En pantalla
The Old Guard, es probablemente la mejor película de acción de 2020, que pese a ser una producción original de Netflix, no disminuye por la pantalla casera.
Charlize Theron ocupa un lugar particular en el ecosistema de Hollywood: es una excelente actriz dramática capaz de anclar un ejercicio de pura acción. Tiene un Óscar por encarnar a la asesina en serie Aileen Wuornos en “Monster” (Patty Jenkins, 2004); y era tan buena en “Mad Max: Fury Road” (George Miller, 2015) que su negativa a aparecer en la eventual secuela se siente como una pérdida irreparable. Para consolarnos, llega The Old Guard, probablemente la mejor película de acción de 2020, o al menos, la más refrescante que he visto en años. En tiempos normales, sería el éxito de la temporada del verano norteamericano, abarrotando salas de cines en el mundo entero. Excepto que nunca se habría estrenado en un cine, coronavirus o no. Es una producción original de Netflix, pero las dimensiones de la pantalla casera no la disminuyen. Más bien, aunque su trama esta entroncada en las exigencias del género más comercial, su visión se expande más allá de las expectativas de la fórmula que sigue.
En una chocante escena inicial, vemos cuatro cuerpos sin vida tirados dentro de un cuarto, lacerados por balas. Rara vez una película de acción se detiene a mostrar los efectos de sus amagos de violencia acrobática, pero la directora Gina Prince-Bythewood (“Behind the Lights”, 2014) toma esta inusual decisión para perturbarnos de entrada. Apenas reconocemos a Theron, aunque su voz confirma la identidad. Dice que ha visto esto antes, y está tan cansada. Vos y yo, Charlize. El sentimiento aplica al espectador agotado por las convenciones del género. La escena es, en realidad, una convención más. Nos prepara para un ‘flashback’ que no dirá como ella, Andy, terminó aquí, a la par de Booker (Matthias Schoenaerts), Joe (Marwan Kenzari) y Nicky (Luca Marinelli).
Trataré de no revelar las sorpresas de la trama, pero quizás prefiera leer esto después de ver The Old Guard. El cuarteto conforma una especie de escuadra de mercenarios que luchan por lo correcto. Se reúnen en Marruecos después de una separación indeterminada para encontrarse con Copley (Chiwetel Ejiofor). Él es un exagente de la CIA qué los recluta para una misión éticamente clara: un grupo paramilitar ha secuestrado a un grupo de niñas en una escuela rural de Sudán. Mientras tanto, en Afganistán, la soldado Nile Freeman (Kiki Layne) participa en un operativo para detener a un terrorista oculto en una villa llena de mujeres y niños. Ninguno de ellos sabe que sus destinos están irremediablemente unidos.
En cuestión de minutos, The Old Guard establece sus ‘bona fides’ en el territorio multinacional de James Bond. Es una aventura global, que entre otras cosas, comenta sobre la realidad híperconectada de nuestros días. Tome nota de como los paisajes desérticos, naturales y quemados por el sol, contrastan con el cielo frío, el vidrio y el concreto que domina la paleta estética cuando la acción se traslada a Europa. Pero si el agente 007 se sirve del mundo como escenario, aquí hay un nivel de involucramiento emocional que va más allá del exotismo. Puede ser emocionalmente simplista —después de todo, este es un producto de entretenimiento para consumo masivo—, pero Prince Bythewood tiene paciencia por encontrar momentos de quietud en los que los personajes pueden proyectar emociones con la puntería que usan a la hora de disparar. Theron es brillante como siempre, pero cada actor tiene su momento, especialmente Kiki Layne, balanceando vulnerabilidad con vigor. Si aún no la ha visto en “If Beale Street Could Talk” (Barry Jenkins, 2018), corrija esa omisión lo más pronto posible.
Las actuaciones son calibradas a un nivel tan humano, que uno casi no se da cuenta de cómo el guion es, en el fondo, el sueño de todo ejecutivo de estudio: el capítulo fundacional de una franquicia. Una intrincada mitología se dispensa en ocasionales líneas de diálogo expositivo, sujetos de clara villanía se presentan para atormentar y ofrecer un objetivo claro. Como en un juego de video, los héroes deben ascender al nivel final y vencer al último “jefe”. Al menos, por el momento. Las semillas de otra aventura se plantan desde temprano. Es difícil esta dinámica esquemática, cuando The Old Guard es suficientemente emotiva y excéntrica como para retar nuestras expectativas sobre lo que una película de acción puede hacer. Firma el cheque de la secuela ya, Netflix.