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#EnPantalla | Una chica fácil, preguntas difíciles sobre el alto costo de la “buena vida”
Una chica fácil

La directora de Una chica fácil, Rebecca Zlotowski creó una astuta exploración de la ponzoñosa dinámica social impuesta sobre las jóvenes

Naima (Mina Farid) cumple 16 años cuando empiezan las vacaciones de verano. Tiene los planes de una típica adolescente de secundaria: ir a la playa, ayudarle a su mejor amigo, Dodo (Lakdhar Dridi) a ensayar para su audición de actor; y contemplar plácidamente lo abstracto de su futuro. Su madre es camarera en un hotel de lujo. Pertenece a la clase trabajadora de Cannes, que mantiene el paraíso funcionando para los privilegiados de paso. Sus planes cambiarán drásticamente bajo la influencia de una visita inesperada.

Su prima Sophia (Zahia Dehar) llega a pasar una temporada. No sabemos su edad, pero la camaradería delata que no hay mucha diferencia entre ellas. Sin embargo, Sophia se ve mayor por designio personal. Construye su imagen para replicar el ideal de belleza intemporal que predica la industria de la imagen. Sale a la calle como modelo que va a una sesión fotográfica para alguna portada de revista. Ella guarda luto por la muerte reciente de su madre, pero eso no la detiene de salir de fiesta. Mientras Naima gravita hacia sus amigos, las puertas del área VIP se abren rápidamente para Sophia. Tiene toda la apariencia de pertenecer ahí.

Andrés (Nuno López), un millonario brasileño, se fija en ella. Pronto, establecen una relación que parece un cortejo, pero que realmente es una dinámica transaccional. Sophia pone el cuerpo, a cambio de acceso a un estilo de vida que no puede pagar. Naima la sigue en sus aventuras con el ‘jet set’. Es una inusual oportunidad para experimentar cómo viven los ricos y famosos. Cuando confiesa que pisa por primera vez un yate, Phillipe (Benoit Magimel), secretario y especie de “mejor amigo” bajo contrato, manifiesta sorpresa: “¡Pero sí vives en Cannes!”. No sabe que su modesto apartamento bien podría estar en otro planeta.

La directora Rebecca Zlotowski, trabajando sobre un guion escrito en colaboración con Teddy Lussi-Modeste, ha creado una astuta exploración de la ponzoñosa dinámica social impuesta sobre las mujeres jóvenes —por no decir, las niñas—. No solo tenemos un punto de vista femenino detrás de la cámara, también la narrativa se cuenta desde los ojos de Naima. Eso permite despojarlas de la “normalidad” que les infunde la tradición, porque todo esto es nuevo para ella. Tome nota de cómo eso cambia el estilo de las escenas explícitas de sexo. La exposición depende de las condiciones físicas del espacio y el punto de vista del testigo. No verá el énfasis morboso sobre la desnudez de la mujer, evidente en tantos productos de entretenimiento, y el mismo Netflix, como virtualmente todos los estudios, es culpable de explotarlo.

Una chica fácil, está alerta a las tensiones que nacen de las diferencias de clase social. Sophia sortea las preguntas malintencionadas de Calypso (Clotilde Coureau), una amiga de Andrés que trata de humillarla durante un almuerzo —ante la sonriente complicidad de él—. La joven responde con la mezcla de aplomo e inseguridad de una reina de belleza. Es una escena enervante. Tanto como los despliegues de hostilidad de uno de los marineros del yate, indignado por tener que servir a dos proletarias que simulan no serlo. O el episodio en que los compañeros de trabajo de la madre de Naima la observan departiendo en una mesa de ricos.

En este verano crucial, se debate entre dos maneras de vivir. En un extremo, tenemos la normalidad representada por su familia inmediata, sus amigos y una pasantía en la cocina del hotel. En otro, la vida de lujos prestados a cambio del propio cuerpo, supeditada a los caprichos del que ostenta el poder mayor —no importa cuán bella seas, el dinero siempre tiene más peso—. Quizás la dicotomía sea muy evidente, pero la película ejecuta un admirable ejercicio de equilibrio al considerar con humanismo el predicamento de Sophia, en lugar de condenarla en un afán de falso moralismo. Si permanece enigmática como quimera, es porque ella así lo quiere.

Después de ver la película, descubrí que Zahia Dehar apareció en el radar de los medios a través de un escándalo, involucrando a famosos jugadores de futbol pagando por sexo con menores de edad. Después de eso, Dehar se convirtió en una célebre modelo. Quizás su actuación sea tan buena porque está informada por experiencia de vida. Sabe cómo funciona el mundo para jóvenes como ella.

Una chica fácil
(Une Fille Facile)
Dirección: Rebecca Zlotowski
Duración: 1 hora, 32 minutos
Clasificación: ⭐⭐⭐ (Buena)
*Disponible en Netflix