Pensamos en dinero repetidamente, todos los días. En la superficie, la mayoría de estos pensamientos son muy prácticos: ¿Recordé pagar la factura de luz? ¿Puedo justificar la compra de ese nuevo vestido? ¿Cuánto es que debo en la tarjeta de crédito? ¿Me habrán depositado para cuando deba pagar la renta?
Sin embargo, como personas diferentes tenemos diferentes respuestas a estas simples preguntas y esto va a depender de nuestra actitud hacia el dinero, la cual se ve afectada por un sinnúmero de factores que incluyen tu crianza, círculo social, ingresos y estándar de vida.
Así, comprender tu relación con el dinero es el primer paso importante para examinar tus hábitos financieros y te ayudará a moldear tu enfoque hacia el gasto, el ahorro y la inversión.
Entones, ¿cuál personalidad financiera tenés?
Tipos De Personalidad Financiera
El gastador:
Casas grandes, carros llamativos, nuevos gagdets, ropa de marca, restaurantes de lujo, vuelos en primera clase… ¡la apariencia lo es todo! El gastador es un buscador de status que le da el poder a las posesiones materiales de ser el medidor de su valor. El gastador quiere dejar una declaración en claro: “¡véanme!”, sin importar si es algo que puedan costear o no. En suma, se sienten cómodos gastando dinero, no temen a la deuda y en muchas ocasiones toman grandes riesgos al invertir.
El ahorrador:
Es la típica persona que apaga las luces al salir de un cuarto, lleva su propia papitas o palomitas al cine y cada mes separa dinero para cualquier emergencia. Para el ahorrador, el dinero es un medio para lograr seguridad. Es conservador por naturaleza, generalmente no tiene deudas y no le gusta tomar grandes riesgos al momento de invertir. El ahorrador se enorgullece de ahorrar y no de gastar y rara vez hace compras con tarjetas de crédito, ni se preocupan por seguir la última moda.
El comprador compulsivo:
“Comprar hasta morir” es su lema de vida. El comprador compulsivo considera salir de compras todo un arte y NUNCA regresa de las tiendas con las manos vacías. Se deleita con las altas emociones que acompañan una juerga de compras y, por lo general, termina comprando muchas cosas que no necesita. Lamentablemente, el adicto o la adicta a las compras se puede sentir abrumado por los sentimientos de culpa y ansiedad una vez llegan a sus casas con sus nuevas adquisiciones… lo que puede desatar una nueva gira a hacer compras que no necesita.
El busca-ofertas:
Para esta personalidad financiera, encontrar una ganga no se trata de simplemente ser un comprador inteligente…. más allá de eso, se trata de la emoción de la persecución. Para el cazador de gangas, hacer un buen negocio es una victoria, independientemente de si realmente necesita el producto o servicio adquirido.
Incluso, muchas veces ni siquiera le importa lo que está comprando, siempre y cuando lo pueda comprar barato. Para esta persona, los anuncios de promociones y descuentos hacen que su corazón lata fuerte y siente recorrer la adrenalina al regatear con los vendedores y conseguir que se bajen de su precio original.
El deudor:
Este tipo de persona no está tratando de hacer una declaración con sus gastos y no compra para entretenerse, para animarse, ni para sentirse mejor. Lo que sucede es que simplemente no pasa mucho tiempo pensando en el dinero y, por lo tanto, le cuesta mantener un control real sobre lo que está gastando y dónde lo está gastando.
El deudor tiende a gastas más de lo que gana mes a mes y está profundamente endeudado –sobre todo con tarjetas de crédito-. Es una persona que no tiene capacidad (ni cabeza) para ahorrar y mucho menos para invertir.
El inversor:
Una cuidadosa toma de decisiones y de riesgos calculados en la búsqueda de objetivos monetarios es el credo del inversor. Incluso si significa perderlo todo, esta persona está dispuesta a alejarse de lo financieramente conocido de vez en cuando. El inversor está, generalmente, muy consciente de su dinero, entiende su situación financiera y pone su plata a trabajar para él o ella. Independientemente de su situación económica actual, el inversor espera con ansias el día en que sus inversiones generan lo suficiente para cubrir sus gastos de subsistencia.
El que evita:
“¿El retiro? ¿La jubilación? Eso está demasiado lejos para preocuparme ahorita”.
La personalidad financiera que evita suele tener un enfoque con el dinero de “ojos que no ven, corazón que no siente”. Al igual que una avestruz, prefiere enterrar su cabeza en la arena antes que crear planes financieros para asegurar un futuro financiero más seguro y estable.
Esta persona suele sentirse incómoda pensando o hablando de dinero dada su falta de comprensión y/o interés en el tema. Por desgracia, es posible que esta personalidad financiera ni siquiera esté enterada de cuánto dinero hay en su cuenta bancaria o cuánto debe en su tarjeta de crédito.
Finalmente, es importante estar conscientes que el dinero puede simbolizar mucho más que la habilidad de pagar lo que necesitás. Muchas personas podrán pensar que el poder reside en su cuenta bancaria, pero ésta es una manera muy simplista de ver el dinero:
¿Cómo puedo usarlo para obtener lo que quiero de la vida?
Por ejemplo:
- Los fanáticos del control pueden retener el dinero con el fin de controlar a una persona o una relación.
- Gastar dinero en vos mismo o misma pero no en otros, podría demostrar que no los valorás.
- Derrochar dinero en alguien que te gusta o amás podría ser un crudo intento de comprar amor o influencia.
Así, hacer frente a tus sentimientos es el primer paso para un vida financiera sana. Admitite a vos misma y a los demás que quizás hayás estado usando el dinero de manera inapropiada. Admití que has tenido miedo de lo que podría suceder si confesás haber tenido problemas de dinero. Éste es el comienzo de tomar el control de tu vida financiera.
Para tomar el sartén por el mango cuando de tus finanzas personales se trata, es necesario comenzar por conocerte a vos mismo o misma antes y descifrar cuál es tu personalidad financiera puede constituir un excelente primer paso.