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“The Haunting of Hill House”: horror clásico en Netflix

Netflix estrenó en el mes de octubre una serie basada en la obra de Jackson. Es una adaptación libre, creada y dirigida por el joven director Mike Flanagan

     

La norteamericana Shirley Jackson publicó “The Haunting of Hill House”, novela breve de horror gótico, en 1959. Se convirtió en un genuino fenómeno, que ha influenciado virtualmente a todos los productos literarios o audiovisuales que juegan con el concepto de la casa embrujada. El libro ha tenido dos adaptaciones directas, bajo el título abreviado de “The Haunting”. En 1963, Robert Wise dirigió una versión protagonizada por Julie Harris y Claire Bloom, ampliamente reconocida como un clásico del género. En 1999, Jan de Bont creó una olvidable versión de pretensiones taquilleras, cuyo único acierto fue introducir a la actriz Lilly Taylor en el género del horror, décadas antes de “El Conjuro” (2013).

Como de la nada, Netflix estrenó en el mes de octubre una serie basada en la obra de Jackson. Es una adaptación libre, creada y dirigida por el joven director Mike Flanagan, quien en poco tiempo se ha convertido en uno de los talentos más distintivos del género. Ya el año pasado, el servicio de streaming nos brindó una artera adaptación de “Gerald’s Game”, la novela de Stephen King. Bien puede haber sido una especie de audición que justificaría la sustancial inversión volcada en esta ambiciosa serie de diez capítulos.

El cambio más importante que Flanagan ejecuta es convertir en una familia a los personajes que nos sirven de conducto para entrar en Hill House. La acción se desarrolla en dos líneas de tiempo que corren paralelas. A principio de la década de los 80, en un verano definido porosamente como “en aquel entonces”, los Crain se mudan a una ruinosa mansión en los suburbios de Boston. Comprar casas derruidas, restaurarlas mientras viven en ellas, y venderlas posteriormente es el negocio familiar. Papá (Henry Thomas) es el contratista, mamá (Carla Gugino) es la arquitecta. Pero Hill House es diferente. La familia no llegará intacta al final del primer capítulo.

La segunda línea de acción es contemporánea, definida con un vago “ahora”. Los sobrevivientes, ya adultos, siguen experimentando los traumas de ese verano aciago:  Steven (Michiel Huisman), el hijo mayor, ha filtrado sus experiencias convirtiéndose en escritor de libros de suspenso; Shirley (Elizabeth Reaser) mantiene la muerte a mano dirigiendo una funeraria; Theodora (Kate Siegel) es una terapeuta de niños, con problemas de compromiso; Luke (Oliver Jackson Cohen) es un adicto incapaz de recuperarse, y su gemela, Nell (Victoria Pedretti), es una joven viuda emocionalmente volátil. Papá (Timothy Hutton) vive retirado en Florida, alejado física y emocionalmente de su prole.

Flanagan ha refinado sus instintos en un puñado de películas independientes de terror y suspenso – Netflix también tiene disponible el thriller de invasión casera “Hush” (2016) -, y es un maestro a la hora de combinar los sustos de sobresalto con la pesadumbre del horror clásico, esa que se extiende como un miasma pulsante de angustia existencial. Su “Hill House” es un fantástico ejercicio de equilibrio narrativo, combinando tiempos y repartos con destreza. Los actores infantiles son tan buenos como sus colegas adultos.

El único problema de “Hill House” es de diseño. Las series deben funcionar como un todo, pero hay episodios brillantes, que terminan siendo en sí mismos más satisfactorios que el gran arco narrativo con el cual Flanagan se ha comprometido. El episodio 3, “Touch”, es un sólido estudio de carácter centrado en el personaje de Theodora, que actualiza con sensibilidad los dilemas de identidad sexual que Jackson exploró con el original. El episodio 5, “The Bent-Neck Lady” tiene la elegancia de un cuento de Maupassant, y es el ejercicio más puro de horror que he visto en años. Ciertamente, es más satisfactorio que el desenlace, y podría servir como final. El inconveniente es que si así fuera, se perdería el triunfo de dirección de cámara del capítulo 6. “Two Storms” divide su hora de duración en cinco tomas largas que combinan pasado y presente con pasmosa plasticidad. Tiene que verlo para creerlo.

El énfasis que Flanagan hace en la dinámica del grupo familiar vaticina un golpe de timón temático, evidente en el episodio final. Más que adentrarnos en el lado oscuro de la mente para confrontar el horror intrínseco en la mortalidad, Flanagan quiere cerrar en una nota conciliadora y terapéutica. Es un poco anticlimático. Cuando debería empujarnos al abismo, nos reconforta con máximas cursis. Pero ese paso en falso no borra los momentos brillantes que ha construido a lo largo del camino.

⭐️⭐️⭐️⭐️| Muy buena
«The Haunting of Hill House”. (El embrujo de Hill House)
Dirección: Mike Flanagan
Duración: Diez episodios, 1 hora aprox. cada uno.

*Lee más en el blog del autor.