Especiales
Las mujeres representan a la mitad de la población del país. Participan en la sociedad a todos los niveles, pero sufren de violencia, discriminación y falta de oportunidades.
Jeymi Zelaya, 28 años, montadora de toros
En jinetear los saltos violentos de un toro, al ritmo de las comparsas y bullicios, se resume la vida de Jeymi Zelaya, una joven de 28 años que casi todos los fines de semana deja claro que los espectáculos taurinos también están hechos para ser protagonizados por mujeres.
Empezó a los 13 años. Durante su adolescencia sufrió los golpes y regaños de su papá que la reprendía por hacer tan inaceptable acto. Para ella, se trataba de algo que le gustaba. La convicción que tenía de llegar a ser una excelente montadora de toros permaneció en el tiempo. Tiene 15 años de hacerlo y su esfuerzo y valentía la destacan a nivel centroamericano. Para ella, querer es poder y ser mujer no la imposibilita a cumplir lo que sueña. Tiene dos hijas y su pareja también monta toros de manera profesional. Conocé su historia.
Aymara Pineda, 34 años, mujer emprendedora
Aymara Pineda ha hecho del emprendimiento un modo de vida. Lo alimenta con entusiasmo y convicción en medio de las pocas oportunidades que existen en el país para los pequeños empresarios. Hace poco menos de dos años fundó junto a su pareja “Madre Selva”, una línea original de cosméticos naturales y kombucha, una bebida fermentada que brinda múltiples beneficios para la salud. Priorizan el uso de productos orgánicos, que no hayan sido procesados químicamente, y que provengan de productores nacionales.
Para Aymara, ser mujer en Nicaragua representa sentirse en peligro constantemente, al salir a la calle, al entrar a un local. Ella aboga porque las mujeres rompan con los roles tradicionales que se les han impuesto, “como ancla del hogar”. Asegura que entrar en espacios de reflexión feminista la ha ayudado a construirse como mujer sin preocuparse de las expectativas sociales. Conocé su historia.
Ingrid González, 25 años, conductora de buses
Estar tras el volante de un bus de transporte urbano colectivo en Managua, conlleva una gran responsabilidad. Para Ingrid González es una pasión que desarrolló desde muy pequeña. Ella es una de las pocas mujeres que están a cargo de rutas en la caótica capital. Al verla, la reacción de la gente no se hace esperar: muchos la felicitan y otros la miran con desaprobación. Este es un espacio usualmente ocupado por hombres, pero González afirma: “las mujeres también podemos”.
Quienes suben a bordo del bus que conduce se impresionan de “La Chela”, como le han apodado. Asegura que le agradecen por manejar con precaución y ser amable. Lo que más le preocupa es lidiar con la imprudencia de los peatones, y de los pasajeros, además de la hora pico y de conductores negligentes. Tiene un hijo pequeño y cuando no está conduciendo disfruta pasar tiempo con él. Conocé su historia.
Lucila Campbell, 15 años, estudiante
Lucila es despierta y versátil. Tiene 15 años, y aunque está a un paso de graduarse del colegio, dice que todavía no sabe qué estudiar. Le gustan mucho los animales pero también le gusta la comunicación. Disfruta leer, escuchar música y estar con sus amigos, aunque también reconoce que aprecia la soledad. Está terminando su secundaria y por las tardes colabora con el programa de televisión De Humo, asesorándolos sobre las temáticas que les interesan a los adolescentes.
Para ella, ser mujer en Nicaragua representa un reto. Salir a la calle, las imposiciones religiosas, y las diferencias que hacen en el colegio entre los niños y las niñas, son algunos de los obstáculos que ella identifica, y que limitan el desarrollo de las mujeres en el país. Sin embargo, Lucila no se amedrenta, está preparada para enfrentarse a lo que venga. Conocé su historia.
Yamileth García, 30 años, trabajadora sexual
Al hablar de su organización y de su oficio, Yamileth lo hace con orgullo. Es miembro de la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales “Girasoles” y es trabajadora sexual en Muy Muy, Matagalpa. Desde 2015 también es facilitadora judicial acreditada y brinda apoyo a otras mujeres y ciudadanos de su comunidad. Su juramentación es un hecho histórico.
