Un área protegida que encierra a la mítica laguna de Charco Verde, un bosque y una playa en la isla de Ometepe tienen como guardianes a dos imponentes colosos: el Volcán Concepción y el Volcán Maderas. Los tres son parte de una isla de 276 Km2 donde hay decenas de hoteles y restaurantes, museos, puntos arqueológicos y zonas donde practicar el ciclismo, el senderismo o, como muchos bromean, el “rudo deporte” de retozar sobre la arena.
En el municipio de Altagracia, Federico López Parra trabaja en un ambicioso proyecto donde restaura y amplía una hacienda colonial de más de cien años de antigüedad. Este arquitecto mexicano arribó a Nicaragua durante la década de los ochenta como miembro de una brigada internacionalista y, desde entonces, radica en nuestro país. En esa propiedad opera el Hotel San Juan de la Isla, uno de los hospedajes de mayor rango en Ometepe.
Federico asegura que rescataron la infraestructura porque reflejaba la influencia que los colonos españoles aplicaron a las haciendas y urbes nicaragüenses. “Es preferible preservar que traer algo nuevo a este lugar. No queremos alterar la ecología ni la imagen campestre que tienen nuestras construcciones, que son muy bellas para nosotros”, declara, mientras guía la construcción de una cabaña ubicada frente a Playa Santo Domingo.
Al Hotel San Juan de la Isla arriban clientes exigentes provenientes de Estados Unidos, Europa, Canadá y Nicaragua, quienes viajan en búsqueda de aventuras. La hacienda posee amplios espacios para el descanso, entre cabañas y habitaciones estándar, cuyo rango de precio varía entre los 75 y 125 dólares. También hay un restaurante donde un chef formado en Costa Rica prepara platillos gourmet, y una galería que exhibe obras de reconocidos fotógrafos y artesanos nacionales.
César Correa, gerente y propietario de la finca, afirma que vio en Ometepe la oportunidad de completar un circuito formado por otras ciudades coloniales como Granada, León y San Juan del Sur. “Estos destinos ya tenían una infraestructura de buena calidad y unos estándares bastante internacionales para el turismo. Pensé que hacía falta cerrar ese eslabón aquí”, manifiesta.
Urge alianza público-privada
El desarrollo turístico está transformando la dinámica económica de la Isla de Ometepe. José Argeñal, vicepresidente de la Unión de Guías Turísticos de Ometepe (UGO), asevera que la actividad principal del municipio de Moyogalpa es el comercio. En su casco urbano han florecido hoteles, restaurantes, tiendas, bancos y supermercados.
“Los proyectos se han desarrollado un poco. La ruta hacia el Volcán Concepción ya cuenta con una pequeña cabina de información y aparte de eso, de control. Punta Jesús María (el balneario) ya es prácticamente un centro turístico, porque se ha venido acondicionando para ello”, explica el guía, quien ha recibido entrenamiento por parte del Instituto Nicaragüense de Turismo (INTUR).
En Altagracia, los pobladores se dedican mucho más al turismo. Karolina Rosales labora en el área de operaciones del Hotel San Juan de la Isla y en los últimos 16 años, ha observado cómo la inversión extranjera se ha hecho predominante. Aunque recibe capacitaciones por parte de la empresa donde labora, considera que falta mucho por hacer para formar al personal del sector servicio.
“Muchas organizaciones se han preocupado por fortalecer el turismo, como el INTUR o el Centro Pellas, pero deberíamos tener instituciones propias para que los jóvenes no tengan que salir de la isla para entrenarse y sepan cómo tratar al turista”, sugiere.
César Correa, empleador de Karolina, lamenta que la responsabilidad de entrenar a los isleños está recayendo sobre los empresarios. “Debería haber un esfuerzo más conjunto, privado-gobierno, para brindar capacitaciones. Si la gente estuviera más preparada, podríamos ofrecer más trabajo y elevar la calidad del servicio”, expresa.
Piscinas naturales y playas de arena blanca
A unos cinco kilómetros de San Juan de la Isla, en Tilgüe, está la Reserva Natural Ojo de Agua, una piscina natural de origen volcánico famosa por sus propiedades curativas. Hace cuatro años, los dueños de la propiedad remodelaron el sitio para brindar mejores condiciones al creciente número de familias nicas y grupos de extranjeros que arribaban al lugar.
En la reserva hay un amplio restaurante en forma de rancho donde sirven desayunos y almuerzos. Además, colocaron lianas para que los turistas se tiren al agua desde los árboles. También dispusieron sillas alrededor de la piscina, construyeron un centro de artesanías, una cabaña para pasar la noche y un mirador para observar el Volcán Concepción. “Por lo general, el turista escala el volcán y viene a refrescarse luego de su hazaña”, explica José Serrano, administrador del sitio.
