porque ya estoy grande y quiero retirarme siendo invicta”, confiesa.
Dalila inició en este deporte, que le ha dado muchas glorias, de casualidad. Fue su profesor de educación física quien la animó a practicarlo. Ella ni siquiera sabía que existía, pues en su antiguo colegio no lo practicaban. Y aunque lanzó su primera jabalina sin saber cómo hacerlo, su talento surgió en el momento.
“Le vamos a dar la vuelta al mundo”, le predijo el profesor, Héctor Vanegas, tras verla lanzar por primera vez. Hasta la fecha, él su entrenador.
«El deporte está dominado más por hombres»
Pero este es un amor cubierto de matices. En el que ha tenido que luchar contra la poca fe hacia el deporte mismo y hacia las mujeres atletas, y también ha tenido que readaptarse tras tener a su hija. Esto último, afirma, es el principal desafío al que se enfrentan las mujeres atletas.
“El deporte está dominado más por hombres. Siempre que hay un viaje o una selección predominan los hombres porque de ellos se espera mejores resultados. Y yo considero que es porque ellos tienen más tiempo para entrenar. En todo este tiempo que llevo, he visto a muchas generaciones de atletas muy buenas que en el camino se embarazan y se han tenido que retirar”, dice.
Este, según explica, ha sido un patrón entre las atletas, pues la carga de la maternidad recae sobre ellas. Incluso, cuando se forman parejas donde ambos son deportistas, la mujer es la que tienden a abandonar su carrera. Pero este no fue el caso de Dalila.
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“Cuando yo tuve a mi hija, recibí el apoyo de mi familia para que siguiera entrenando. A los cinco meses de que ella nació, yo ya estaba de vuelta preparándome para un centroamericano. Incluso, una entrenadora cubana que teníamos, me puso de ejemplo y recuerdo que uno de los muchachos dijo ‘yo también soy padre, tengo una niña pequeña’ y ella le respondió ‘sí, pero la diferencia es que tu esposa la está cuidando, Dalila está aquí’”, cuenta.
Aunque la pasión de Dalila Rugama es la jabalina. Hace unos años incursionó en el lanzamiento de bala. Logrando romper una marca nacional que tenía 29 años de existir.
“En el 2018 logramos vencer el récord de 12.92 metros que existía, con un 13. Y el año pasado logré votar mi propia marca dos veces, primero con 13.39 y después con 13.73. Y me siento orgullosa porque es otro deporte que incluye otra contextura muscular”, afirma.