Yamileth es parte del grupo de trabajadoras sexuales que protagonizan el documental “Girasoles”, realizado por la productora Camila Films. La película sigue la labor de estas mujeres en mediaciones en las que participan y en su lucha por el reconocimientos del trabajo sexual autónomo. Para ella, “es un trabajo como cualquier otro”, y asegura muy animada que las trabajadoras sexuales aportan a la sociedad nicaragüense. Desde que se involucró con la organización –dice– lucha por los derechos de las mujeres de todo el mundo. Conocé su historia.
Rosa Amelia Yesca, 50 años, cocinera
A sus 17 años, Rosa Amelia tenía un plan para su futuro. Acababa de casarse y estudiaba laboratorio clínico. Pensaba en una familia feliz, como las de los cuentos. Pero la historia la llevó por un camino muy distinto. Uno sinuoso y lleno de obstáculos. Estuvo casada 27 años y tuvo dos hijos con su esposo, que no trabajó durante casi todo su matrimonio.
Desde muy temprano, su marido desarrolló una adicción al alcohol, y Rosa Amelia tuvo que abandonar sus estudios para mantener a su familia. Dejó los cuadernos y los lápices por pailas y ollas, y comenzó a cocinar para todo tipo de necesidades: comida por encargo, pastelería, fritanga por las noches y nacatamales. Así logró sacar adelante a sus hijos y ahora su hija es maestra, y su hijo estudia para ser comunicador. Su esposo murió hace seis años. Conocé su historia.
Ludwika Vega, 33 años, mujer transgénero
A Ludwika le gusta bailar, sonreír y jugar con sus mascotas. Nació con características sexuales masculinas, aunque ella se siente una mujer plena. “Ser mujer no es tener dos senos y una vagina”, asegura. Es la presidenta de la Asociación Nicaragüense de Trans (ANIT) desde hace cuatro años, y desde hace 17 se involucró en la lucha por los derechos humanos. Es además mercadóloga con dos posgrados y tres cursos especializados. “He luchado con el estigma y la discriminación, y sigo luchando día a día”, enfatiza.
Asiste a colegios y centros de estudio para dar charlas sobre derechos sexuales y reproductivos. Además empuja a instancias gubernamentales y del sector privado para que incluyan a las mujeres del colectivo trans en sus espacios, y aboguen por la no discriminación, a todos los niveles. En sus tiempos libres, disfruta bailar con sus amigas en la disco y divertirse. Conocé su historia.
Yanira Bonilla, 46 años, ama de casa
La mejor parte de ser ama de casa para Yanira Bonilla ha sido ver crecer a sus hijas. Es salvadoreña y junto a su familia se mudó a Nicaragua hace 12 años por una oportunidad de trabajo de su esposo. Le tocó hacer frente a los cambios y se siente ahora más nicaragüense que de su país de origen.
Tras su bachillerato comenzó a laborar en una empresa, se casó y al nacer su tercera hija optó por cuidar en tiempo completo de su familia. Para ella, ha sido la mejor decisión. Tomó las riendas de su hogar, y le toca hacer de chófer, cocinera y de todo lo que demande la administración de una casa. A pesar de ser un trabajo difícil y no remunerado, Bonilla es feliz sirviendo a sus hijas en lo que necesiten, “es la mejor recompensa”, expresa. Conocé su historia.
Deberíamos de promover o impulsar una propuesta de ley que penalice el acoso callejero en Nicaragua. Que sea semejante a un delito de violación, y que se castigue, para acabar con tantos abusos en contra de la mujer nicaragüense en las calles.
excelente
https://m.facebook.com/hopecerna012/posts/10203698765026054 hay que apoyar a esta joven a participar en la fiesta cívica de la elección de alcalde en granada..una nueva generación de mujeres dispuestas a esforzarse a pesar de no ser políticas pero con un gran sentido de responsabilidad hacia su comunidad