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Un pacto macabro
bandera Nicaragua
Carlos Herrera | Niú

La mentalidad del rico es ver a Nicaragua como una mina de oro y a sus conciudadanos como los mineros.

     

Oskar Schindler, empresario multimillonario alemán, responsable de salvar las vidas de 1200 judíos durante la cacería nazi del Holocausto, dijo, casi al final de sus días, entre lágrimas y remordimientos: “¡hubiera hecho más!”

El alcance de las élites es impresionante, además de ser influyentes en la sociedad, transmitiendo ideas, marcando modas, y moldeando la visión del mundo en plataformas masivas como la televisión, tienen un poder económico con el que podrían lograr lo inimaginable.

Schindler fue un gran ejemplo de osadía y valentía, de un elitista que puso a un lado todo su imperio, por rescatar vidas; y aun así quedó con un mal sabor de boca y pensó que no hizo lo suficiente.

Pero en el tercer mundo vemos la inutilidad y soberbia de las élites: no hacen nada, no mueven una pieza por sus conciudadanos, y sólo por dar trabajo y proveer guaro, sienten un ego tan grande como el miembro de Ron Jeremy.

Las élites de Nicaragua son inútiles en todo lo que respecta echar al país hacia adelante. No abordan los elementos sostenibles: como la educación, los valores familiares, y los principios de desarrollo.

¡Muchos menos meterse a salvar vidas! Me da risa y algo de ira rezagada sólo imaginar algunos lugares lujosos abriendo sus puertas para refugiar a los perseguidos. ¡Jamás!

En vez, creen que dando trabajo y abriendo empresas, ya están rescatando al pueblo. NO ES ASÍ.

Los mayores economistas en la historia han comprobado que la inversión monetaria y la creación de empleos no se traduce en bienestar familiar necesariamente o en desarrollo sostenible.

Pero nuestros ricos creen que con esto ya van ir al cielo – y que ya no tienen la obligación de hacer nada más por su sociedad, y que su inutilidad ante asuntos mayores, de vida o muerte, es excusable.

A veces no sé quién es más condenable o recibirá peor castigo: el que hace deliberadamente el daño o el que pudiendo aplacar al que hace el daño, NO LO HACE.

Existe una gran responsabilidad, les guste o no, en las elites de este país para tomar acción y componer las cosas – porque son los ÚNICOS que tienen acceso al poder económico y a las plataformas influyentes – y no hay excusa para permanecer dormido.

Pero lo único que vemos es aprovechamiento oportuno de la situación – trueques por debajera, compras de propiedades a guate mojado, retiro de divisas, inversión en el extranjero, entrega de las riquezas nicaragüenses al extranjero malversador de fondos.

La mentalidad del rico es ver a Nicaragua como una mina de oro y a sus conciudadanos como los mineros.

Cuando tenes una élite con esta cosmovisión bien plantada en su cerebro, y un Gobierno corrupto hasta los tuétanos, entonces se crea una sinergia macabra élitogubernamental cuyo único propósito es extraer la médula del país y dejarles el cacaste a los conciudadanos.

Este si es un pacto macabro, porque es diferente cuando tenés un Gobierno corrupto, pues es una fuerza que tarde o temprano cae, y es un laberinto nivel amateur, es como resolver un rubiks de 2X2 para principiantes.

Igual cuando solo tenes las élites corruptas, pues normal, no es tanto rollo, por que empiezan a salir regulaciones y leyes que protegen al consumidor, y otras iniciativas para nivelar su corrupción, o de monopolio, o aplastamiento a los microempresarios.

Pero un Gobierno que encuentra camaradería con una élite insensible, caminan juntos de la mano al decibel orquestal de una Danse Macabre – de Camille Saint Saens, destruyendo a su pueblo.

Suena familiar, ¿no? Eso nos aconteció, y las élites tienen MAYOR RESPONSABILIDAD porque son del pueblo, y con sus accesos y poder económico, se volcaron contra sus conciudadanos. ¡Pudiendo hacer el bien, no lo hicieron!

Pero abramos las puertas y las ventanas que pronto veremos la luz del sol entre toda esta oscuridad e injusticia, porque me permito decir que ES POSIBLE llegar a tener una Nicaragua donde las élites cumplan su rol de influir responsablemente en la sociedad y ser guardianes de sus conciudadanos ante alguna injusticia de sus Gobiernos.

Conste, no digo que son responsables de nuestros problemas, ni que tienen que resolvernos. El llamado es que hagan responsable uso del poder que tienen.

¿Sabías que se puede? ¿Y que esta petición no es un panorama utópico? ¿No me crees?

Preguntale a El Salvador y Singapur, dos naciones hace 20 años en las mismas condiciones que Nicaragua, con PIB similares, gobiernos similares, población similar, historia similar, y un nivel de pobreza similar, lograron reducir estos índices a más del 50%, se globalizaron, y cuentan con una población altamente productiva, niveles de corrupción gubernamental baja, y una economía de libre mercado.

Estas fueron naciones cuyas élites decidieron no abandonar a sus conciudadanos y usaron responsablemente su influencia y poder en sus sociedades. No se conformaron solamente con dar empleo, sino con hacer tangible su responsabilidad social empresarial a un nivel humanitario, fraterno, y en aras de buscar el bien común entre las familias.