Mónica López Baltodano es una joven abogada que acompaña la causa del movimiento campesino anticanal. En 2013, cuando el gobierno del comandante Daniel Ortega entregó una concesión canalera al misterioso empresario chino Wang Jing, Mónica denunció el entretejido de empresas de maletín que sostenían a la corporación Hong Kong Nicaragua Development (HKND), el ente concesionario de la obra e interpuso un recurso de inconstitucionalidad por la ley Ortega-Wang.
Aunque dicha construcción no se ha realizado, ni se avizora que en un futuro cercano que comience a funcionar, el movimiento campesino que habita en la ruta del canal se ha consolidado como el principal movimiento social del país y Mónica ha sido su representante legal, acompañándolos en la mayoría de sus acciones jurídicas y en las marchas y protestas, asediadas por la Policía, Ejército y grupos de choque ligados al Gobierno.
Con tan solo 33 años, ella es una de las activistas y defensoras de Derechos Humanos más reconocidas del país, y le ha tocado sortear tranques policiales, represión y amenazas del Gobierno para realizar su trabajo.
“Yo encuentro una gran satisfacción personal y me siento realizada cuando veo que mi trabajo, no solo le es útil a las comunidades campesinas, si no como ellos valoran mi aporte. Yo creo que logré conectar mi satisfacción personal con un propósito que va más allá de mi vida”, explica.
Las raíces de una luchadora social
Mónica no siempre tuvo clara la profesión que quería desarrollar en su vida y en la adolescencia tuvo muchos cuestionamientos y contradicciones.
En mi charco. Feliz en las calles, luchando, caminando firme, sintiendome digna y fuerte. Arriba las mujeres que luchamos desde el corazón y con la conciencia a flor de piel. pic.twitter.com/mZUprArSnt
— MonicaLopezBaltodano (@MonicaLopezBalt) 10 de diciembre de 2017
Hija de dos figuras prominentes de la revolución sandinista, Julio López Campos y Mónica Baltodano, sus primeros años siempre estuvo plagada de discusiones políticas del más alto nivel, pues creció en los años 80, cuando sus padres tenían grandes responsabilidades en el Gobierno. Sin embargo, ella fue la única de sus hermanos que se interesó por el ámbito político y social, y en ese momento se cuestionó los verdaderos motivos de su llamado.
“Crecer con ellos (mis padres) ha sido un espacio privilegiado e idóneo para las cosas que ahora yo tengo mucha claridad que son las que yo quiero dedicar, pero en una primera etapa yo me cuestionaba si esto era una convicción personal o si era una especie de mandato familiar», explica
Después de estudiar Derecho en la Universidad Centroamericana (UCA) en Managua, su pasión para provocar cambios la llevó a aceptar oportunidades de educación política en Brasil, Argentina y España, donde estudio teoría política y se adentró en la dinámica de las luchas sociales.
Posteriormente, mientras trabajaba como abogada para el Centro Humboldt, una prestigiosa organización ambiental en el país, también participaba en otros espacios de incidencia política como el ya extinto Nicaragua 2.0.
Desde hace tres años es la directora de la Fundación Popol Na, que trabaja en temas de desarrollo municipal, salud pública, medio ambiente y formación política.
El movimiento contra el canal
Su vinculación con el movimiento campesino anticanal surgió de la necesidad de poner al servicio de otros sus conocimientos como abogada. A raíz del anuncio del canal, Mónica indagó sobre la conformación de la empresa y fue nombrada la abogada de la organización, que ha logrado poner contra la pared al Gobierno de Ortega.
“Ha sido como motivo de gran satisfacción para mí sentir que yo aporto y que colaboro en lo que puedo, desde mi formación profesional, he tratado de poner mi profesión al servicio de las causas que yo considero justas.”, manifiesta la activista.
Sin embargo, la abogada asegura que aunque su trabajo es llevar conocimiento a las comunidades rurales, han sido los campesinos quienes le han dado las más grandes lecciones de su vida.
“Ha sido la mayor escuela para mí, me ha ayudado a superar mi propia formación política”, explica Mónica.
Un joven profesional de su generación la describió como «la menos pragmática de este grupo de menores de 40, pero la única a quien llamaría sin un toque de ironía una futura presidenta. Una líder de pueblos, nacida y hecha».
“Para mí la política es el arte de trabajar por el bien común. Lo que me motiva es trabajar en construir una sociedad más humana y en armonía con la naturaleza pero percibo cada vez con mucha más claridad que personas como yo somos una amenaza para el poder hegemónico, no solo para el Gobierno sino también el sector privado”, indica la abogada.