Cultura

Teatro Catalina: El arte de soñar
Foto: Facebook Teatro Catalina

Un proyecto que ayuda a niños y adolescentes de Chinandega a inspirarse a través del amor al arte escénico

     

Osmar Narváez era un adolescente tímido y retraído que vivía en la comunidad de Villa Santa Catalina en Chinandega. No se relacionaba con nadie más que con su familia y a duras penas hablaba. La llegada del proyecto Teatro Catalina a su comunidad le cambió la vida.

En 2009, la iniciativa liderada por la estadounidense Katie Fitzgerald, lanzó la convocatoria para que niños y jóvenes de la comunidad audicionaran para la obra “Blancanieves”. Osmar fue seleccionado para encarnar al príncipe y al cazador.

“Llega la invitación a mi casa y fui con mi hermana. No sé qué hice bien pero quedé en esos dos papeles y luego de eso me involucré en todo el trabajo, conocí gente, me hice amigo de la gente y empecé a ver de otra manera mi vida”, relata Osmar.

Teatro Catalina
Osmar en su primera actuación en Teatro Catalina, Foto: Cortesía

El joven, hoy de 29 años, es un experimentado actor de teatro que ha participado en obras de envergadura nacional, como el montaje de Aladdin, organizado por la Asociación Pro Niños Quemados (Aproquen) y es actualmente el director de las obras de Teatro Catalina.

Osmar también es la primera persona de su familia que se gradúa de la universidad. Estudió Arquitectura y asegura que sin el teatro no hubiera podido lograrlo.

“Yo era un introvertido, no hubiera podido pasar mi carrera, hubiera tenido miedo a expresarme, a decir mis ideas. Hubiese sido muy difícil y el teatro viene a darme esa mente creativa y también las herramientas para presentarme ante un público, para presentarme ante un jurado. Ya en el fondo de mi corazón tenía la necesidad de ser parte de algo como esto”, indica el actor.

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Osmar y Katie (en segundo y tercer plano) durante los ensayos de la obra El Principito. Foto: Cortesía

Villa Santa Catalina: De desplazados del Mitch a forjadores de su propia historia

Villa Santa Catalina es una comunidad a las afueras de Chinandega. Originalmente era habitada por desplazados del Huracán Mitch y sus habitantes residían en champas cerca del basurero municipal de la ciudad.

En 2004 la organización estadounidense Amigos por Cristo, les donó unas tierras fuera del basurero para que construyeran su comunidad desde cero. Familias enteras se trasladaron y construyeron casas, parques y escuelas. Entre ellas la familia de Osmar.

También en ese año, fue la primera vez que Katie Fitzgerald, fundadora de teatro Catalina, visitaba Nicaragua. Estaba en la secundaria y apenas sabía algunas palabras en español.

“Yo solo vine por una semana, pero me enamoré de la gente, de la cultura y comencé a venir todos los años en la secundaria y en la universidad”, explica Katie.

Ella estudió Teatro Técnico y Español en la Universidad de Santa Clara, en California. Una clase en particular cambiaría su visión sobre lo que realmente podía lograr trabajando con las comunidades en Nicaragua.

“Tuvimos esta clase que se llamaba justicia social en las artes, y recibíamos charlas de artistas que usaban el arte para empoderar a las personas y tuve como este clic, porque ya había venido a Nicaragua varias veces pero antes no se me había cruzado por la cabeza, y después de esa clase conseguí dinero de la Universidad de Santa Clara para construir un teatro en esa comunidad (Villa Santa Catalina) y me di cuenta que podía usar mi pasión por el teatro para trabajar con estas personas”, relata la fundadora de Teatro Catalina.

Se mudó a Nicaragua oficialmente en 2009 para trabajar con la organización Amigos por Cristo. Una de las problemáticas que más le preocupó fue que los jóvenes tenían pocas aspiraciones, y la mayoría de las adolescentes salían embarazadas a temprana edad.

Su principal motivación con el teatro se convirtió entonces en ayudarlos a pensar que otra vida era posible.

La obra «La Navidad de Scrooge» representada por el grupo de Teatro Catalina

“En Teatro Catalina queremos enseñarles a estos chavalos cómo es tener un sueño, perseguir un sueño, y usamos el teatro como una herramienta para que ellos descubran cuál es su pasión y para que puedan pensar fuera de su espacio. Yo creo que les estamos enseñando herramientas para la vida que no pueden aprender en otro lugar como perseverancia y creatividad, todas cosas que les van a servir para lo que sea que hagan”, manifiesta Katie.

El trabajo empezó con muchas limitaciones pero eso permitía que todos se involucraran en todos los aspectos de producción que incluían vestuario, escenografía, musicalización, entre otros.

Katie logró consolidar el proyecto que ahora funciona de manera independiente y actualmente ha desarrollado 17 obras. La mayoría se han presentado únicamente en la comunidad, aunque las últimas tres han logrado llevarlas a los escenarios de la cabecera departamental de Chinandega.

La directora de Teatro Catalina también ha traído artistas de Estados Unidos para que brinden talleres a los jóvenes que participan en el proyecto. Una de ellas es la coreógrafa Claire Clalo.

“El talento es increíble, la manera en la que ellos trabajan muy duro también. Son muy musicales, y sus cuerpos son muy libres. Creo que tienen mucho talento nato y aunque ellos no tienen mucho entrenamiento formal son buenos para improvisar. Están muy llenos de energía y eso no se puede enseñar”, dice Claire.

Uno de los planes a futuro para ellos es crear una obra que involucre a los jóvenes que han capacitado durante años en el proyecto. El músico y compositor estadounidense, Nicolás Benavides visitó Chinandega y asegura que el talento que ha encontrado en Nicaragua es muy especial.

“Estoy componiendo una nueva obra y ahora me he dado cuenta que una cosa que es muy importante para mí es que ellos puedan ayudarme a hacer la obra, y es una obra muy larga entonces quiero colaborar con otras personas”, manifiesta Nicolás.

Peter Pan: 33 personas a escena

La última producción de Teatro Catalina fue Peter Pan, que se presentó el 15 de diciembre en el Teatro Rodrigo Callejas en Chinandega. Para esta obra, abrieron la convocatoria a todo público y 75 personas audicionaron.

Este es el primer musical que producen y representó un enorme desafío técnico y artístico. Andrés Martínez compuso toda la música y grabó las canciones, y Hazell Narváez, hermana de Osmar, diseñó el vestuario.

“Crear un show así no es fácil nos tomó meses. Es muy interesante para mí porque para poder hacer un musical tenía que crear un equipo y esta vez el equipo son todos nicaragüenses, crearon todo, la música, los trajes y son trabajos muy buenos y muy elaborados”, explica Katie.

Osmar, quien fungió como director, asegura que este papel le ha ayudado a replantearse su propia actuación, y la manera en que puede ayudar a que otro se expresen.

“La verdad es que tenía mucho miedo pero ella (Katie) me animó y me dijo que confiaba en mí. Es seguir la filosofía de Teatro Catalina que es que podés lograr todas las cosas que te propongás y bueno, esta es la tercer obra que estoy dirigiendo”, confiesa Osmar.

En 2018, se presentarán por primera vez en León y en Managua en el Teatro Nacional Rubén Darío.

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