En las faldas del Volcán Maderas, el británico Ben Slow construyó el Café Campestre, un restaurante de estilo rústico que promueve deliciosos platillos elaborados con alimentos frescos que él mismo cultiva en su finca, ubicada en Balgüe. Su menú incluye pastas, hamburguesas, burritos y postres, pero también vende mermeladas, café y jabones hechos por pequeños empresarios de Ometepe.
“Me di cuenta que el mercado del turismo no estaba cultivando productos para sus clientes. Empecé haciendo pan y ensaladas orgánicas para venderlas y después quise servir otros platillos bajo la filosofía de la granja a la mesa. Tenemos un estilo de restaurante muy tranquilo y cómodo, donde la gente puede tomar una cerveza”, expresa.
A pesar de haber invertido en Nicaragua, Ben tiene sentimientos encontrados sobre el impacto del turismo en una reserva de biósfera como esta. “Tenemos algunos problemas porque hay mucha presión en los recursos naturales. Ahora viene más gente, hay más tráfico, negocios, restaurantes, hoteles. Pero al mismo tiempo, está mejorando la economía de la isla. Hay más trabajo y eso es muy bueno”, manifiesta.
El británico advierte que falta desarrollar infraestructura para satisfacer la demanda de visitantes. “Pero estamos mucho mejor que antes. Ahora tenemos un buen sistema de energía y hay buenas calles por la isla, pero la policía está muy largo de aquí todavía”, lamenta.
Cerca de Balgüe, los turistas también disfrutan de Playa Santo Domingo, situada en el lado Noroeste de Ometepe. Esta es una de las más cotizadas en la isla, por sus vientos constantes y clima fresco, lo que facilita la práctica del kitesurfing. A partir de diciembre y hasta junio, la escuela Sun Kite School –de inversionistas franceses– brinda clases para quienes desean dominar este deporte.
En el área también hay varios hoteles y restaurantes para todos los gustos y presupuestos, que además ofrecen la posibilidad de contratar tours privados. En esta zona y en el resto de la isla, es común ver una gran cantidad de urracas que andan en búsqueda de frutas frescas para comer, sobre todo los mangos. También es posible observar colibríes y ardillas entre los árboles.
De museos y arqueología
En Altagracia, los viajeros de mayor edad prefieren visitar los centros culturales. El profesor Hamilton Silva los recibe en el Museo de Ometepe, un lugar en donde exhibe una colección de más de mil piezas precolombinas, entre esculturas de piedra, petroglifos, murales y cerámicas. Su trabajo consiste en rescatar y preservar un patrimonio cultural de relevancia histórica para el país.
“Hemos hecho estudios sobre la clasificación y forma de los petroglifos. Unos son muy arcaicos, ya están borrocitos. Otros están más nuevos. Algunos tienen dibujos artísticos con líneas entrelazadas o figuras de animales. Yo encontré unos idolitos que iban de viaje en tráfico ilegal, pero con el apoyo de la policía logramos traerlos al museo”, relata.
Por su parte, Moyogalpa tiene dos puntos de interés en una sola propiedad: el Museo El Ceibo y el Museo Numismático. El primero exhibe unas 1,500 piezas de arte precolombino que los ometepinos han encontrado en la isla, entre las que destacan vasijas funerarias, algunas piezas de oro, collares de jade, utensilios domésticos como piedras de moler, morteros para la cocina, herramientas de trabajo y otras para encender el fuego.
En el Museo Numismático, una colección de 800 billetes y monedas refleja la relación que han tenido los presidentes de Nicaragua con el dinero. “Algunos mandatarios ponían la imagen de sus familiares y otros, como los actuales, colocan sitios turísticos o históricos del país”, explica la guía Karla Guadamuz.
Arte primitivista con vista al lago
Uno de los personajes más conocidos de Ometepe es Abel Vargas, quien se describe a sí mismo como un “pintor de selvas”. En la sala de su casa, ubicada en Moyogalpa, el artista acondicionó una sencilla galería-estudio donde exhibe una variedad de obras de estilo primitivista, así como retratos de hermosas mujeres.
A cinco minutos de la casa de Abel está Punta Jesús María, un famoso estrecho de tierra que se adentra en el lago y que durante el verano se extiende hasta un kilómetro. Desde este punto, decenas de turistas disfrutan de impresionantes atardeceres, rodeados por dos volcanes, el canto de los pájaros que viajan en bandada, la presencia de pescadores y el sonido de las aguas apacibles del Cocibolca. Es la manera perfecta de recordar que en Nicaragua, todavía existen sitios paradisíacos.